No más barrigas, por José Joaquín Solís
La cadena de malos resultados del mes de Febrero hubiera terminado antes si no fuera porque un muflón con pito en la boca se encargó de fastidiar el tema.
Probada su incapacidad lo mandaron al melonar, aunque es de esperar que no se echen de menos dos puntos que se quedaron en casa de la villa del presidente del gobierno. Por otro lado, desde el partido del Valladolid, aunque la actitud dejaba más que desear, algo ya se quería hacer tras el almuerzo de marras previo en el que a los niños se les dijo que no quedarían desamparados, si bien no ganaron quizá por meros temas de angustia.
Conseguida una cadena de resultados propicia para seguir adelante, lo meramente interno sigue dando que hablar aunque, a pasos más lentos de los que se querría, van tomándose posiciones. Un tipo del que ya no es que se dudara de su trabajo sino incluso de su beticismo aunque el fútbol sevillano sí que le gustaba, ha conocido recién que la empresa no cuenta con él. La nada despreciable cláusula por su despido ha hecho que tenga que depositarse una fianza de trescientos mil euros para negociar, además del sueldecito que cobraba, que por lo que se sabe podría darle para comer. No sé si por corporativismo de la profesión o por mero desconocimiento, a este agradecido a regímenes de su nostalgia se le considera el último baluarte de la época de Ruiz, pero no es así. Si bien Finidi sólo ha hecho aparecer y desaparecer recaudando un dinero por contrato firmado para ver la tele, su finiquito podría ser más fácil si tenemos en cuenta que apenas ha comparecido para trabajar; sin embargo, haylos desde el vestuario a donde menos imaginen (los periodistas sí lo saben, por qué será) que han de saber que los tiempos cambian, y que en esos cambios ellos no están.
El crecimiento sostenido no es incompatible con cierta velocidad, y aunque se está haciendo lo que por lógica se debe, también es de buen gusto que, ahora que van mejor las cosas, tomen ciertas decisiones con más presura. Ni un nostálgico debe seguir en el club, o la sospecha será eterna.
vía No más barrigas.