Otra noche de noviembre
Mourinho no querrá volver en noviembre a Heliópolis en su vida. Anoche perdió media Liga en el Villamarín. Hace siete años y veintitrés días, su Chelsea perdía en Champions frente al Betis de Serra Ferrer.
Y es que noches así son las que hacen grande al Betis. Con todo en su contra; con el lastre del peor derbi de la historia; con las bajas en defensa; con la afición de uñas; frente a un rival que no podía fallar; pero así es el Betis y así hay que quererlo. Inexplicable, sorprendente, sentimental. La Historia del club de Heliópolis está plagada de este tipo de situaciones. De Rusia a Murcia; de eliminar al Barça en el Camp Nou a perder con el Villarreal en Segunda; de tutear al Barcelona de Guardiola a perder cinco partidos seguidos cuando iba líder en la división de plata; de ganar los cuatro primeros partidos de la temporada pasada a llevarse diez sin hacerlo; y de regalar un derbi a ganarle al Madrid de Mourinho.
El técnico portugués tendrá siempre presente el ambiente del Villamarín. Ya lo vivió la noche del Chelsea, en la que yo salí del estadio con el mayor dolor de cabeza que he tenido en mi vida. Tras finalizar el partido en el que su Madrid dice adiós a la Liga de manera casi definitiva, Mou se fue del césped de Heliópolis aplaudiendo a una afición que aportó toneladas de arena para que los verdiblancos derrotaran al conjunto blanco.
Podrán tener los de la capital veinte mil cosas mejores que el Betis, salvo aquella que tiene que ver con la gente, con la afición y con el sentimiento que desprende. Y eso lo sabe Mourinho, que no le quedó más remedio que aplaudir. Eso y rezar para que no tener que volver en noviembre al Villamarín.