¿Para cuándo el Juego Limpio, señor Undiano?
Consulto la última actualización de la clasificación del Juego Limpio de Primera División y no puedo evitar sentirme engañado. El Betis queda afincado en puestos de descenso, con 92 puntos, frente a un Atlético de Madrid segundo con 54. Extraño con Diego Costa en el plantel.
Vaya por delante que un jugador no hace al equipo, pero al igual que Messi o Cristiano Ronaldo no serían ni la mitad de lo que son hoy sin un grupo detrás, en lo negativo, también hay que depurar responsabilidades colectivas.
Los 35 minutos del partido de ayer en el Vicente Calderón posteriores al ingreso de Diego Costa al terreno de juego demostraron muchas cosas, y lamentablemente pocas tuvieron que ver con el Fair Play.
Pero no se obcequen en buscar responsables en uno u otro equipo, porque la culpa vuelve a recaer en la figura del mismo: el árbitro. Mal que nos pueda pesar, ya sea Undiano Mallenco o bien Ayza Gámez, el colegiado es, sin remedio alguno, el juez de un partido de fútbol.
Si Undiano hubiera tomado medidas a tiempo, no habría escrito esto. Bien saben los que me conocen que, aunque a veces me duela, busco ser ecuánime. Pero ayer, ocurrió lo que ocurrió porque el juez no llamó al orden y pasó lo que tristemente tuvo que pasar.
Minuto 65. Diego Costa apura a toda velocidad para robar el balón a toda costa, a Rubén Pérez, que lo protege para facilitarse la combinación con un compañero.
En ese instante, una entrada de cárcel y a destiempo, que pudo haber partido la tibia al cedido por el Atlético de Madrid, con el riesgo que conlleva la posibilidad de quebrar su carrera deportiva para siempre, se quedó en un simple aviso. Adiós a las riendas del partido.
Como es comprensible, aunque jamás razonable ni defendible, el Betis se indignó y empezó a devolver ‘recados’. Rubén Pérez al Cebolla, Cañas con Diego Costa, Godín con Perquis, Diego Costa a Adrián…. Una sangría de despropósitos vergonzosos. ¿Dónde quedó el Fair Play?
Imaginen al niño que viera ayer a su equipo con sus padres, fuera colchonero o verdiblanco. Se habrá quedado con un repertorio de fórmulas de cómo cargarse un partido. Algunas, llegará a repetirlas en el patio de colegio con el consecuente problema para profesores y padres.
Todo ello llegó a su punto álgido con un salivazo de enormes proporciones de Amaya a Diego Costa. Vaya por delante la enorme lista de provocaciones del ariete brasileño: se encaró a Pozuelo, protestó a los jueces de línea, golpeó a Adrián San Miguel con tremenda rabia a la altura de la rodilla. Y ninguna llega tan siquiera a justificar tal instintiva e irracional reacción.
Pero no se trata de Diego Costa, ni de Antonio Amaya. Todo ‘futbolero’ conoce el ‘anti-fútbol’ del uno o la poca o mucha paciencia del otro, y Undiano Mallenco, como árbitro veterano, no es ajeno a todo ello.
Sin embargo, quien fuera designado para imponer orden dio permiso al caos más profundo para que se instalara en el césped del Vicente Calderón, desde aquel minuto 65.
Una enorme falta de arrojo y decisión en momentos cruciales que transformó el césped del Vicente Calderón en un campo de batalla. ¿Para cuándo el Juego Limpio, señor Undiano?
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Noticia por Miguel Rolle
Periodista Manque la crisis. En busca de la piedra filosofal que me muestre cómo vivir de mi sueño. Hasta entonces, trabajo y esfuerzo son mis lemas, que ya habrá tiempo para dormir cuando el tiempo se acabe.
Scandaloso, Diego Costa debe tener una carta roja!