Sin líder no hay paraíso, por el Kazano
Un presidente que se ausenta del palco debido a que su corazón parece no soportar tanta presión. Un entrenador que dice no entender los pitos de la afición. Un secretario técnico que por su indumentaria parece recién llegado de tomar el sol en Maspalomas. Un portero que le dan pataletas públicas por no ser entrenado por quien quiere. Un jugador que tiene que ser sustituido por no llamarse “olinero”. Cientos de aficionados que tras recorrer los 1.428 kilómetros que separan el Villamarín de El Toralín tienen que salir con la cabeza gacha tras ser humillados. ¿Y quién alza la voz ante semejantes despropósitos en verdiblanco? NADIE.
Y es que no hay un presidente que baje al vestuario tras ser derrotados en casa por un recién ascendido de la Segunda División B. No hay un entrenador que transmita seguridad y parezca que sepa lo que está haciendo. No hay un secretario técnico que haya sabido llevar a cabo la revolución que necesitaba la plantilla que tiene el mérito de haber realizado la peor campaña de la historia del club. No hay un departamento de comunicación que sepa controlar los fuegos internos del club, ni apagar los externos. No hay una estructura en el club por la cual se puedan exigir responsabilidades tras hacer, nuevamente, el ridículo. Y lo que es peor, no hay respeto hacia una afición única en el mundo.
Actualmente parece que el Real Betis Balompié navega sin rumbo fijo. Está falto de un capitán del barco que sepa marcar unos objetivos, exigir responsabilidades y tratar a sus abonados y simpatizantes como se merecen. Y cuidado. Porque el bético sabe esto. Lo nota y lo siente. Y como esto siga así, puede provocar que en pocas fechas se exija la vuelta de antiguos líderes que aunque no supieran manejar la nave, sabían dar la impresión de hacerlo y sabían transmitir a la afición la sensación de que estaban siendo llevados por el mejor de los capitanes posibles.
Por eso, alguno de los consejeros, si no queremos que la afición quiera volver al pasado, debe dar el golpe necesario sobre la mesa para que el club tome el rumbo que los béticos se merecen. Debe ser arriesgado, valiente, resolutivo, y dar un paso hacia adelante que le postule como el líder que el beticismo necesita. Porque sin líder… no hay paraíso.