Una gran familia, abuelas incluidas
Seguimos recogiendo unos pequeños adelantos de la próxima publicación de Daniel Gil «100 motivos para ser del Betis».
En esta ocasión dedicada a las abuelas del Betis, esas señoras entrañables que a todos nos hicieron sentir a nuestro club de una forma más familiar y emotiva.
Uno de los motivos principales para ser del Betis, y no del Sevilla, es que los béticos nos sentimos, nos identificamos, como miembros de una gran familia, en la que todos somos hermanos y que tiene su hogar, su domicilio particular, en el Benito Villamarín.
Y como toda gran familia, aunque el beticismo no tiene padre o madre definidos, sí tiene abuelas. Dos, al menos, destacadas en la historia reciente del Betis, buenos ejemplos de esa manera pasional, sencilla y con su gracia de vivir la afición por el escudo de las trece barras.
La primera, Dolores Mármol, popular vecina del sevillano barrio del Cerro del Águila, se hizo popular entre los béticos en los años setenta y ochenta, siempre con sus claveles verdiblancos en el moño y la bufanda bética sobre el cuello.
Fallecida en 1992 a los 97 años, era habitual verla siguiendo al Betis, no ya en el estadio, por supuesto, sino en muchos de los desplazamientos del equipo por toda España. Llego a viajar incluso a Moscú, donde jugó el conjunto bético un partido de la Recopa, en 1978, contra el Dínamo de Moscú, que perdió el equipo verdiblanco por tres goles a cero.
La segunda abuela, Concepción Andrade, de fama más reciente y aún viva a la hora de escribir estas líneas, se hizo más conocida durante el mandato de Manuel Ruiz de Lopera, que la convirtió en uno de los ‘símbolos’ oficiales de su peculiar gestión.
Agraciada igualmente por el cariño de la afición, era habitual verla en informaciones y reportajes de televisión, que solían buscarla como muestra de la afición verdiblanca. En una ocasión, en una de estas piezas televisivas, el reportero le preguntó qué es el fuera de juego. Su respuesta, una de las mejores definiciones formuladas hasta la fecha: «Eso es cuando ataca el Betis y el linier levanta la bandera cuando no la tienen que levantar…»
En marzo de 2013, el presidente del Betis, Miguel Guillén, y el de la Fundación Real Betis y director de relaciones institucionales del club, Rafael Gordillo, le realizaron un pequeño homenaje al visitarla en la residencia en la que vive y entregarle, como obsequio, una camiseta del equipo con el número tres a la espalda. Rindieron así visita, en nombre del beticismo, a su abuela, como habría hecho cualquier buen nieto.
