El día que volvió el Manquepierda
Llego pronto, pero en pleno éxtasis, a los alrededores del Benito Villamarín. No era para menos, mi primer partido de liga para cubrir para Manquepierda. Se respira ambiente de partido importante, mucho despliegue policial, miles de aficionados esperan la llegada del autobús con los jugadores. Pero en la mayoría se vislumbra el pesimismo. La situación en liga, el cambio de entrenador, las dudas que dejó, y ahora encima llega el Real Madrid con sus guapos y hercúleos futbolistas. Mal momento, vive Dios.
Abrazos con mi compañero al vernos en las puertas de la Ciudad Deportiva, y marchamos a realizar los trámites oportunos.Yo soy todo optimismo, se que vamos a ganar, y así se lo digo en nuestro camino al estadio. – Tranquilo, todo saldrá bien. No habrá goleada, calma.
Antes de entrar, nos dirigimos hacía donde la afición suele realizar los prolegómenos de cada partido. La calle Tajo es un hervidero de bufandas, camisetas y banderas. Muchos ebrios por el alcohol sonríen y bromean, pero hay temor en muchas caras. Miedo por lo que vendrá después, por lo que muchos temen que ocurrirá. Temerosos de que la cara que pueda ofrecer el Betis no sea la que todos queremos, como venía ocurriendo en los últimos meses.
Yo sigo en mis trece, como el de Antonio Adán. Cuando me preguntan respondo con “Victoria”, sin dudarlo. Me miran con cara de loco, aunque la mayoría ya lo hace por mi aspecto. Llevo muchos años viendo al Betis, hoy no vamos a perder.
Faltan menos de 40 minutos para el comienzo del encuentro y tengo tambores en el ombligo.Nos encaminamos al coliseo heliopolitano, una vez dentro, abrazos y a nuestros puestos.
Me dirijo a mi ritmo hacia «el palomar», como yo lo llamo, no estoy en forma y me cuesta llegar arriba. Siempre me seducen las luces que llegan a la escalera desde el césped, espectáculo hermoso para quienes se paran a mirar fugazmente entre tanto gris hormigón. El siguiente tramo que me lleva a voladizo me ofrece la imagen que fascina a cualquier aficionado bético, las gradas llenándose, el césped iluminado, la megafonía, los jugadores calentando. Es un espectáculo hermoso.
Me sitúo en mi lugar y comienzo con el directo en Twitter para @manquepierdaweb, también hay temor por las redes sociales. Pero el bético en su estadio se crece, se viene arriba, y con poco que ofrezca su equipo así lo agradece.
Arranca el partido, ambos equipos quieren mandar, pero el Betis hoy juega en casa, hoy se siente en casa. No como en las anteriores jornadas en las que se sentía maniatado, hoy los jugadores sentían el calor del estadio, por fin. Apenas seis minutos de partido, Cejudo suelta un obús que hubiera firmado el propio entrenador madridista. Marcaba su primer gol con el Real Betis en primera, al mismísimo Real Madrid. Se caía la grada, rugía el Villamarín como antaño en grandes gestas. El aficionado volvía a confiar, volvía el Manquepierda.
El Betis desplegaba un futbol que desarbolaba a un perplejo rival, equipo que se convertía por momentos en el sobrenombre que sus aficionados le dan cariñosamente, el rival era un merengue en manos del crecido gigante Real Betis al que le hincaba el diente. En la segunda parte, el rival empezó a ganar terreno, y la grada empujó como no pudo hacerlo por desidia del equipo en las últimas semanas, quizá meses. Pesaban las botas y debíamos empujarles. Llegó el temido empate, como siempre con ayuda arbitral, con cinco jugadores madridistas en fuera de juego y la grada coreó el ya rancio, pero siempre útil, “así gana el Madrid”.
Pasaban los minutos, que más que minutos eran siglos, rugía la grada con cada acción de los nuestros, silbaba con cada movimiento de los suyos. Corazones encogidos cada vez que recibía Cristiano o Benzema, corazones desatados cuando robaban Petros o N’diaye e intentábamos salir al ataque. Minutos finales de infarto, la balanza pudo caer para cualquier lado. Si hubiera entrado esa última de Rubén Castro, ¡ay! Como hubiera cantado lo de la rica salsa canaria.
Pitido final y se desata la locura, igual que tras el obús de Cejudo. Bufandas al viento, suena el himno, unos saltan, otros se abrazan, muchos lloran, ninguno lo creía pero el Betis es así.
No pudo ser la victoria, pero se luchó el empate, se dio todo lo que se tenía, algunos más incluso. Los tres cambios fueron por lesiones musculares, y es que el equipo no anda bien físicamente pero hoy no se notó, la grada dio ese puntito de gasolina que otros partidos faltó, porque hoy si lo mereció. Esta vez sí, los jugadores se vaciaron y la grada lo agradeció. Más que agradecerlo se sintió correspondida, una devoción que semanas antes no merecían el amor de la grada, pero que el relevo de entrenador a cambiado. Te quiero Betis.
Unos extenuados guerreros verdiblancos agradecen la ayuda a la afición, Adán saluda a algún ex compañero. Tal vez piense “yo podría estar ahí”, pero mirando la grada seguro que dice «no lo cambio por nada» mientras esboza su media sonrisa en su rostro que me recuerda a un marine norteamericano.
Termino mi tarea, recojo mis enseres y voy bajando las escaleras del graderío bético. Ahora me cruzo con otras caras, diametralmente opuestas a las que me cruzaba cuando entré. Ahora el Betis se ilumina en sus rostros, a pesar de la oscuridad de la noche se alejan del estadio brillando con luz verde. La aurora boreal que se volvió a ver en Heliópolis, tan alejado de latitudes polares pero tan clara los días, que como el vivido hoy, el Real Betis juega en casa.
Camino hacia mi hogar fuera del Villamarín, entre la marabunta, marea verde. La situación en liga es parecida a la que había antes del cambio de entrenador, incluso menor la ventaja con el descenso. Pero las sensaciones que da el equipo no son las mismas, y eso da tranquilidad al aficionado. Al menos esa era la sensación al salir del partido, rostros felices que soñarán con seguir creciendo.
Con un Betis mejor, a la altura de su afición.

Noticia por Dejan Boyerovic
Amante del baloncesto y bético de nacimiento. Escritor aficionado y periodista frustrado, que desahoga sus ganas de escribir colaborando en la web. Ahora con el Betis Energía Plus intento despertar la pasión por el baloncesto entre los béticos de Manquepierda.