Verde, Petros y blanco

Real Betis 0-0 Valencia. Foto: Rafa Toro
El trabajo no se negocia. Al menos, eso dicen los que cada día persiguen su sueño. Esos que, en un momento determinado de su vida, fueron lo suficientemente valientes para dar un paso al frente. Para luchar por el objetivo que siempre soñaron. Petros Matheus dos Santos Araujo es uno de ellos. El brasileño seguirá soñando. Y lo hará con la verdiblanca entre ceja y ceja. Al menos hasta 2020 y para alegría de muchos, aunque no tanta para otros. El centrocampista ha plasmado en la tarde de hoy su firma en su nuevo contrato con una sonrisa de oreja a oreja, pues seguirá en Sevilla, ciudad que ya considera su casa.
No se lleven a engaño. La fuerza y la garra que muestra sobre el terreno de juego esconden a un hombre sencillo, llano y familiar. A sus 27 años, Petros ha encontrado en el Betis estabilidad. Apoyo. Confianza. Pero, sobre todo, su mejor fútbol. Su desembarco en España no fue fácil. Sufrió para adaptarse pero, finalmente, lo apostó todo por su nueva aventura. Ganó la persistencia. Triunfó la constancia.
El brasileño no ha parado desde que juró lealtad a las trece barras. Una temporada y media han sido suficientes para conocer la carta de presentación de un futbolista que, con más o menos calidad, lo deja todo sobre el terreno de juego. Intenso. Con carácter y siempre de cara. Como los grandes. Su presencia en el campo es innegociable. Al menos para todos los técnicos que han dirigido al cuadro verdiblanco desde su llegada a Heliópolis. Hoy junto a Rubén Pardo y Dani Ceballos. El guardaespaldas que todo equipo necesita. Con o sin guantes.
Abandonó Brasil en busca de un objetivo: triunfar en Europa. Pocos partidos le hicieron falta para saber que el fútbol, en España, difiere mucho de lo que se encontraba jornada tras jornada en su tierra natal. Jugador desconocido, su fichaje, de la mano de Eduardo Maciá, no ilusionó a una afición que ansiaba y ansía estabilidad. Pero al brasileño le bastaron 180 minutos para revertir la situación. Hoy, el Benito Villamarín corea su nombre. Petros es Betis. Aunque le pese a los que nunca han creído en su aportación.
Fluminense de Feira, Boa Sporte Clube, Penapolense, Corinthians y Real Betis. Nadie le regaló nada y su esfuerzo tuvo recompensa. Llegó a la élite brasileña tras pasar por numerosas categorías inferiores y, al final, llegó a Europa. El brasileño se vio obligado a cambiar muchos aspectos de su fútbol para adaptarse a la Liga pero, pese a ello, siempre mantuvo su esencia, pues sigue siendo un gran recuperador. Para ello, trabaja diariamente pensando en verdiblanco, pues para el brasileño, recuperar un balón, tiene el mismo valor que un gol para un delantero.
No lleva mucho tiempo en Sevilla pero maneja a la perfección la idiosincrasia de su club. Además, el nexo que ha encontrado con la afición le ayuda a seguir luchando por su nuevo objetivo: llevar al Betis a lo más alto. Con su renovación se hace justicia. Se premió el trabajo de un hombre que, sin duda, seguirá dándolo todo por el Betis.