Antonio Picchi, alguien que vio cambiar al Betis, de Manolo Rodríguez
Antonio Picchi Castro fue y seguirá siendo Betis de la cabeza a los pies. Durante 45 años, desde 1955 al 2000 formó parte de las directivas béticas, ocupando diversas responsabilidades: vocal en las directivas de Benito Villamarín, vicetesorero con Julio de la Puerta, vocal, vicetesorero y gerente con José Núñez Naranjo, adjunto a la presidencia con Gerardo Martínez Retamero y secretario del consejo de administración con Manuel Ruiz de Lopera.
Toda una vida dedicada al Betis, siguiendo la tradición familiar recibida de su padre y que tan bien legó a sus hijos y resto de la familia Picchi.
En septiembre de 1987 el periodista Manolo Rodríguez le dedicó este artículo en ABC. Antonio Picchi cuenta en él muchas de sus vivencias, y cómo fue cambiando el Betis, desde sus recuerdos de infancia en el Patronato, los duros años 40 y 50 en que se forjó el auténtico Manquepierda hasta el cambio que supuso la llegada al club de Benito Villamarín, para conseguir una auténtica consolidación de la entidad.
Con este relato de Manolo Rodríguez se iniciaron una serie de entregas que fueron repasando a diversos protagonistas de la historia verdiblanca y que iremos viendo.
Hace treinta años, un gallego emprendedor llamado Benito Villamarín le pidió a don José Picchi Monserrat, un bético de toda la vida, que formara parte de la junta directiva. Pero don José, que ya se sabía enfermo, que ya había luchado bastante durante la travesía verdiblanca del desierto, dijo que no. No se sentía con fuerzas para afrontar el reto, pero tampoco deseaba que la estirpe de los Picchi se agotara en su servicio al Real Betis. Por ello le propuso a don Benito que la familia estuviera representada por su hijo Antonio. “Un bético, como le dijo don José a Villamarín, que no te defraudará”. Y en verdad que tenía razón.
Así llegó Antonio Picchi a las entrañas del beticismo. Ya se estaba preparando el gran salto a la modernidad, aunque por detrás quedaban entonces, y quedan hoy, los recuerdos de siempre. Unos recuerdos que desde la nebulosa de los años Antonio Picchi sitúa en “aquellos partidos en el Patronato a los que iba con mi padre” o en “el año que ganamos la Liga. Me acuerdo que toda la familia salimos a recibir al equipo, y que después mi padre dio en casa una gran fiesta, la fiesta del Betis campeón ”.
Esas cosas, cuando Antonio Picchi se sentó en la directiva verdiblanca, eran prehistoria. Lo cercano, lo más inmediato, había sido mucho más duro. Fueron los días de calvario por los campos de Segunda y de Tercera, la lucha orgullosa de los béticos por no perder su razón de ser, y las tertulias llenas de esperanza intentando llegar a la tierra prometida. Allí, al calor de los deseos, fue donde Antonio Picchi recordó tantas veces lo que un día le dijo su padre:
“No desfallezcas nunca como bético porque alguna vez tú o tus hijos volveréis a ver un Betis grande, un Betis victorioso. Eso, tarde o temprano está por llegar”.
Todavía hoy hay un conato de lágrimas en los ojos de Antonio Picchi cuando lo recuerda. Quizás por que en esa escueta sentencia se resume el espíritu de toda una época. Los fundamentos de un Betis que allá por la mitad de los cincuenta encontró al líder que estaba esperando.
- Sí, don Benito fue el que transformó al Betis. Eso se vio desde el primer momento. Era un triunfador, tenía un enorme sentido de las cosas y, sobre todo, quería hacer un club grande.
Por ahí empezó todo. Llegó el ascenso del 58, el triunfo en Nervión 2-4, “un triunfo que había pronosticado Antonio Barrios desde el Mundial de Suecia, cuando se conoció el calendario”, y la consolidación en Primera. Vino la compra del estadio, y el estallido de un fenómeno llamado Luis Del Sol. Dos asuntos que dejaron su estela en los tiempos.
- Es verdad que el campo se adquirió durante el mandato de Villamarín. Pero, para ser justos, hay que decir que fue durante la época de Pepe Núñez, y gracias al dinero obtenido por el traspaso de Quino, cuando se pudieron liberar las cantidades que, en forma de bonos, habían adelantado algunos béticos años antes
La familia Picchi, aunque a Antonio no le guste que se diga, desembolsó allá por los 60 unas seiscientas mil pesetas que nunca aceptaron que se les restituyera. Fue, y así lo entendieron, como tener en propiedad algo de las trece rayas verdiblancas. Lo de Luis Del Sol fue otra cosa…
- Sí, porque para los béticos fue muy doloroso que se marchara Del Sol, el mejor futbolista que yo he conocido en el Betis durante todas las épocas. Fue como perder el símbolo porque, además, se malinterpretaron algunas declaraciones de Luis que dieron a entender que no era bético. Pero, afortunadamente, se ha podido demostrar que aquello no era verdad, y ha podido quedar claro lo mucho que Luis siente al Betis, y lo mucho que le dolió no poder evitar el descenso el año que volvió de Italia.
Eso fue en el 73. Para entonces ya había fallecido Villamarín, se había producido el traumático relevo de Julio de la Puerta por Pepe León, “que tuvo que traspasar a Antón porque era necesario”, y se había consolidado en la presidencia un hombre cargado de sentido común como Pepe Núñez. Y en todas las operaciones internas estuvo Antonio Picchi, que también formó parte del primer gabinete de Núñez. Vivió desde las trincheras estos tiempos de ajuste y, quizá por eso, años más tarde le ofrecieron ocupar el cargo de gerente. Algo que no dudó en aceptar, aun cuando el reto era importante. Porque ahora ya no se trataba de sentir al Betis, sino al mismo tiempo de gestionar al Betis.
Y ahí estuvo desde el 75 hasta que hace unas semanas el presidente Retamero le llamó a su lado, como asesor de lujo, para que su experiencia estuviera más cerca de las decisiones. Desde la gerencia, continuando la herencia de béticos imponentes como Manolo Simó, Antonio Picchi coordinó la presencia del Real Betis en un Mundial; veló porque la selección encontrara en Heliópolis todo el calor que los béticos son capaces de dar; y sentó las estructuras de un club que ahora se abre a los nuevos tiempos. Desde su puesto sirvió al Betis por encima de todas las cosas porque esa fue siempre su mayor ilusión. No defraudar la confianza que el Betis, el de don Benito, el de don Avelino, el de don Julio, el de don José, el de don Juan y el de don Gerardo, le depositó durante tres décadas. Y lo ha conseguido.
Antonio Picchi es de esos béticos que encuentra dificultades para explicar la evolución del club, “porque en mi entorno siempre se vivió el Betis con la misma intensidad, porque forma parte de mi vida”. Y tiene razón. Ya de joven conoció sentados a la mesa de su casa a los héroes de la época, Oscar, Cifuentes, Espejín, Peñafuerte…etc, y años más tarde, como le reprocha su mujer, hizo socio del Betis a su primer varón antes incluso de haberle visto la cara.
Pero eso, como él dice, es su mundo. Un mundo de cuatro paredes que empieza en la foto de los Reyes, en un banderín del Bayern Munich, “cómo recuerdo los cinco goles que les metimos en Huelva”, y que se prolonga a través de las fotos de ayer y de hoy que le dan color, verdiblanco por supuesto, a su despacho en el Villamarín.
Allí, entre el griterío de los teléfonos y el papeleo administrativo, transcurre la vida del socio 69 del Real Betis Balompié. Una vida que se ha escrito cada domingo desde que tiene uso de razón, y que ya sólo piensa en el partido de esta noche. Una vida llena de Betis que comparte con todos los que le quieren. Esos “con los que celebré el título de Copa, y esos a los que dejé rezando la tarde que fuimos a Málaga a jugarnos el descenso”. Esos que, como Antonio Picchi, forman parte de la raza inextinguible de los béticos.
Fuente: Manolo Rodríguez en ABC 6 de septiembre de 1987