Cardeñosa, de Manuel Lara
El descenso del Betis a Segunda en mayo de 1978 hizo que la continuidad de algunos de sus mejores futbolistas se pusiera muy en duda.
El gran rendimiento de los dos mundialistas béticos, Antonio Biosca y Julio Cardeñosa, propició que durante todo ese verano se acrecentaran los rumores sobre el traspaso del primero al Real Madrid y del segundo el FC Barcelona.
Finalmente a comienzos de agosto la junta directiva de Núñez Naranjo en una nota pública puso fin a la rumorología, negándose a cualquier tipo de traspaso. A mediados de septiembre el Betis renovó tanto a Biosca como a Cardeñosa por 4 temporadas más, con una importante mejora de sus emolumentos.
En las páginas de la Hoja del Lunes el periodista Manuel Lara escribió a mediado de agosto este artículo en el que abogaba por la permanencia de Julio Cardeñosa en el Betis, contraponiendo su opinión a la de otro periodista, Alejandro Delmás en ABC, que defendía la salida de la estrella verdiblanca.
Cardeñosa, la auténtica “pata de caoba” verdiblanca, se queda en el Betis. Ha ya cuatro temporadas, y precisamente en el partido de homenaje a Rogelio, se presentó este muchacho de Valladolid (¡qué retoños sacan las madres vallisoletanas, Delibes, Umbral, Martín Descalzo…¡) que desde el primer minuto de juego dejó su impronta de figura frente a los polacos del Wisla Cracovia, que dentro de unos días retornarán a Sevilla para entrenarse un poco, como en aquella ocasión.
Cardeñosa ha tardado en ser reconocido como figura indiscutible del fútbol nacional, incluso en esta ciudad, donde las filias y las fobias futbolísticas se anteponen siempre a cualquier análisis honestamente subjetivo—no creo en la objetividad—de un profesional del balón.
Paulatinamente fue superando los argumentos en contra, desde Michels que le echó del Barça por su aparente endeblez física, hasta los que no querían reconocer su categoría, cotejándola con otras figuritas de pitiminí del fútbol local.
Pasado el Mundial argentino, Cardeñosa no ha dejado de estar “a la page” ante los tejos tirados por clubs de presuntas solvencias económicas que deseaban llevarse al castellano—dicen—a sus respectivas plantillas.
La notable pluma de Alejandro Delmás pidió desde las páginas del ABC sevillano que Cardeñosa “emigrase”; que el diez bético no pisase los campos de Segunda—consecuencia de una nefasta labor directiva—por temor a que los tobillos del mejor centrocampista del fútbol español quedasen hechos añicos, debido a la estopa que reparten los tuercebotas segunderos.
Difiero, quizá por egoísmo, del nieto de Blas Infante, quien miró más los sentimientos obvios de una persona con deseos de mejorar que las de una colectividad de aficionados.
El fútbol sevillano, en general, está menguado de exquisitos. Abundan los Mazingers y los trotacampos; sin embargo, gentes que la pongan (la pelota se entiende) en el sitio exacto a cuarenta metros de distancia no existen; sólo lo sabe hacer, mientras que no se demuestre lo contrario, Julio Cardeñosa, el mejor pelotero que ha pisado el Villamarín desde que Luis Del Sol marchara al Real Madrid.
Ver jugar a Julio Cardeñosa, Alejandro Delmás, es un espectáculo y me extraña, tú que eres deportista cien por cien, que quieras privarte de semejante gozo. Es ahora la directiva del Betis, (¿por qué siempre los mismos?) la que tiene que recompensar a un hombre que después de los últimos avatares se ha comportado como un auténtico caballero.