Cuando Eusebio era el mejor jugador del mundo, de Santiago Segurola
En junio de 2010, durante el Mundial de Corea y Japón, Portugal aplastó a Corea del Norte con una contundente victoria por 7 goles a 0 en la primera fase del campeonato. Nada que ver con el partido disputado en 1966 en el Mundial de Inglaterra, donde estas dos selecciones se enfrentaron en los cuartos de final. Portugal, la gran revelación del torneo, se impuso por 5 a 3, pero sufrió muchísimo. Sorprendentemente el equipo coreano ganaba por 3 a 0 en el minuto 25, y tuvo que ser su gran figura, Eusebio, el que con 4 goles remontase el partido.
En las páginas de El País el periodista Santiago Segurola rememoraba al mito, la pantera negra, y cómo influyó en toda una generación y un época.
La gente de mi generación—finales de los años cincuenta—recuerda el shock que causó el arrollador comienzo de Corea del Norte frente a Portugal en el Mundial de Inglaterra de 1966.
En España teníamos mitificado al Benfica, que había acabado con la hegemonía del Real Madrid en la Copa de Europa. Era una España de exiliados, emigrantes, pobreza y dictadura, un país que sólo podía presumir de las victorias de aquel equipo inolvidable, encabezado por Di Stéfano y Puskas. Sólo los ricos disponían de televisión. Para nuestra generación, el fútbol se aprendía en la calle y en la radio.
Mi memoria infantil evoca nombres míticos, jugadores que no veía, pero que parecían ubicuos en las narraciones radiofónicas. Eusebio fue el primero de ellos.
Los comentaristas españoles cambiaban el tono de su voz cuando la pantera negra tomaba la pelota. Se producía una sensación inmediata de amenaza, perfectamente captada por el narrador, atormentada por las diabluras del excelente jugador del Benfica. Para muchos niños españoles, Eusebio era el verdadero Pelé. El astro brasileño representaba un mito lejano, ajeno a nosotros. Eusebio era nuestro vecino, un dios fulgurante que no encontraba antídoto en el Barça y en el Madrid.
Su nombre regresa tras la abrumadora victoria de Portugal sobre Corea del Norte, un partido que no tuvo ninguna de las condiciones épicas del duelo que ambas selecciones mantuvieron en 1966.
Aquella tarde, los más jóvenes escuchábamos estupefactos los goles del inquietante equipo asiático. Nada menos que tres goles al equipo de Coluna, José Augusto, Torres, Eusebio y Simoes. Para quienes asociábamos esa delantera a lo mejor del fútbol, no podíamos comprender la magnitud de la tragedia.
De esas situaciones sólo se sale con un héroe en tus filas. Uno a uno llegaron los goles de Eusebio. Marcó cuatro en uno de los partidos más memorables de la historia de la Copa del Mundo. Para Portugal significó la felicidad y la consagración de aquel maravilloso equipo. En España, un niño asumió que ningún jugador podía compararse con Eusebio. Ni tan siquiera Pelé.