Diezma, bajo un cíclope de cuarenta mil ojos, de Francisco Correal

A finales de diciembre de 1993 el Betis obtuvo la cesión de Javier Yubero, un guardameta procedente de la Real Sociedad. Los porteros con los que el Betis inició esa temporada 1993-94 eran José Luis Diezma, quien jugaba su segunda temporada en el Betis tras llegar desde el Extremadura, y Salvador Requena, también en su segunda temporada y que había venido desde la Balompédica Linense. Diezma era el claro titular, mientras que Requena era el suplente.
La llegada de Javier Yubero, una joven promesa de 20 años, parecía que iba a cambiar todo este planteamiento. Este es el sentido del artículo publicado en Diario 16 Andalucía por el periodista Francisco Correal, en su sección Marcaje al hombre, tras el partido disputado en el Villamarín el 9 de enero de 1994 contra el Burgos.
Finalmente en esta temporada Yubero no desbancó a Diezma, y sólo jugó 1 partido de Liga y 2 de Copa, mientras que Diezma jugó todos los demás. Y Salvador Requena abandonó el club muy poco tiempo después, el 16 de enero.
El miedo del portero al penalti, que Peter Handkle convirtió en carne de novela y Win Wenders llevó al cine, es asunto baladí si se compara con el miedo del portero a la suplencia. De todos los actores que intervienen en el tito dominical de un partido, ninguna posición tan frustrante como la del portero suplente.
El portero suplente termina confundiéndose con el paisaje y en no pocas ocasiones se convierte en una suerte de gurú para el entrenador, en un fijo del banquillo, redención que conoce casos como el de Monchi con Bilardo o del inefable Meléndez con Javier Clemente. El portero suplente está exento de los relevos tácticos, de las claves estratégicas. Su suerte va directamente unida a la desgracia del portero titular. Nadie quiere ser portero suplente, y menos que nadie los porteros suplentes.
La llegada de Yubero al Betis ha producido un doble movimiento en la nómina de porteros verdiblancos: José Luis Diezma sigue de titular con una responsabilidad añadida, y Requena empieza a ver los partidos desde la grada en compañía de su esposa. Suplente del suplente, el no va más de la desdicha.
Lo paradójico es que Diezma, procedente del Extremadura de Almendralejo, sólo encajó un gol copero en los últimos siete partidos. Lo que no han conseguido los delanteros rivales lo han hecho los directivos verdiblancos.
La portería del Betis, desde que la defendiera el mítico Esnaola, acaparador de glorias hechas estadística, ha transmitido una sensación de orfandad. En esta responsabilidad en cascada que Fraga convirtió en término jurídico cuando se sacó de la manga posfranquista la ley de Prensa e Imprenta, el portero es el último responsable, o sea, el primero. El encargado de sacar el balón de la red, el cuerpo del delito.
Hacía bastantes años que no llegaba al Betis un portero con pinta de portero. Premisa que no tenían experimentos apellidados Barandica, Trujillo o Fernández. El mismo Pumpido transgredía esa estética convencional en sus patéticas estiradas.
José Luis Diezma, licenciado en Ciencias de la Información, conoce el latiguillo periodístico que los reporteros utilizan para valorar la actuación de un portero que apenas ha intervenido en el partido: sin calificar por falta de trabajo. Como si en la España de Felipe hubiera ahora tres millones de guardametas haciendo cola en las puertas del INEM.
Frente al Burgos, Diezma tuvo poco trabajo, mas no tan poco como para eximirlo de toda calificación “por falta de trabajo”. Mucho trabajo psicológico, los noventa minutos más el descuento, con una gigantesca lupa dividida en cuarenta mil ojos escudriñadores, atentos a la pifia.
El primer disparo burgalés a puerta no llegó hasta el minuto 19. Venía firmado por Cholo, el nómada delantero que más veces puso en aprieto a este titular que para muchos ya huele a suplente.
Cholo repitió fortuna con ambos pies y estrelló un cabezazo en la base del poste derecho, aunque el mérito habría que repartirlo entre la fortuita madera y las oportunas manos de Diezma.
Detuvo un comprometido derechazo de Emilio y no volvió a intervenir hasta que en la segunda parte el fornido Antonio superó a los defensas béticos enviando un cabezazo junto al ángulo superior izquierda de la portería que Diezma desvió a córner.
Cuenta a su favor con los resultados, con su particular gol average. A Diezma probablemente le gustaría saber qué ha visto el Betis en Yubero, si un buen suplente o un discreto titular.
Fue recibido con vítores por los incondicionales del Gol Sur. E injustamente silbado por el resto del graderío cuando en la segunda parte se deshizo como pudo de una envenenada cesión de Olías cuando los paisanos del Cid acariciaban el empate.
En esta ciudad se vivió una situación similar, salvando las distancias y los rublos, cuando el Sevilla contrató tras rocambolescas gestiones a Rinat Dassaev. Coincidió con el mejor momento de forma del entonces portero titular, Fernando Peralta. El compromiso de Javier Azkargorta, el Bigotón que ha devuelto las ilusiones al soldadito boliviano, de mantener al malagueño mientras siguiera rindiendo duró una semana. Yubero no es Dassaev. Bigotín Kresic también confía en Diezma. Por ahora. Pero el portero que vino de Almendralejo se tomará cada partido como si enfrente, camuflados entre los delanteros rivales, tuviera a un severo tribunal de oposiciones provisto de prismáticos.