El Betis, fiel a su historia, de Emilio Vara.

El 28 de diciembre de 1981 en el Villamarín el Betis ganó 2-0 al Barcelona con tantos de Diarte y Cardeñosa, en el encuentro con el que se cerraba la primera vuelta del Campeonato de Liga.
Toda una sorpresa tal y como estaban las cosas en la tabla clasificatoria. El Barcelona era líder de la clasificación tras haber ganado la jornada anterior 3-1 al Real Madrid, con un balance de 11 victorias, 3 empates y 2 derrotas y 46 goles a favor y sólo 14 en contra. El equipo dirigido por Udo Lattek marchaba firme hacia la conquista del título liguero.
El Betis era quinto en la clasificación, con 8 victorias, 1 empate y 7 derrotas, 17 goles a favor y 13 en contra. Pero venía de una pésima actuación en casa del colista, el CD Castellón, con un miserable empate a 0 frente a un equipo que sólo sumaba 5 puntos en 16 jornadas. El partido, jugado en el Luis Casanova valencianista por cierre de Castalia, fue además televisado en directo para bochorno de los aficionados béticos ante tal despropósito.
Así pues nadie daba un duro por la victoria verdiblanca frente al líder en el Villamarín. Y sin embargo este fue el resultado que se produjo, en una de las características y llamativas sorpresas que el Betis ha dado a lo largo de su historia.
Al día siguiente en las páginas de La Hoja del Lunes el periodista Emilio Vara, desde el año 1944 siendo testigo del devenir de los verdiblancos, dedicaba su columna en la sección Trazos a este «Betis de sus grandes tardes, el Betis de los triunfos gloriosos»…
La temporada culminaría, tal como se deseaba y auguraba el artículo, con el regreso del Eurobetis, al clasificarse para la competición continental.
Seguramente, la mayoría de los aficionados que vieron al Betis por televisión frente al Castellón, pensarían que el cuadro bético estaba condenado a perder en la jornada siguiente frente al Barcelona en el Villamarín. Porque es que el Betis que se vio en el Luis Casanova era desde luego un equipo incapaz de frenar al potente y lanzado conjunto azulgrana. Y esto lo pensarían, sobre todo, los millones de televidentes no sevillanos, y principalmente no béticos.
Sin embargo, los que conocemos bien al Betis, los que sabemos su historia, teníamos plena conciencia de que el encuentro de ayer en el Villamarín no se podía jugar al “dos” fijo en la quiniela, porque el equipo verdiblanco es de los que siempre han sabido crecerse en los lances difíciles para hacer valer sus virtudes y alcanzar victorias tan justas como meritísimas.
Y así ocurrió, una vez más. Ayer el Betis volvió a ser fiel a su historia. Ayer el Betis, consciente de que cuenta con medios técnicos y temperamentales-entiéndase hombres de valía en sus filas que saben pelear y le permiten formar un buen equipo—para no tener que temerle a nadie, y responsable de que había de responder al máximo en todos los órdenes para que sus posibilidades pudieran ser efectivas y rentables, ayer el Betis salió a dar la cara y el pecho con todas sus grandes armas en juego y el coloso Barcelona mordió el polvo—el barro—de la derrota.
El Betis salió frente al líder a jugar y a luchar para ganar, sin el menor complejo de ninguna clase, y fue el Betis de sus grandes tardes, el Betis de los triunfos gloriosos, de los que tantos hay en su historia. Con la doble particularidad de que su victoria de ayer sobre el temido Barcelona fue totalmente justa, ganada a pulso por sus méritos, y de además esa victoria tiene el valor de que fuera por 2-0, que es una diferencia muy respetable habida cuenta de la categoría del adversario que había enfrente, cuya famosa y goleadora delantera fue incapaz de batir a Esnaola como prueba de la firmeza de la defensa bética, en la que sobresalió Peruena, dentro del buen rendimiento de todo el conjunto, de igual forma que arriba el mejor fue Diarte, en una tarde en la que todos pusieron en la pelea su mejor ciencia y se partieron el alma.
Bien por este Betis que llega al final de la primera vuelta en quinto lugar y con un positivo, después de haber pasado por Villamarín la Real y el Barcelona, afianzado en una posición que puede ser base para la culminación de sus aspiraciones de volver a ser Eurobetis.