Las chicas inglesas crean su propia Football Association, de Alfredo Relaño
Hoy el fútbol femenino está consolidado y en plena expansión, incluso con unas competiciones permanentes que están alcanzando un alto nivel. Aunque aún no está el fútbol femenino español al nivel de otros países las distancias se van acortando y el interés que despierta cada vez alcanza a un mayor número de medios de comunicación y de aficionados. Hace muy poco la selección española sub 17 se ha alzado con el Campeonato del Mundo celebrado en Uruguay batiendo en la final a México. Y en nuestro propio club el primer equipo femenino se codea con la élite del fútbol español, y es de destacar además la importante labor de promoción que se realiza desde las categorías inferiores.
No siempre fueron fáciles los orígenes y el desarrollo del fútbol femenino, que tuvo que luchar contra dos obstáculos: competir con el fútbol profesional masculino y contra la situación de inferioridad de la mujer en general.
Para ilustrar este asunto traemos un artículo publicado por el periodista Alfredo Relaño en las páginas del diario AS en diciembre de 2016, en el que relata el proceloso camino que tuvieron que recorrer en los primeros años del siglo XX en Inglaterra las primeras futbolistas que se lo tomaron en serio.
Tras la Primera Guerra Mundial, el fútbol femenino produjo un inesperado boom en Inglaterra, de la mano sobre todo de la fábrica de municiones Dick, Kerr and Company, de Preston. Las trabajadoras de la factoría crearon un equipo a fin de recaudar fondos para ayudar a los soldados del frente y la iniciativa fue un éxito. Se fueron creando otros equipos un poco por aquí y por allá, jugando entre ellos (entre ellas), y el público asistía, feliz con el espectáculo y feliz con la intención benéfica de los partidos. Cuando acabó la guerra continuó esta práctica, y las recaudaciones eran destinadas a ayudar a mineros en paro o enfermos, o a sus viudas, o a cualquier otro fin caritativo. Un encuentro de las Dick, Kerr’s Ladies contra St Helens Ladies llegó a concentrar a 53 000 espectadores.
Los hombres empezaron a preocuparse. Era una competencia comercial seria. Y la comparación estaba ahí: ellos eran profesionales, se llevaban el dinero a su bolsillo, mientras que ellas jugaban por amor al arte y entregaban las recaudaciones a fines nobles. Hay que recordar que por entonces, y aún por mucho tiempo, se veía mal que se cobrara por la práctica deportiva. (El Movimiento Olímpico no aceptó el profesionalismo hasta los JJ OO de Barcelona, en 1992.) La chispa estalló en primavera cuando el Newcastle tomó la polémica decisión de no ceder su campo, Saint Jame’s Park, al equipo femenino local, que dos años antes había conseguido reunir 35 000 espectadores allí.
Empezó una polémica en la que los hombres emplearon malas artes. Insinuaron que no todo el dinero de las recaudaciones de las chicas era para caridad, que algunas jugadoras retenían parte de los beneficios para ellas. Se buscaron firmas de médicos que informaran sobre la poca conveniencia de este deporte para la mujer y recomendaran otros, como más indicados. Se extendió la idea de que las mujeres que jugaban al fútbol no tenían después hijos, bien porque la práctica de este juego les inhabilitara para ello, bien porque no fueran exactamente mujeres, sino seres anómalamente hormonados. Se insinuó la presencia de hombres camuflados para dar más nivel a los equipos. La prensa de la época está cargada de referencias de ese estilo. Finalmente, el 5 de septiembre de 1921 la Football Association dicta una norma por la que todos los clubes afiliados deben hacer lo que ha hecho el Newcastle: no ceder nunca sus instalaciones para los partidos de las mujeres. También se prohíbe que piten esos partidos árbitros colegiados.
Las mujeres futbolistas, que estaban inspiradas por el mismo ánimo de las sufragistas de la época, no se arredraron e inscribieron su propia Football Association en el registro para mantener su actividad, que de hecho se prolongaría hasta principios de los sesenta. Utilizaron campos de rugby para jugar con público, o bien de críquet.
Con el tiempo, la Football Association admitirá de nuevo en su seno a las mujeres. Y en 2008 emitió un comunicado formal excusándose por su actitud en aquel lejano 1921.