El buen paño en el arca…, de Luis Carlos Peris

El 19 de enero de 1997 en el Villamarín contendieron Betis y Barcelona en partido de la jornada 20 del Campeonato de Liga de Primera División, y al que llegaban instalados en las alturas de la tabla clasificatoria. El Barcelona era segundo con 40 puntos, a 3 del líder el Real Madrid, mientras que el Betis era tercero con 39 puntos.
La expectación fue máxima y el Villamarín se llenó hasta los topes a pesar de la lluvia caída sobre la ciudad.
En las páginas de Diario 16 Andalucía Luis Carlos Peris dedicaba su artículo de la sección Desde mi córner a la tremenda expectación despertada, y rememoraba el Betis-Barcelona de febrero de 1981, también disputado con los dos equipos en las zonas altas de la clasificación liguera.
Lleno a reventar. Un Betis-Barcelona con una carga de expectación casi inédita y si acaso únicamente parecida a aquel choque con los blaugranas de la 80-81, cuando ambos moraban en lo más alto de la tabla y se estaba al borde de la primavera.
Hace ya casi dieciséis años ya de aquel Betis-Barça que puso a reventar el Villamarín y que se saldaría con empate a uno, goles de Morán y de un Bernd Schuster debutante en Sevilla.
Si seguimos rebobinando nos encontramos con un Barcelona dirigido por Helenio Herrera y que sufría en sus carnes el secuestro de Quini, un hecho que sería decisivo para que fuese campeón la Real Sociedad.
En el Betis estaba Luis Carriega en el banquillo y era un Betis quizá más poderoso que el ganó la Copa, pues el dúo Morán y Diarte había dinamitado un puñado de plazas tan inexpugnables como el Calderón o el Camp Nou, plazas que cayeron a golpe de auténticas goleadas. Era principios de marzo y al conjuro del Betis-Barça se puso el “no hay billetes”.
En esta ocasión va a ponerse de nuevo el cartelito que anhela toda tesorería, lo que desmitifica toda campaña de imagen o artificios similares. Se da con el Betis-Barça la vieja conseja comercial de que el buen paño en el arca se vende. Con esto se destroza la mamela aquella de los viejos revisteros, que alardeaban calentar los acontecimientos en sus páginas de tal manera que casi exigían llevar parte en la taquilla.
Se demuestra con lo de hoy que para vender lo bueno puede prescindirse del escaparate. ¿Y a qué viene esto, señor? Pues viene a cuento de que el billetaje del Betis-Barça se ha agotado sin apenas necesidad de hablar de él en los medios de comunicación. No se trata de tirar piedras en tejado propio, sino de dar cuenta de una realidad clamorosa. El Betis-Barça tiene mucho poder de convocatoria por sí mismo y sin necesidad de promociones publicitarias. La prueba de que Ronaldo, Finidi, Amunike, Alfonso y compañía venden es que esta tarde no va a caber un solo alfiler en el Villamarín tras una semana en que los espacios informativos fueron monopolizados por las zozobras del Sevilla y, sobre todo, por el tiroteo contra Caldas y de Caldas contra todo el mundo.