El filósofo de Arteixo, de Manuel Sarmiento
Arsenio Iglesias comenzó a entrenar en 1967 al Fabril, el filal del Deportivo de La Coruña. Estuvo en activo hasta la temporada 1995-96 en que sustituyó en el banquillo del Real Madrid a Jorge Valdano.
Casi 30 años de actividad como entrenador, aparte de su anterior etapa como futbolista, en los que pasó por los banquillos de Fabril, Deportivo, Hércules, Zaragoza, Burgos, Elche, Almería, Deportivo, Compostela, de nuevo el Deportivo y finalmente el Real Madrid.
El relato de hoy, del periodista deportivo Manuel Sarmiento Birba, se publicó en AS el 17 de diciembre de 1977, meses después de haber terminado su cuarta temporada en el Hércules para pasar al banquillo del Zaragoza. El equipo alicantino conoció con él una de sus etapas más prósperas a mediados de los años 70. Aún estaban por llegar los años brillantes con el Deportivo en la primera mitad de la década de los 90, pero el filósofo de Arteixo ya ejercía como tal.
Ha cesado Felipe Mesones. El Hércules de Alicante, que llevaba cuatro años de bonanza, ha perdido su línea de flotación. El barco de Rico Pérez se ha escorado a babor. ¿Qué ha pasado?, se preguntan por allí. En el fondo de una taberna portuaria alicantina, una voz ronca por el anisete mañanero, ha dicho algo que, incluso, puede haber sacudido los cimientos del viejo estadio de Bardin, que ya no existe, y que quizá pone el dedo en la llaga: “¿Qué va a suceder, leñe? ¡Que ya no está Arsenio¡”.
Arteixo es una media aldea, ahora con polígono industrial, que quiere acercarse a La Coruña. Arteixo tiene un balneario famoso, una playa sensacional en Sabón, unos percebes de gloria en “El gallo de oro” y a un Nobel del fútbol. Aún no le dieron el premio en la Academia sueca, pero se lo darán.
Arteixo es el lugar de nacimiento de un muchacho que jugó al fútbol, como mandan los cánones en el Coruña, Sevilla, Granada y Oviedo. Se llamaba Arsenio Iglesias, y yo, un día que andaba de farra por La Coruña, le bauticé como “el filósofo”.
En casa de Pardo, ¡qué buen boxeador fue Pardo, y Fernando Vadillo lo sabe bien¡, “el filósofo” Arsenio me contó cosas del fútbol que más parecían sentencias de Sócrates, Platón o Aristóteles. El filósofo de Arteixo parecía un sofista más, pero con pensamiento moderno a lo Francis Bacon. Mo hablaba, por supuesto, del “método científico”, pero sí de las entrañas del fútbol. Comprendí, en el acto, que era un observador excepcional. Aparte la farra que seguía, el vino albariño y unos camarones grandes como dedos.
Arsenio, siendo entrenador del Hércules, le dio por dos veces la puntilla al Celta. Y eso, que es un lance deportivo, supone en mi caso algo más que un pecado. Escribo con una justicia inmensa, y yo mismo lo proclamo, porque sabía que cuando Arsenio dejase Alicante era cuando iba a ser ensalzado. Y lo sería, no por lo que hace ahora en su actual club, sino por lo que hizo en el propio Hércules. Es curioso. En la temporada 1972-73 el Hércules tuvo tres entrenadores y casi desciende a Tercera. En el año siguiente, en la 73-74, es cuando Arsenio llega al club alicantino y en una temporada lo mete en Primera. Arsenio dirige al club durante tres ciclos en la división de los mejores, alternando en los puestos de cabeza. A principios de este ejercicio, Arsenio se fue al Zaragoza, el Hércules tiene el mismo elenco y ya sabe de dos entrenadores. Uno cesado, Mesones; otro repescado, Joanet.
Este Arsenio Iglesias, de mirada penetrante como un halcón o un milano, de respuestas pensadas y cautelosas, ha dejado en auténticos cueros a los pitonisos del balón. En una de las fachadas del estadio alicantino debe quedar grabado, como hizo Praxiteles en Halicarnaso, que por allí pasó con éxito durante cuatro años Arsenio Iglesias. No jaleamos por paisanaje. Nos remitimos a unos hechos incontrovertibles, diáfanos. Arsenio no quiere nada con la bambolla futbolera, con su aparatosidad. Habla con acento de Curros y sabe más “latín” que don José Bernal, que fue catedrático mío de Derecho Canónico. Arsenio sería incapaz de hablar en público en Hyde Park, pero sí sería capaz de vender en el Rastro entre follones, carreras y sustos. Arsenio es tan “zorro” que lo mismo le puede echar una mano a Piniés en la ONU como llamarle profesor a José María Martín.
Arsenio, que vivió siempre en Arteixo, debió contagiarse de Epi, Herrerita, Zarra, César, Gaínza, Eizaguirre, etc, que en 1945 se concentraron allí para jugar contra Portugal en La Coruña. Incluso, Arsenio pudo ser uno de los rapaces que sacó a Herrerita a hombros, con su esparadrapo en la ceja, después de haber quebrado a Francisco Ferreira y armar el taco en Riazor.
Arsenio está de moda en Alicante. Porque irse él y venirse todo el tinglado abajo fue todo uno. Arsenio, que es más tímido que Molowny, ha dado una lección a tanto sabio como existe en el fútbol. Arsenio ha actuado como lo que es. Como un filósofo.