El fútbol y el Baratillo, de Manuel Lara.

En febrero de 1981 la Federación Española de Fútbol concedió al Sevilla FC la celebración de un partido internacional de la selección, para unirse así a la celebración que el club blanco había hecho de su 75 aniversario en el año 1980.
El problema de la celebración de este España-Hungría de carácter amistoso era que el día determinado era un 15 de abril y que ese día era Miércoles Santo.
En las páginas de la Hoja del Lunes el periodista Manuel Lara, en su sección En corto y por derecho, el 9 de febrero de 1981 alertaba sobre la barbaridad de ubicar ese partido, de por sí poco interesante, en una fecha tan señalada coincidente con las fiestas de la ciudad.
Finalmente el partido se jugó en Valencia, después de otros intentos fallidos de ubicarlo en Zaragoza o Elche. Y la selección que Santamaría adiestraba de cara al Mundial de 1982 perdió estrepitosamente 0-3, con lo está claro que nada nos perdimos ese día.
Mi amigo y compañero Fernando Gelán, propagador de ese invento que denominó “el fútbol-cofradía”, un fenómeno sociológico parafutbolístico gracias al cual centenares de narcisos vanidoso de esta ciudad se miran y se recrean en el río impreso del matutino monárquico, tendrá ocasión de engrandecer con nombres sonoros su lista de personajes para tan bonita distracción.
La Federación Española de Fútbol ha designado Sevilla como escenario de un encuentro de la selección A de fútbol, con tan mala fortuna de escoger como fecha de celebración del encuentro el próximo día quince de abril. El día quince de abril es Miércoles Santo, uno de los días menos apropiados para que los privilegiados hombres de Santamaría se enfrenten a los húngaros en esta ciudad.
En Madrid han operado con los mecanismos de siempre. Abril es la mejor época de bajar hasta Sevilla, para practicar esa liturgia tan agradable del pescaíto frito. Ha sido muy sospechoso el cambio de fechas. En un principio el encuentro internacional que dieron a Sevilla era el que iba a disputarse próximamente contra Francia; pero los conspicuos federativos de Madrid lo vieron muy claro. En Sevilla nada hay que hacer en febrero…abril es una cosa muy distinta.
El error ha sido mayúsculo. La selección no tendrá respaldo popular. El pueblo, la mayoría, estará con sus cofradías: el Baratillo, San Bernardo, Los Panaderos…; el Sánchez Pizjuán registrará una entrada parecida a la de la noche del Santos de Brasil. Los sevillanos, los aficionados al fútbol se entiende, pasada la fiebre del último Sevilla-Betis de la temporada (doce de abril, domingo de Ramos), nada querrán saber de un partido intrascendente y amistoso y quizá televisado en directo.
La Federación Andaluza, donde tengo buenos amigos, ha ido de torpe en esta ocasión, pues que se sepa no ha informado a los máximos rectores del fútbol de que el quince de abril es Semana Santa y la Semana santa es cuestión seria por estos pagos. El argumento trasnochado del “jugador número doce” no valdrá. La literatura épica de ambientación, por suerte, ya no existe. ¿Qué harán para que las gentes vayan al campo? Lo dicho, el único que le verá la punta a tan sombrío panorama será el amigo Gelán, a quien ya me lo imagino “tirando placas” a Gil de la Serna y a Agustín Domínguez viendo la del Baratillo por el Arenal.