El jugador número doce, en su sitio, de Emilio Vara
La publicación de hoy es un artículo del periodista Emilio Vara en el diario vespertino Sevilla del 17 de noviembre de 1965.
Tres días antes en el Villamarín el Betis había sido vapuleado por el Córdoba con un rotundo 0-4. Tras este partido, y después de 8 jornadas, el Betis era el último de la clasificación de Primera División con 2 victorias y 6 derrotas, 9 goles a favor y 22 en contra.
Sin embargo, y como se dice en el artículo la afición animó al equipo desde el principio y continuó con su apoyo cuando el Córdoba se adelantó en el minuto 29 de la primera mitad. Pero la segunda parte fue un auténtico desconcierto, con 3 goles más de los cordobesistas, y el público pasó del ánimo al descontento.
El jugador número doce, que como todo buen jugador ya ha hecho escuela y se le trata de imitar en España y fuera de España, sigue estando en su sitio. Lo demostró el domingo, en el estadio Villamarín.
El domingo, los aficionados que acudieron a ver el encuentro Betis-Córdoba, estuvieron al lado del equipo bético, animándolo con sus aplausos y sus voces de aliento, hasta que el desconcierto del conjunto local llegó a un límite en el que ya, justamente, había que cambiar las ovaciones por lógicas muestras de protesta a la vista de unos fallos y unos errores que no se podían pasar por alto. El domingo, el público sevillano trató de levantar al Betis hasta que, consumadas las consecuencias que habían de derivarse de unas equivocaciones persistentes, llegó el momento en que había que protestar contra esas equivocaciones. Y protestó con razón, porque la alineación de Santisteban, por ejemplo, y la falta de garra en los jugadores béticos, eran fallos imperdonables.
Sigue en su sitio, pues, el jugador número doce. Aplaude cuando hay que aplaudir y censura cuando necesariamente hay que poner ya los puntos sobre las íes para ver la manera de atajar un mal que se está a tiempo de corregir. A la afición le pedimos muchas veces que aliente y anime a los jugadores y este apoyo no falta. Y es preciso que reconozcamos que la afición no puede estar sólo para mover el incensario. La afición tiene también derecho a protestar cuando las cosas no se hacen o no funcionan como es debido. Tiene derecho a protestar y debe hacerlo además cuando aún hay tiempo. Como es el caso del Betis, que es el que motiva este comentario, para que se corrijan los errores. Lo contrario, hacer la vista gorda siempre, perdona una y otra vez todos los fallos, sería más perjudicial que beneficioso en un momento en que, por poderse aún superar una situación grave, lo más conveniente, lo efectivo, es llamar al pan, pan y al vino, vino.
Esto fue lo que hizo la afición bética el domingo, al mostrar su descontento después de haber aplaudido en balde. Y por ello repito que el jugador número doce sigue estando en su sitio con plena conciencia de su responsabilidad. Tan está en su sitio, que también supo ver y valorar los méritos del Córdoba y aceptó, con ejemplar deportividad, su legítimo triunfo.
Y es que la afición sevillana en definitiva, el jugador número doce, es, hoy por hoy, como dije recientemente, una figura mundial del fútbol. Lo lamentable es que esta gran afición no se vea en estos momentos bien correspondida por sus dos históricos equipos.