El mejor fichaje del Betis, de Luis Carlos Peris.

No fue hasta febrero de 1983 cuando el Betis dispuso de unas instalaciones de entrenamiento propias, con la puesta en marcha de Villa Heliópolis a escasa distancia del estadio Benito Villamarín.
Se trataba de unos terrenos arrendados al Patronato del Hospital de la Santa Resurrección de Utrera por espacio de 50 años, con una extensión de cuatro hectáreas y media. Desde mediados de la década de los 70 era un proyecto largamente acariciado por la directiva verdiblanca, pero que no se llegó a ejecutar. Incluso se adquirieron en propiedad unos terrenos en Bellavista para este fin, pero que luego se demostraron inválidos para su uso como ciudad deportiva.
Así fue una constante en esos años que el primer equipo usase para sus entrenamientos diversos terrenos, como los de la Universidad Laboral, Mairena, San Juan, Dos Hermanas, Los Palacios, etc, además de las pequeñas instalaciones construidas entre Gol Norte y Fondo en época de Ferenc Szusza y que el ingenio popular bautizó como Maracaná. Y para la cantera se arrendaron habitualmente las instalaciones de Piscinas Sevilla o del Marqués del Contadero.
En las páginas de Diario 16 Andalucía el periodista Luis Carlos Peris saludaba esta iniciativa, destacándola como la mejor del periodo de 4 años de la presidencia de Mauduit, a la que quedaban ya escasos seis meses.
Cuando los periódicos anden elucubrando con las alineaciones que Betis y Sevilla van a presentar en estos derbis de propina que nos han llegado por una broma del bombo copero, digo que cuando estemos en las vísperas de la eliminatoria de octavos de final, los verdes estarán en condiciones de afinar la puesta a punto fuera del estadio y en un terreno propio.
Queda muy poco para que el Betis disfrute lo que va a ser su mejor fichaje de siempre, esos terrenos a tiro de piedra del estadio en los que construye sus canchas de entrenamiento. Casi todas las mañanas, Marcel Domingo se pega una vueltecita para ver los campos. Los mira atentamente y sólo le falta tirarse al suelo para oír como crece la hierba.
Y es que el Betis ha dado estos últimos años una muy mala imagen con ese constante nomadeo en busca de un potrero donde adquirir la debida reserva física. Aquellos tiempos de García Traid en que el equipo entrenaba en la Universidad Laboral y los jugadores tenían que, vestidos de corto, ir en sus coches particulares para no dañar la economía; o cuando Szusza los adiestraba en el tristemente célebre “Maracaná”.
Más recientemente se fichaba a Moyano, por 30 “kilos” y Segundo y, sin embargo, se seguía sin un lugar digno donde adiestrarse. Ya ha cambiado todo y Juan Mauduit logró hacer su mejor gestión como presidente al adquirir en arrendamiento una hermosa huerta justo al lado mismo del estadio.
Es ésta la mejor gestión de un Mauduit que durante su mandato se equivocó con contumacia, pero bien dado será su paso por el sillón bético con la puesta en escena de estos potreros, estos semilleros—miren, si no, al Sevilla—que son los encargados de dar el fruto que cimente el Betis venidero.
La economía de los clubs españoles se encuentra en estado comatoso, casi ninguno saldó definitivamente sus cuentas con las empresas que remodelaron los estadios, y sólo podrá buscarse en las propias canteras lo que está absolutamente vedado por razones obvias.
No cabe la menor duda que la puesta en funcionamiento de Villa Heliópolis será un logro como lo fue para el Sevilla su ciudad deportiva. Ahora sólo resta usarla racionalmente para que fructifique en el mejor fichaje de la historia del Betis.