El tío y el sobrino, de Manuel Fernández de Córdoba
Los que ya tenemos unos años recordamos con nostalgia la sintonía con la que los lunes en la década de los 70, a esos de las tres y media de la tarde, se iniciaba en Radio Sevilla un programa de humor que, con el guión de Juan Tribuna, protagonizaban Manolo Méndez, que hacía el papel del tío sevillista, y Pepe Da Rosa, que interpretaba al sobrino bético.
Una serie de dialoguillos curiosos en los que se comentaba la jornada futbolística del domingo, bajo los parámetros del humor y las pullas entre los dos protagonistas.
Pepe Da Rosa falleció en 1986 y siete años después lo hizo Manolo Méndez. Con ocasión de su desaparición en 1993 el periodista Manuel Ramírez Fernández de Córdoba recordaba al programa y sus protagonistas en el diario ABC.
Era al filo de las tres y media de la tarde, cuando los postres o los primeros minutos de la sobremesa, con su sintonía metiéndose a toda pastilla entre las ondas de las últimas radios de cretona y los primeros transistores y siempre, siempre, el latiguillo del “y ya están aquí el tío Pepe y su sobrino”, para que los aficionados al fútbol nos frotáramos las manos pensando qué se iban a decir uno a otro, sevillista el tío, bético el sobrino, para, con sal de la buena, meternos en la tertulia y hacer de sus voces, de sus frases, de sus ecos y de sus chanzas algo tan familiar como era aquella vieja y añeja radio de Rafael González Abréu número cuatro.
Al micrófono Manolo Méndez y Pepe Da Rosa para hablarnos de los leoninos, de los del enlutado atuendo, de “niño, sobrino, ten respeto a tu tío, niño, que mi Sevilla…”, del “éle, mi Beti güeno, que no nos lo merecemos…”, de “mi gallo”, dedicado a Baby Acosta, de aquel don Luis a Del Sol o, andando el tiempo, de Don Julio a Cardeñosa, o del látigo de Merkel, o de esa repajolera gracia nuestra, de la de verdad, que bordaba la garganta de este Manolo Méndez que se nos murió el otro día y que ya me imagino, la vida se llevó por delante, hace ya más tiempo, a su formidable “sobrino”, por esa Radio Sevilla de los cielos contándose uno a otro venturas y desventuras, fichajes y desfichajes, historias e historietas, humor sobrado para meter en el saco de la audiencia lo que en ese saco entraba cuando “Olimpiada” daba paso, cerrando el programa deportivo, al dialoguillo.
Conocí personalmente a Manolo Méndez casi de refilón y hace muy poquito tiempo, aunque ya lo diera por conocido desde que empezar a escucharlo. Fue en un semáforo; paré con mi moto a su vera esperando el verde, se hacía eterno el grana en las luces y ya empezamos a mirarnos los que esperábamos a ver quién se decidía a tirar palante porque aquello estaba estropeado. Entonces me salió de dentro un “tire usted palante, tito Pepe”. Desde el coche me respondió una sonrisa que me pareció a mitad de camino entre el agradecimiento por el recuerdo y la complicidad de un parentesco consolidado desde hacía muchos años. Y cada cual siguió por su lado sin que me diera tiempo a más. Ni hizo falta.
Ahora, cuando ya hace tanto tiempo que no escuchaba su voz, cuando hace tanto, aunque parezca tan poco, que no tenemos aquella preciosa tertulia del dialoguillo, cuando tan cerca hemos tenido un trofeo que tanto ha dado que hablar y ya encima una nueva temporada, la voz cascada, sevillanísima, impresionante del tito Pepe se ha ido con aquel cascabel sonoro del “sobrino” que, en su última época, sustituyó quien únicamente podía hacerlo al ser rama del mismo tronco. Hoy, querido Paco García Montes, querido Gregorio Cabeza, siento en el fondo de mi alma que algo muy nuestro se nos ha ido, pero nos queda el eco y el recuerdo.
Fuente: Manuel Fernández de Córdoba en ABC 21 de agosto de 1993
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