Entrevista Enrique Normand 1934
En 1934 en el semanario deportivo Campeón aparece una curiosa entrevista que se realiza por parte bética a Enrique Normand y por parte sevillista a Fernando Escandón.
Se trata en ambos casos de contratar la opinión de ambos sobre cómo había evolucionado el fútbol inicial y amateur del que formaron parte 30 años antes hacia el fútbol ya profesional de los años 30.
Enrique Normand Faurie había nacido en Valladolid en 1885, trasladándose después su familia a Madrid. Estudió la carrera de ingeniero industrial, trabajando como funcionario de Hacienda, lo que motivó su traslado por numerosos lugares de la geografía española.
En su juventud fue uno de los fundadores del Madrid FC, con el que jugó en la primera década del siglo XX, consiguiendo brillantes triunfos como los triunfos en la Copa de los años 1905, 1906, 1907 y 1908. Posteriormente jugó en el FC Barcelona y en el Stade Français parisino, un equipo que se cruzaría con el Betis en 1964 en la Copa de Ferias.

En los años 20 Enrique Normand se traslada a Sevilla, concretamente al barrio de El Porvenir, entrando en contacto con elementos del Real Betis Balompié, muy vinculado al barrio en el que se encontraba el campo de fútbol del Patronato. Así forma parte de la directiva bética con el presidente Antonio de la Guardia, temporada 1926-27, y es, además, el primer presidente del Betis Tennis Club entre 1928 y 1931.
Será miembro de diversas directivas de finales de los años 20 y de la primera mitad de los 30, siendo la temporada 1933-34 la última, cuando fue vicepresidente con Antonio Moreno Sevillano.

A comienzos de los años 40 Enrique Normand estuvo entre los fundadores de la Hermandad de la Paz, también ligada al barrio del Porvenir.
En la mitad de los años 40 Normand fue destinado a Barcelona.
Respecto a Fernando Escandón señalar que fue jugador del Sevilla FC entre los años 1913 y 1915.
La entrevista la realiza el periodista Antonio Olmedo y en el caso de Normand la fecha claramente, pues se trata de la disputa de un Betis-Madrid jugado en el Patronato el 18 de febrero de 1934 y en que el Betis se impuso 2-1.

Las alusiones de Escandón a la gran forma en que se encontraba el Sevilla esa temporada se deben a que fue en ella cuando consiguió el ascenso a Primera. La semana anterior en Vallecas se había impuesto 0-2 en el partido decisivo contra su máximo rival por el ascenso: el Athletic de Madrid, en un partido bronco y violento.

El Betis y el Sevilla, vistos por jugadores de los tiempos heróicos
Aquellos tiempos del fútbol amateur, sin mezcla de “marrón” alguno, cuando los jugadores ahorraban durante las semanas sus gastos de viaje cada vez que habían de desplazarse para visitar al rival de turno, cuando los vencedores ofrecían caballerosamente inmediata revancha, cuando en cada partido sólo se ventilaba la “negra honrilla” y alguna vez la posesión de un trofeo; aquellos tiempos felices, en fin, de las porterías al hombro y del penalti por cada tres corners, se recuerdan siempre con agrado.
Nació entonces, humildemente, el fútbol español, que con lentitud, pero también con seguridad, había de prosperar hasta situarse en la esplendorosa situación actual. Los animosos muchachos de la época pretérita que de las praderas libres pasaron a los campos limitados, al fundarse los primeros Clubs oficiales, son hoy hombres maduros, inutilizados por el tiempo para las prácticas del brioso juego. Pero conservan la afición de su juventud, porque jamás perdieron contacto con sus antiguas Sociedades, a veces representadas por otras cuando las incidencias de la vida les obligaron a residir en lugares distintos de aquellos donde pasaron los años mozos.
Bien conocen las vicisitudes del fútbol nacional y por eso nada más interesante que sus juicios, cualquiera que sean las circunstancias de emisión.
¿Cómo ven a los Clubs sevillanos en el momento actual dos destacados futbolistas de la era heroica? He aquí lo que dicen, uno de significación bética y el otro sevillista de siempre.
Cuando el Betis juega en su campo no haría falta para mirar hacia el cuadrilátero para saber lo que en él ocurre. Bastaría observar las rotaciones de cabeza y los expresivos gestos de un espectador que ocupa plaza en la primera fila de tribuna. Este aficionado, tan buen acusador de las incidencias del juego, porque lo saborea como nadie, es don Enrique Normand Faurie, ingeniero del Estado, quien se llamaba simplemente Normand cuando fue medio centro del equipo fundador del Madrid, en el que también formaban Parajes, los hermanos Giral, Revuelto, Manolo Prast, Alcalde, Quincho y Manolo Yarza, Berraondo y Neira.
Don Enrique se inició como futbolista en el New, que puede llamarse padre del Madrid FC. Ya en este Club jugó y ganó las finales de campeonato nacional correspondientes a los años 1905 al 1908, siempre frente al Athletic bilbaíno. Más tarde, ya terminada la carrera, defendió en París, durante la gran guerra, los colores del Stade Français.
El Normand de entonces, el señor Normand de hoy, fue destinado a Sevilla, y atribuyó al Betis la representación de aquel Madrid para él inolvidable. Era presidente de los béticos el señor Laguardia, quien invitó al experto para que formase parte de la Directiva, y en la regencia del Club blanquiverde ha participado y participa, con la excepción del año precedente, durante el que fue federativo de la regional Sur.
Hablamos con don Enrique mientras se celebra el partido Betis-Madrid. Sus juicios son sencillos y claros. No pierde movimiento ni bien ni mal hecho.
– Mire, mire. Velocidad, coraje; esas son las cualidades que dieron al Betis su rango actual. Al calor de la hinchada, en cuya vanguardia formo, son casi invencibles nuestros muchachos. Sus fracasos, no muchos por cierto, se producen cuando no oyen los entusiastas gritos de aliento. Lo único que me duele es que los sacrificios de la Directiva no sean apreciados y que nuestra labor choque con el obstáculo de una crítica negativa.
Ese reproche constante por la importación de los elementos vascos no tiene razón de ser. Sevilla produce futbolistas de calidad, pero no cantidad de ellos, y hay que recurrir a las canteras. Por lo que respecta la confección de equipos, saben los directivos cosas que no deben de trascender a la calle, y son las determinan inclusiones y exclusiones contra las que el aficionado suele fulminar impremeditamente su anatema, injusto casi siempre.
De esos jugadores que vemos admiro, en primer término, a Areso, prototipo de la regularidad, y a Unamuno, por su entusiasta tesón.
¿Una comparación entre este fútbol y el que nosotros hacíamos? Lo nuestro era un embrión, lo que vemos ahora mismo es cosa lograda. Pero entonces no existía el profesionalismo, que parece enemigo del entusiasmo. Es su única tacha.
Dejamos al señor Normand en la tribuna. Hoy no está tan a gusto como otras veces. Luchan el Madrid, su Madrid, y el Betis, su Betis. Y se le antoja que autoriza con su presencia una pelea entre hermanos.
Fernando Escandón, sevillista de por vida, medio derecha que fue del Club merengue andaluz, nació para este deporte en el antiguo Huerto de la Mariana.
Allí tuvieron lugar sus primeras actuaciones al lado de Alvaro Rodríguez de Riva, Luis Ybarra y Osborne, de los hermanos Mata, de Nicolás Carretero y Luca de Tena. Con ellos puso los cimientos de este Sevilla FC, hoy en pleno triunfo, el malogrado Paco Alba, espíritu del Club, cuya reciedumbre perdura a través de tantas vicisitudes.
Fernando Escandón jugó también en Inglaterra, y en Francia, durante la gran guerra, formó parte del Racing de Paris. Pero jamás olvidó al Sevilla.
Compara Fernando el fútbol actual con el que hacían ellos, y dice:
– Los futbolistas de hoy son formidables como futbolistas, pero les falta esa gran fortaleza física que nosotros teníamos, y que, a mi juicio, es elemento básico. Entonces había individuo, cosa que actualmente suele fallar.
Sin embargo, estos muchachos realizan algo que nunca pudimos imaginar posible. Es, pues, el fútbol de ellos infinitamente superior al nuestro; pero insisto, si en nuestra época se llegan a conocer las técnicas modernas, hubiéramos superado tanta maravilla dada la recia constitución física de los jugadores de aquellos tiempos. Aunque quizá esa cualidad fuese culpable de que todo lo fiásemos al esfuerzo personal.
Respecto al Sevilla, Fernando Escandón opina así:
– Es las crisis sufridas por el Club influyeron los jugadores importados. Los Clubs encumbrados pusieron de moda el sistema absurdo, y como resultaba cómodo espigar sin haber sembrado…
Pero debe de ser de otra manera. El jugador nativo defiende algo más que las pesetas legítimamente ganadas. Eso lo ha comprobado nuestro Sevilla, que, por cierto, está en su momento, posiblemente merced a esa sana orientación. Creo, no obstante, que el equipo no ha dado aún su máximo rendimiento, cosa que sucederá el año venidero, cuando las figuras nuevas hayan reposado los triunfos.
Hubo un instante en que los eternos pesimistas creyeron en la fugacidad de las victorias sevillistas, sin advertir que los largos y obligados viajes producen ocasionales y repentinas bajas de forma por cansancio. Pero ya se ha visto la realidad apenas los muchachos de Encinas tuvieron ocasión para reparar fuerzas.
Por lo que a las figuras atañe, las dos más relevantes de los tiempos actuales están en el Sevilla: son Eizaguirre y Campanal. En otros primeros planos, veo tanto entre los béticos como entre los sevillistas, estrellas de primera magnitud.
Quiero decir que es también urgente una modificación en la estructura de las competiciones que facilite la vida de los Clubs. Hoy yodo se hace a costa de personales sacrificios, y no debe de ser así, porque el fútbol español, dado su rango en el terreno deportivo, debe tener vida propia y próspera en el orden económico.
Así han respondido a nuestros interrogatorios dos figuras futbolísticas de aquellos tiempos felices de las porterías al hombro y de la supervalencia en un penalty de tres corners seguidos.
Fuente: Antonio Olmedo en Campeón 25 de febrero de 1934