Entrevista Eusebio Ríos 1964
En noviembre de 1964 Eusebio Ríos alcanzó la internacionalidad. Lo hizo el día 15 en el estadio Das Antas de Oporto en un partido amistoso contra Portugal, en el que sustituyó al central barcelonista Fernando Olivella al comenzar la segunda parte. Era el primer partido que la selección jugaba después de haber ganado la Eurocopa de Naciones en junio de 1964 frente a la Unión Soviética en Madrid, y el seleccionador José Villalonga mantuvo prácticamente el mismo bloque que había obtenido el título, de forma que 9 de los 11 titulares de la final en el Bernabéu repitieron alineación contra Portugal cinco meses después.
Para Eusebio Ríos llegaba, por fin, la oportunidad de estrenarse con la selección. Habían sido varias las ocasiones en las que estuvo a punto de ser convocado, pero a sus 29 años la oportunidad parecía escaparse. Por fin llegó la convocatoria, y ese fue el motivo para que el periodista Manuel Alonso Vicedo le entrevistase en las páginas de Sevilla, el día antes de partir hacia la concentración del equipo nacional.
La esperanza, esa luz verde que deja vía libre a la más cara ambición, es lo último que pierde el hombre. Por escasos méritos que reúna, siempre se confía en ella. Y espera. La acaricia en sueños. La comenta con los íntimos. Acaba por desesperarse en el recóndito “yo” cuando la fría objetividad le habla de su mérito en justicia y la recompensa no llega.
Este vasco noble y grande, el apodo familiar de los compañeros de equipo, que se llama Eusebio Ríos ha tiempo que debía figurar en el equipo nacional. Méritos tenía. Condiciones no le faltaban. Forma, la idónea, en el binomio futbolero de técnica y preparación física. Pero la llamada quedaba en la desesperanza de una vida futbolística ejemplar que se consumía sin la camisola española en el arca de los recuerdos.
De pronto, de forma inesperada, por ser a última hora, con indudable justicia, el central bético es incluido en la lista de los viajeros del equipo nacional A.
– Tenía alguna esperancilla, pero me había quedado tantas veces con ella. Sin decirla a nadie, que veía esfumarse mi última oportunidad
Mientras hacía las maletas, visitamos el domicilio de Eusebio Ríos. Hora intempestiva. Recibimiento y acogida amable, como siempre.
– José María De la Concha fue quien me dio la noticia de la selección
– ¿Qué pensaste a continuación?
– Muchas cosas que desde años soñaba. Ten en cuenta que a mis veintinueve años era ésta la última oportunidad. A uno, que ya va para viejo, no le falta más que ese jalón de internacional que consagra y satisface una vida deportiva. Porque yo, en el Betis, pienso terminar mi carrera. Por eso lo de internacional…
Tres veces ha rondado la internacionalidad Eusebio. En las tres, por diversas razones, se quedó fuera.
– Hace varias temporadas, yendo el Betis a Madrid con cinco positivos a jugar con el Atlético, ya estaba casi decidida mi inclusión en el once nacional. Me visitaron los federativos antes del encuentro. Pera mira por donde nos salió un partido malísimo, perdimos seis a uno y yo me quedé con un pie en el estribo; el año pasado, jugando en Valladolid, fue Villalonga para ver a Pepín y a mí. No pude jugar por haberme lesionado en La Coruña. Se fijó en Colo, que jugó de central, y lo llevó a Valencia. Y con anterioridad, en los tiempos de Barrios, también iba a ser seleccionado para la B. pero hubo otro impedimento. Total, que yo desesperaba de alcanzar el entorchado en el A.
– ¿Jugarás?
– No lo sé. Aunque sea un rato, me gustaría vestir la camiseta de España. Ahora, preferiría salir desde el comienzo. Claro que Olivella es un gran central y tras lo de Rusia es el primer partido internacional…
– A los treinta y dos años, Pepín fue internacional indiscutible. ¿No consuela a Eusebio Ríos, con veintinueve, tal hecho?
– Me consoló en su día y me dio enorme moral
– ¿Es ésta tu mejor temporada?
– Estoy muy bien, pero creo, sinceramente, que he tenido otra mucho mejor
– Sin embargo, ahora te llega la llamada…
– ¡Las cosas del fútbol¡
– ¿Qué te han dicho los compañeros?
– Se han alegrado muchísimo. Yo, que soy amigo de todos, lo he comprobado
La familia Ríos está algo nerviosa. Hasta el más pequeño de la casa, de pañales, llora. Supone ascender el último escalón de una carrera en auge.
– Mis padres se habrán puesto contentísimos. No te lo puedes imaginar. Fíjate lo que sabrá mi madre de fútbol que cuando fuimos a Bilbao, ella presenció el encuentro. Y al final de éste me dijo: “Pero bueno, ¿por qué no os pusisteis los once en la puerta? Así no os habría ganado el Atlético. Mira que sois tontos…”
– Eusebio, ¿no piensas que esta temporada puede ser la tuya en el campo internacional, vista la baja forma que atraviesa Fernando Olivella?
– Conseguido el primer objetivo, la selección, ya puede pensarse con más fundamento en volver a ella otra vez. Desde luego haré todo lo posible por no desaprovechar la oportunidad si salgo. Y si no, me esforzaré todos los domingos para seguir mereciendo la atención del seleccionador
Contento. Intimamente satisfecho. Es toda una vida esperando el viaje que esta mañana emprendió en avión hacia Madrid. Tres veces estuvo a las puertas de la selección. Ahora, camino de Oporto y con Olivella en crisis de juego. Su luz verde, la de la esperanza, señala camino libre fuera de su intimidad. ¡Ahí es nada¡
– Haremos todo lo posible por lograr un buen resultado…
Fueron sus últimas palabras, al despedirme en la puerta del piso. Su presencia en el equipo nacional parece que lo está obligando a todo, aun sin saber si jugará.
Eusebio Ríos, ese vasco noble y grande, ha encontrado recompensa justa y merecida en el tercio final de su carrera deportiva. ¡Lo merecía¡
Fuente: Manuel Alonso Vicedo en Sevilla 10 de noviembre de 1964