Entrevista Eusebio Ríos 1988
El 11 de marzo de 1988 Eusebio Ríos era presentado oficialmente como técnico de la primera plantilla del Real Betis Balompié para la temporada 1988-89.
El 8 de febrero había sido cesado el entrenador John Mortimore, siendo Pedro Buenaventura quien se hizo cargo de la preparación de la primera plantilla verdiblanca. Su paso por ésta se entendía como provisional, pero Eusebio Ríos no se podía hacer con el puesto de forma oficial porque al haber entrenado esa misma temporada al Deportivo de La Coruña la legislación federativa lo prohibía.
Ríos quedó así en la sombra, pues aunque el entrenador en el día a día seguía siendo Pedro Buenaventura, Eusebio Ríos estaría al tanto de todo e iría preparando la próxima campaña, ya fuese en Primera, si el equipo conseguía la salvación como afortunadamente hizo, o en Segunda si el descenso que por entonces amenazaba gravemente se consumase. De hecho fue nombrado manager del equipo, aunque no iba a recibir ninguna remuneración económica por ello.
En las páginas de Diario 16 Andalucía el periodista Guillermo Sánchez publicó esta entrevista el 13 de marzo de 1988, el día en el que el Betis recibía el Celta en el Villamarín, primer partido que se jugaba con la designación ya de Eusebio Río como manager del equipo.
Con el regreso de Eusebio Ríos al barrio de Heliópolis, el Betis ha recuperado parte de sus señas de identidad, varias páginas de historia verdiblanca que pertenecen al mismo capítulo al conjuro del mismo nombre. Parece imposible separar a Ríos de la fisonomía bética de la época, de una década prodigiosa que arranca con las últimas carreras de los “siete pulmones” de Luis Del Sol y se cierra con las últimas “roscas” de la zurda de caoba de Rogelio Sosa.
Eusebio Ríos Fernández recibió el calor de la grada “por mi entrega, porque daba todo lo que tenía; así fui admitido porque nunca fui un jugador de calidad”. Llegó a ser internacional en Oporto, frente a Portugal, una meta jamás soñada en su etapa incipiente en Ortuella, San Vicente, Indauchu y Arenas de Guecho.
Se reconoce “bético hasta la médula” desde su debut con la camiseta verdiblanca en la inauguración del estadio Sánchez Pizjuán, con un dos a cuatro “que no pasa inadvertido para los béticos”. Su beticismo, “un sentimiento muy especial”, le responsabiliza por partida doble, “porque me exijo como bético y como futuro entrenador”. El caso es que ese reconocimiento que tuvo en su etapa de futbolista “no será tenido en cuenta a partir de ahora si los resultados no acompañan”.
La lección la tiene bien aprendida desde que se despidió como segundo entrenador en el Betis de Daucik y Barinaga. “Algún día me llamarán burro porque cada aficionado es un seleccionador en potencia y tiene sus caprichos y alineaciones. Recuerdo, como anécdota, que una vez me llamaron maricón en este mismo banquillo visitante del Villamarín. Yo me levanté y le dije a ese aficionado bético que con esta cara puedo ser cualquier cosa menos eso. Es decir, que esa misma gente que me aplaudió de jugador puede insultarme como entrenador”.
El nuevo entrenador bético no pretende patentes de corso “imposibles en el mundo del fútbol”. Tiene asumido que “las tablas mandan, somos buenos si estamos arriba y no valemos un duro si llegan los negativos; sin ir más lejos, todavía no entiendo las razones de mi cese en el Deportivo, recién comenzada la Liga, con dos negativos y a cuatro puntos del primer clasificado…”
Eusebio Ríos estuvo a punto de conocer en Riazor su cuarto ascenso a Primera como entrenador. Antes lo consiguió con Murcia, Recreativo de Huelva y Valladolid, “aunque nunca tuve varitas mágicas ni nada por el estilo, ni para los ascensos ni para las permanencias”. Los arbitrajes en las últimas jornadas y un partido de triste recuerdo ante el Celta le dejaron con la miel en los labios, aunque ahora dice estar preocupado “por el Celta de Maguregui, que acaba de llegar a Primera y está haciendo una brillante campaña, aspirando incluso a la UEFA, sin que nadie le regale nada”.
Hoy paseará por los pasillos de vestuarios, cambiará impresiones con Buenaventura y esperará con un pitillo en la boca que su Betis gane, “puesto que nos va mucho en el juego”. La herencia que recibirá de Buenaventura depende de los próximos dos mil minutos de fútbol de los verdiblancos, “aunque contamos con el calendario con equipos asequibles, que llegarán cómodos a casa, con la excepción del Murcia”, Ríos opina que “la papeleta es dificilísima, tenemos dos puntos menos que el resto de equipos que quieren salvarse de la quema y no dependemos de nosotros mismos, pero me tranquiliza que hayan pasado los grandes”.
El artículo 176 del Reglamento de Entrenadores le impide sentarse en el banquillo, “pero nadie me impide informar, informarme y vivir el Betis intensamente, aunque no estaré al margen de la ley”. Todavía tiene cantidades pendientes de pago en La Coruña, “aunque he dado facilidades porque las entidades están por encima del enfado que tengo con dos señores directivos”, y la letra pequeña de los reglamentos le obligará a vivir los acontecimientos en calidad de manager, puesto que dejó vacante hace unos días su buen amigo Luis Del Sol.
“Pedro Buenaventura tiene asumida su función, ya sabe que yo vengo detrás, que tenemos que trabajar juntos y tenemos muchas cosas que hablar. Quiero saber qué hay en la cantera, partir de cero, oír porque no soy sordo y sacar conclusiones por mí mismo, ya que con mis años de oficio y un poco de psicología no será difícil aterrizar en el Betis”.
Poco partidario de los látigos “porque trataré con personas, no con fieras”, Eusebio Ríos ha pedido a la plantilla en su presentación “sinceridad y honradez”. Ha llegado a vestuarios “a Dios rogando que yo pueda ser un revulsivo y que nos quedemos en Primera” y con el mazo dando, como dice el sabio refranero castellano. “Lo primero que le dicen los padres a los hijos es que sean honrados y que actúen con sentido común, cosas que me exijo todos los días y que debo exigirles a ellos. Caso contrario, comenzaremos a cortar cabezas”.
Este entrenador vasco, nacido en Portugalete hace cincuenta y dos años, será el responsable de elaborar la lista de altas y bajas para la próxima temporada, “de sentar las bases para el futuro, a eso he venido y por eso no me quedé en casa”. Ha comunicado a la plantilla que espera ser dadivoso y no vetar a nadie para la próxima Liga, pero sus futuros discípulos saben que depende de la contribución que hagan a la permanencia del equipo. “Hay unas reglas que acatar y si sé que por atracar un banco me mandan a la cárcel, lo único que tengo que hacer para no estar entre rejas es no atracar; eso me parece de sentido común”.
Como decía el capitán bético Diego Rodríguez “era necesario un poco de mano dura”. Eusebio Ríos dice que “no voy a ser tan imbécil como para condenar a nadie sin tener primero información y después sacar consecuencias”, y ya ha paralizado con su llegada el estudio de la directiva de posibles medidas disciplinarias.
“Tengo que reconocer que me une a Rincón una gran amistad. Es un futbolista carismático y alegre que he visto un poco cabizbajo. El hecho de no jugar no significa tener ese estado de ánimo, por eso le he preguntado si le pasa algo, si tiene algún padecimiento, algún problema económico, familiar y personal que le haga estar así. Quiero analizar las causas de su rendimiento”.
Eusebio Ríos ha llegado con su filosofía, haciendo borrón y cuenta nueva, “transmitiendo alegría, que es lo primero que hay que hacer llegar”, pidiendo a los béticos “que arrimen el hombro porque éste es el momento”, deseando “fervientemente” que los profesionales béticos demuestren que “lo que ha pasado hasta ahora ha sido simplemente un bote en falso”.
El entrenador vasco no trae fármacos infalibles, “ni milagros en los que no creo”. Se trata de planificar el futuro, un ambicioso plan que no quiere poner en escena “en función de la permanencia o el descenso, hay que hacer un equipo que sirva para todo porque si diéramos el batacazo, en Segunda no podemos hacer un equipo de transición que haya que rehacer con el ascenso; no quisiera encontrarme con diez o doce futbolistas que sirven sólo para jugar en Segunda División”.
A pesar de las previsiones que hoy por hoy vienen imponiendo los ocho negativos, el mensaje de Ríos es “optimista por naturaleza” y su primera lección en vestuarios consistió en que “con hermandad y en grupo se pueden hacer todavía cosas importantes”. Viene a establecer ese orden nuevo que ahuyente los fantasmas, y espera demostrar que “si siempre estuvieron unidas mis plantillas, ¿por qué no en el caso del Betis, que no pertenece a otra galaxia…?”.
Retamero aprobó con su llegada una asignatura pendiente. El oficio de Roberto Dale, que también tenía en cartera la contratación del yugoslavo Ivan Brzic, colaboró en el éxito de una operación que se frustró hace cinco años “por una cuestión de horas”. En aquella ocasión, el Murcia le ganó al Betis la contrarreloj en que se convirtió la firma de Ríos, que se considera un profesional de la estrategia, “aunque si los colores fueran decisivos, yo nunca me habría ido de mi club de toda la vida… O por lo menos, de mi club desde el cincuenta y ocho”.
El presidente bético se limita a decir que “habla con un corazón de bético así de grande y hay que ser muy duro para no entenderlo”. La era Ríos ha comenzado “sin traumas, Dios me libre”, con naturalidad y sin grandes aspavientos, “como hay que comenzar”.