Entrevista Gerrie Muhren 1979
En junio de 1979 finalizó el contrato que por 3 años había firmado Gerrie Muhren con el Real Betis Balompié en 1976. Se ponía así fin a la provechosa estancia del futbolista neerlandés en las filas verdiblancas. A sus 33 años Muhren volvió a su país, donde prorrogó su carrera hasta 1985.
En ABC a comienzos de julio, cuando Gerrie Muhren preparaba las maletas para marchar a los Países Bajos, se publicó este entrevista a cargo del periodista Manuel Fernández de Córdoba, en la que el futbolista repasaba su estancia en las filas béticas y expresaba su deseo de volver para entrenar en la cantera bética, una noticia que se comentó mucho en aquellos años pero que nunca se concretó.
- Recuerdo que vine un año a jugar el Carranza con el Ajax—cuarenta y cinco grados a la sombra—y me dije: Aquí no jugaría yo ni por cien millones. Y ya ves, me vine, jugué y ahora no quiero marcharme, ¿sabes? Esto—España, Sevilla, el Betis—es un paraíso.
En un chalet pegado a Dos Hermanas, mientras hace las maletas, recoge sus recuerdos, espanta la tristeza y mira a un cielo andaluz claro y limpio, Gerrie “Mariscal” Muhren desgrana palabras de pura nostalgia. Tan sólo se le aviva el nervio y aflora la sonrisa cuando—en perfecto castellano andaluz—repite y se repite un “volveré” que suena a promesa y esperanza. Marcha un maestro, queda su lección; se va un futbolista, deja su señorío. Mandó en el Ajax y templó en el Betis. Deja un quiebro que, muchas veces, hizo temblar el cemento, y se lleva—“no te puedes hacer la idea de cómo sabe eso”—en sus oídos el eco de un olé. Gerrie “Mariscal” Muhren…
- Ahora lo entiendo todo, lo leo todo, también–si vieras qué cantidad de recortes de periódicos me llevo a Holanda—trato de recordarlo todo, como de volver a vivirlo…
Uno ha mandado el reloj del tiempo tres años atrás y no ha tenido que refrescar la memoria al tulipán:
- ¿Qué si recuerdo los primeros partidos? ¿Qué si pienso en aquellos momentos en que apenas si sabía hablar, entenderme con los compañeros, jugar como yo podía hacerlo? No puedo olvidarlos. Precisamente fuiste tú uno de los que primero me entrevistó; me parece que fue a ti a quien Atila Ladinszky dijo de mí que yo sabía jugar al fútbol, que podía serle útil al Betis. Es que verás, pasaba que yo no estaba acostumbrado al calor y me quedaba quieto en el campo, esperando que los compañeros me vieran y me pasaran el balón; era la única manera de hacerme ver y quitarle a la afición la idea de que yo poco menos que era–¿se dice así?—un paquete, un “bluff”, un inservible… ¿Me entiendes?
Poco a poco, partido a partido—en la memoria una frase de Ferenc Szusza: “Gerrie mandaba en el Ajax, ¿cómo no va a servirle al Betis?”—fue cincelando su fútbol: seda y arte; quiebro y dribling; regate y pase a no sé cuantos metros; sin mirar al suelo ni para escupir; con la vista al frente y el balón pegado al pie, acariciándolo como con la mano. La izquierda de Gerrie…
- ¿Mariscal? Es bonito eso, muy bonito. Suena muy bien. Pero, ¿sabes?, quizás porque mando, o quiero mandar, porque hablo en el campo mucho más que fuera de él. También me han dicho Lord, Tulipán, Maestro… Si tuviera que elegir me quedaría con Mariscal, pero me gusta más que el equipo gane a que yo esté bien. Si juegas bien y el equipo gana, Mariscal eres; si se pierde, me creo que tan sólo soy un viejo zorro. Más me gusta que gane el equipo a que yo juegue bien; que todos estén bien y yo un poquito peor, pero ganando, ganando…
Repaso a sus tardes. Salta una de Málaga—01, gol de Anzarda, Iriondo en el banquillo—en el que uno le comparó a Andrés Bosch.
- ¿Sabes qué pasó? Que leí aquello y me puse a preguntar quién era Bosch; al enterarme me alegré de la comparación
Salta otra en el Vicente Calderón—2-2, televisión en directo, gol de tijera faltando casi nada—y “aquel gol me gustó, sabía que iba a entrar, porque el portero–¿era Reina?—estaba adelantado”.
Pero brillan los ojos cuando se le recuerdan sus partidos contra el Madrid…
- Jugué siete veces contra el Madrid—entre el Betis y el Ajax—y jamás perdimos. Al Madrid—televisado en directo, gol de falta—sí le marqué un gol con un poquito de suerte. ¿El partido de mejor recuerdo? Aquel en que vencimos al Madrid en el Bernabé un domingo de Feria. Cero-uno, marcó Atila. ¿El partido más triste? El siguiente domingo, perdimos contra el Málaga en el Villamarín, cero-uno. Hay algo que no se me olvida: acabábamos de ganar en Madrid, fuimos a la feria. Iriondo nos dio permiso y ya nos dijo:” El partido contra el Málaga es muy difícil”. Llegó el domingo y perdimos. La semana que siguió dormí fatal; me acordaba de las palabras de Iriondo…
Lo hizo todo en el Ajax. Vestido de orange ganó títulos. Y, sin embargo, en la hora del adiós no hace falta dar coba—“ como he estado aquí en el Betis en ningún sitio. Mira, en Holanda la gente es fría en el campo y aquí hierve. Un partido como el Betis-Granada último es imposible en Holanda. Allá van diez mil personas al campo, ganas la Copa de Europa, y nada. Acá ganas y se forma un ambiente increíble; aquí todo es corazón y eso se siente mucho cuando estás jugando…”
Sigue el repaso tarde a tarde, juego de sueño. “¿Hablamos de los penaltis que fallé? Vamos a hablar, sí. Mira, en el trofeo creí que se me cerraba el mundo con el fallo; el del Jaén a Espìnosa trajo suerte al Betis…”
Uno interroga con la mirada, casi no comprendiendo. Se ríe abiertamente el holandés y aclara sus razones: “Sí, le trajo suerte al Betis. Fallé y el partido se perdió; si hubiera acertado hubiéramos empatado, y entonces a lo mejor el Betis no recurría por la alineación indebida de Espinosa, ¿comprendes?. Se recurrió y hoy estamos—bueno, está—en Primera. Trajo suerte, ¿no?”.
Termina la temporada—“mi última tarde fue contra el Castellón, y no sabes cuánto siento no haber en la yerba el día del Granada”–, el Betis hace sus cálculos y manda una carta de libertad a Dos Hermanas…
- Mi familia lo sintió tanto como yo. Teníamos que irnos de este paraíso. Yo pienso que me quedan tres años de fútbol y quería hacerlos en el Betis. El Volendam quería ficharme y yo les decía que esperaran a ver si el Betis…Pero no pudo ser. Hay dos extranjeros con contrato en vigor y a mí me tocó irme
Un corazón de tan solo treinta y seis pulsaciones por minuto quiere acelerarse un poco con los recuerdos. Gerrie vuelve a su fútbol, y uno recuerda una frase de Sebastián Alabanda: “Cuando éste pega un quiebro se mueve hasta el cemento”.
- Sí, son las cosas de Sebastián. Todos los compañeros han sido mis amigos; jamás tuve problemas con nadie; el Betis, mi Betis, era una familia, una comunidad para mí
- El Betis queda atrás
- No, no puede ser. ¿Sabes? Volveré, estoy seguro que volveré. ¿Cuándo? Quizás dentro de tres, cuatro años; cuando sea; quiero ser técnico en el Betis; a mí me gustaría enseñar a los juveniles. ¿Dinero? El poder estar aquí, en Sevilla, ya vale bastante
- Gerrie, ¿a qué sabe la palabra olé?
- ¿Qué a qué? Depende si es a favor o en contra; la última vez que la oí en contra—jugábamos en Málaga, perdimos—me sentó que ya te puedes imaginar. Cuando es a favor, cuando sale del Villamarín, es como si te pusieran alas en los pies, vuelas como un pájaro.
Todo quedó atrás. Tres años. Un recital completo de fútbol. Señorío en la yerba y en la calle. Callado fuera; mandón en la cancha. “Mariscal”—es bonito eso, muy bonito—siempre. Gerrie Muhren dice adiós. En el paladar del buen aficionado, su recuerdo.
- Sí, me marcho. Pero, ¿sabes? Dentro de unos años, aquí. Para siempre. Y si puedo enseñar algo…