Entrevista Oscar Rodríguez 1954
Oscar Rodríguez Arauna jugó en el Betis entre 1954 y 1955 al que llegó procedente del Maestranza Aérea de Logroño, después de haber jugado en diversos equipos cántabros, e incluso haber sido probado por el Atlético de Madrid. Había nacido en Santander en 1927 y era hijo de un famoso jugador de los años 20 y 30: Oscar Rodríguez López, delantero del Racing de Santander, equipo con el que jugó hasta su retirada en 1940.
En esta entrevista aparecida en Marca el 15 de Junio de 1954, al poco tiempo de ascender a Segunda División, repasa sus inicios futbolísticos, su fallida prueba en el Atlético de Madrid y la influencia de su padre a la hora de fichar por el Betis.
La entrevista está a cargo de Juan Tribuna, entonces correponsal de Marca en Sevilla.
A Oscar Rodríguez Arauna le viene de muy dentro su condición de futbolista íntegro. Mejor diría, de deportista a carta cabal. Y es que Oscar –caballero siempre, dentro y fuera del campo- es de esos jugadores para los que el fútbol es una palestra de buenos modos y un continuo acicate de cotidiana superación.
Ya es un síntoma altamente significativo que, siendo uno de los muchos nuevos fichajes realizados por el Betis a principios de temporada, fuera elegido capitán de la formación bética.
Este Oscar que ahora tenemos delante, alto y cordial, atento en sus modales y fácil y animado conversador, ya pensando-recordando- en voz alta aquella ocasión primera que le puso en trance de venir al Betis.
Mi padre-nos va diciendo- ha sido la causa principal para que yo viniese al Betis. Dos equipos de Segunda se interesaban por mi ficha, Avilés y Logroñés. Y el Betis-un Tercera División- se metió por medio. Consulté a mi padre, que en principio no quiso responderme: “¿Para qué quieres mi opinión, si después haces lo que mejor te parece?” Le atajé: “No le importe y dígame qué haría en mi lugar”. Accedió al fin: “Pues mira hijo, el Betis es un equipo de solera, con un historial glorioso… Actualmente está en Tercera, pero ya ves, se realiza una gran labor de reorganización a fondo del equipo porque desean subir a Segunda… Y vas a Sevilla, ¡cualquier cosa, hijo mío¡ No debes dudarlo, vete al Betis, que no te ha de pesar…” Hoy, gracias a Dios, no tengo que arrepentirme de haber seguido el consejo de mi padre.
La mirada de Oscar, sentimental y vigorosa, subraya la última frase…
– ¿Y de su padre qué recuerda, llegó a verle jugar?
– Sólo guardo destellos de su recia personalidad futbolística. Le cogí apenas sus últimos años en activo. Siempre abrigó la esperanza de que yo fuese un gran delantero centro, ¡como él¡, y puso a mi servicio su consejo cariñoso y su gran experiencia… Yo comencé jugando en el vértice del ataque, para luego bajar a la línea media…Jugando en el Maestranza Aérea, de Logroño, hube de cubrir dicho puesto por no haberse presentado el titular en un partido de competición, ¡y me salió bien la cosa¡
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– De sus comienzos acá, ¿en cuántos equipo se alineó’
– Juego al fútbol desde los quince años… ¡Bueno¡, antes ya lo había hecho como lo suelen hacer todos los chicos…Los quince años señalan mi salida formal para el fútbol. Y de equipos: Peñas Arriba, Rayo de Cantabria (filial del Rácing), Maestranza Aérea de Logroño, Atlético de Madrid, Maestranza de nuevo y, finalmente al Betis.
– ¿Y usted ha jugado en el Atlético madrileño?
– Desgraciadamente no llegué a jugar. Le contaré como fue aquello. Tenía yo entonces dieciocho años…Me quiso probar el Celta e intervine en un partido amistoso. Por lo visto, algún “patrón de pesca” del Atlético estuvo también allí, y el ofrecimiento se produjo por partida doble. De un lado, el Celta; de otro, los madrileños del Atlético. La cuestión económica inclinó la balanza por los rojiblancos. Fiché por cuatro años y 120.000 pesetas, 30.000 cada temporada. Esto ocurría a final de temporada. En espera de la siguiente, cuando debería incorporarme a mi nuevo equipo, estuve descansando en la playa del Sardinero. Un día, al saltar sobre un pequeño escalón, sentí un tirón en una pierna…Cuando llegué a casa no me aprecié daño alguno, pero al día siguiente tenía la rodilla enormemente inflamada. Con paños y cuidados logré reducir la hinchazón, y cuando me presenté a Vidal, entrenador entonces del Atlético, casi había olvidado el pequeño “percance”.
– ¿Qué pasó después?
– Al parecer, nada. Llegué a entrenar, prosigue Oscar, sin que mi rodilla se resintiera. Pero un día Vidal me hizo la prueba siguiente. A lo largo de la línea de gol me lanzaba el esférico, yo había de darle alcance y, revolviéndome sobre sí mismo, disparar sobre la marcha. Cuando quise cumplir sus instrucciones, la pierna, tras un dolor intenso, se negaba a obedecerme. Repetí la prueba, y siempre me ocurría igual. El médico del club me reconoció a fondo y no me encontró daño alguno. Pero lo cierto fue que la pierna era un lastre para mí. Me reconocieron más médicos. Me parece que fueron Garaizábal, Martín Amérigo, Duarte y muchos más… Y todos diagnosticaron lo mismo. Como era lógico dejé de asistir a los entrenamientos. El secretario técnico del Atlético, José Luis Costa, manifestó que yo no quería jugar… Imagínese, nos recalca el capitán bético, ¡no iba yo a querer jugar con dieciocho años que tenía entonces¡… Por este tiempo el Málaga me ofreció un contrato en el que incluía la operación de la pierna lastimada. Pero yo no acepté… ¡A mí me gusta jugar limpio¡
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– ¿En qué terminó aquello?
– Rafa, el masajista de los rojiblancos, me dijo un día: “Eso que tú tienes va a ser menisco…” Y se salió con la suya; menisco era, y cuando abandoné el Atlético me operé, y, afortunadamente, continué siendo útil para el fútbol. Aunque mis mejores años se me distrajeron en aquel trasiego y en aquella bonita oportunidad desperdiciada…
– ¿Le dio el club la carta de libertad?
– Gracias a don Juan Tuzón, al frente de la Federación Española hoy y entonces presidente del Atlético de Madrid, que se portó magníficamente conmigo. A él expuse mi problema y abandoné el Atlético sin haberme siquiera alineado…
– ¡Cosas del fútbol¡…-apostillamos nosotros, pero el gesto de Oscar se transforma al instante con alegre optimismo.
– Pero aquello pasó…Lo cierto es que estoy en el Betis; que vivo a gusto y contento en esta bendita tierra con mi mujer y con mis hijos-del mayor dice mi padre que no me preocupe, que ya “tiene entrenador”-, y que se ha logrado el objetivo que esta buena afición bética se merecía, y que ahora en Segunda, porque yo pienso seguir defendiendo los colores verdiblancos, pues ya he renovado mi ficha, habrá que hacer el definitivo esfuerzo hasta dejar al Betis en el puesto que le corresponde…
Y Oscar sonríe, clara y abiertamente, con un gesto sincero y amplio… Lo mismo que su juego, de rotunda tendencia ofensiva, al bullirle en su sangre la sangre de aquel Oscar, con remate y con “furia”, que supo ser figura en la época de oro del fútbol español.
Que buenos jugadores eran mi visabuelo y mi abuelo. Me alegra mucho ver esto que aun asi aunque ayan pasado muchos años se siga reconociendo lo que hicieron en el Real Betis.
Voy a poner una cosa que no sale aquí y que me lo a dicho mi abuelo.Me a dicho que su otro nombre llamado por toda la aficcion entrenadores y compañeros era el de : El Señor Gol !! Por la gran fuerza que tenia al pegarle el balon que hasta los porteros se apartaban JeJeJe. Aqui les dejo mi comentario.El nieto de Oscar Rodríguez Arauna. Un Saludo
Escribo este texto porque en la red social Memedeportes, hacen hoy una referencia al llamado «gol de la novia» al ser San Valentín. La anécdota seguro que la conoces porque te la habrán dicho miles de veces tus ancestros. Si no tienes el recorte de la noticia en el Diario Monañés en 2013, aquí se puede captar. http://www.memedeportes.com/futbol/el-gol-de-la-novia-porque-el-futbol-tiene-historias-de-amor-que-superan-a-la-ficcion
Oscar:encantado de tenerte por aquí. Nieto y bisnieto de magníficos futbolistas. Por cierto, si tuvieras alguna imagen de tu abuelo durante los 2 años que estuvo en el Betis y la quieres compartir en esta página dedicada a la Historia del Real Betis Balompié ponte en contacto con nosotros.
Un saludo y ¡¡¡ Aupa Betis ¡¡¡