Entrevista Paquirri 1935

Paquirri debutó con el primer equipo del Betis en 1933 con solo 20 años. Procedía del equipo amateur del club, y al que había llegado de un importante club de la local sevillana: el Sparta, radicado en la Alameda. Ese era su territorio, y al volvía siempre.
Aquí lo vemos en una entrevista publicada en diciembre de 1935, cuando consiguió la titularidad en la delantera bética, incluso desplazando a Unamuno, en la que nos relata sus inicios futbolísticos desde niño, y la conexión que seguía teniendo con el barrio que le vio nacer y crecer.
Presentamos a nuestros lectores a Francisco González Rodríguez, “Paquirri”, de veintidós años, sevillano de pura cepa, nacido y criado a la sombra de las columnas de Hércules, en el barrio de la Alameda. Ocupa el puesto de delantero centro en la línea de ataque del Betis, y desde su inclusión en el equipo, parece ser que el campeón de Liga de la temporada anterior ha vuelto a carburar como en sus buenos tiempos.
Cuando tropezamos con Paquirri acaba de llegar del entrenamiento; nuestro hombre se siente un poco fatigado, y busca su descanso en uno de los bares al aire libre de la Alameda. Verdadero ídolo de los castizos del barrio, tiene sus admiradores, que no le abandonan ni un momento. A su tertulia acude lo más variado del tipismo sevillano: cantaores flamencos, bailaores, toreros en ciernes, le rodean, y Paquirri, como hombre político que se debe a la popularidad, para todos tiene una frase agradable, una sonrisa, un apretón de manos. Tras la tempestad viene la calma, y para descansar de las “fatigas del trabajo” a que le tuvo sometido Aranda durante un par de horas, Paquirri se está jugando al dominó el vermut, en espera de la hora del almuerzo.
Es nuestra ocasión. Le abordamos, y al saber nuestros deseos, gustoso abandona el juego para atendernos amable.
– Diga, Paquirri: ¿está satisfecho de su inclusión en el equipo?
– Eso no se me pregunta. Mi designación para titular en el ataque del Betis es la mayor satisfacción que he tenido en mi vida futbolística desde que comencé a jugar
– ¿Hace mucho tiempo?
– ¡Verá usted¡ Era muy pequeño, aún con baby, cuando ya jugaba en el Regional, un equipo infantil de aquí, de la Alameda, que gozaba de gran prestigio entre la chavalería sevillana. ¡No había quien nos ganara¡ Por las buenas o las malas teníamos que vencer; o marcábamos “goals” o las marcas se las hacíamos a los contrarios; ¡ por algo éramos los gallitos del barrio¡ Pero a mi padre no le resultaba tanto fútbol. No ganaba para comprarme unas babuchas, y un buen día me hizo entrar de aprendiz en casa de un pintor. ¡Heme aquí, alternando las faenas de la brocha con el balompié¡. El maestro no podía conmigo, como me enviara a cualquier recado, ¡ya podía esperarme¡. Los cacharros de la pintura los utilizaba, cuando menos, para indicar las porterías, porque en ocasiones empleaba el óleo para marcar el campo, y más de una vez, el buenazo del maestro, que no sé cómo me aguantaba, tuvo que ir a recoger los trabajos pictóricos a la casilla de los municipales
– Por aquélla época, sigue nuestro héroe, fundamos el Esparta FC, club que subsiste en la actualidad (reciente ganador de la Copa Núñez), y de cuyo equipo, como era natural, formé parte. Por cierto, que en una de las muchas excursiones futbolísticas que realizamos por esos pueblos de Dios, me ocurrió un caso que hubiera sido chusco si hubiera estado desprovisto de la parte dolorosa. Fuimos a jugar a Jaén, y en el partido me fracturé, me fracturaron, mejor dicho, una clavícula, cuyo accidente me privó de ganar el jornal durante mes y medio. Apiadados de mi situación los causantes del hecho, organizaron a todo rumbo un partido, a beneficio mío; programas, carteles, propaganda…, y a la liquidación, después de cubrir gastos, me entregaron ¡45 céntimos¡
– ¿De qué fecha data su ingreso en el Betis?
– Me inscribí como amateur hace unos tres años. Rápidamente logré destacar, pasando a jugar en el centro del ataque
– ¿Pero usted no jugó ya la temporada anterior en el primer equipo?
– Sí, es cierto. Me alinearon en varios partidos, pero la emoción, explicable en un novato, hacía que al verme al lado de campeones consagrados no acertase a coordinar una sola jugada, ante el temor de hacerlo mal y merecer el reproche de mis compañeros. He aquí aclarada la diferencia de mi actuación, según estuviera con el amateur o con el titular. Hoy ya no existe nada de eso; completamente convencido de que mis “coequipiers” sólo juegan por y para el triunfo del equipo, estoy completamente compenetrado con ellos, siendo firmes nuestros propósitos de reverdecer para el Betis los laureles de la temporada anterior
– ¿Propósitos?
– Jugar, nada más que jugar lo mejor posible. Quisiera poder, al final, de la Liga, quedar clasificado como “recordman” de los goleadores de ésta, cosa que no desespero de alcanzar , una vez que, curado de su lesión Capesto, vuelva el Betis a actuar con todo el equipo titular completo
– ¿Algo más que decirme?
– Nada más. Unicamente aprovechar la ocasión para rogarle salude en mi nombre a la afición sevillana, que tan bien se porta conmigo, y, sobre todo, a la Prensa deportiva, que tan inmerecidos elogios me viene tributando.
Cumplimos su encargo.
Fuente: R.G.Laforest en AS 9 de diciembre de 1935