Entrevista Patrick O´Connell 1932
Como ya hemos contado en varias ocasiones es en el verano de 1932 cuando sorprendentemente el Betis sustituye al entrenador Emilio Sampere, dado que solo 3 meses antes había conseguido el ascenso a la Primera División.
Y como sustituto se trae a Patrick O´Connell, un irlandés que había entrenado ya en España desde comienzos de la década de los 20: al Racing de Santander ente 1922 y 1929 y al Oviedo entre 1929 y 1931. El fichaje se concreta a mediados de julio, llegando O´Connell a Sevilla el 2 de agosto.
A lo largo de agosto y septiembre el Betis se entrena ya con los sistemas de O´Connell en el campo del Patronato y se disputan varios amistosos en Málaga, Córdoba y Ayamonte. Para el día 18 de septiembre se juega un partido de presentación en el Patronato frente al Donostia que llega a la ciudad procedente de Cádiz, donde ha desembarcado después de una gira por las Canarias.
El día anterior, el 17, en El Liberal se publica esta entrevista con Patrick O´Connell, la primera de la que tenemos constancia en la prensa sevillana, y en la que se repasa la trayectoria del entrenador irlandés en España, así como sus perspectivas en el conjunto verdiblanco.
No piensen los aficionados que es empresa fácil entrevistarse con un preparador futbolístico en sus lugares de trabajo. Nos ha sido preciso reunir todo nuestro profesional espíritu de sacrificio para poder sorprender entregado a sus labores a este míster, ya aclimatado a España, sobre el que en estos días recaen con insistencia la miradas curiosas de los aficionados.
Teníamos mucho interés en conocer a Mr. O´Connell, pero lo hemos pensado mucho tiempo antes de decidirnos un día a levantarnos “con las gallinas”.
No estamos arrepentidos. El campo del Patronato bajo las primeras luces de la mañana es un espectáculo agradable. Ya hay algunos beneméritos aficionados, no pocos aspirantes a futuros ases entre ellos, que ocupan una buena parte de la tribuna del frontón, contemplando las faenas preparatorias del cotidiano entrenamiento.
Las actividades sobre el gran tapete verde no deben interrumpirse, una vez iniciadas. Por ello, hemos de aguardar el final de la jornada para ponernos frente al objeto de nuestra información.
Mientras tanto, ocupamos un puesto de espectador, recogiendo algunas impresiones sobre la forma en que actualmente se prepara el flamante campeón liguista.
El trabajo es a base de balón, principalmente, aunque sin prescindir en absoluto de la gimnasia. Mr. O´Connell, con su blanco jersey de cuello altísimo, va colocando balones cuya recogida requiere no pocos esfuerzos. Esta labor es más concienzuda con los delanteros y guardameta. El gran Urquiaga, potentísimo de pecho y brazos, flexiona rapidísimamente una y otra vez sobre el suelo para atender a los envíos sucesivos e inteligentes del maestro. Porque Mr. O´Connell, con sus cincuenta y tantos años, es un tirador de cartel, que mantiene en constante apuro al sufrido discípulo.
Lecue y Adolfo empalman a todo gas balones que han corrrido desde medio campo y que ceden al entrenador, para que éste los devuelva en condiciones difíciles. La preparación se nos antoja eficaz por lo que tiene de práctica.
Con los “viejos” los procedimientos son distintos. Así vemos a Adolfito dando vueltas al campo para recuperar energías, mientras el veteranísimo Aranda logra el mismo fin entregado al masajista sobre la mesa de operaciones…
Mr. O´Connell acaba de salir del vestuario, con su impecable traje gris de “gentleman” madurito, como decimos por acá. Tiene algo de norteamericano del “West” y una campechanía adquirida quizás durante su larga permanencia en España. Chapurrea el castellano, pero lo entiende con la rapidez del indígena.
Muy amablemente, aunque con algunas dificultades, nos refiere su llegada a España en el año 22, y su estancia de siete años en el Racing y de dos en el Oviedo, hasta la temporada última que pasó en su tierra.
En cuanto a cuestiones deportivas es menos explícito, atendiendo a normas de precaución y de modestia. En el fútbol, dice, influyen mucho la suerte y otras circunstancias que escapan a toda voluntad.
- Trabajo con el mayor cariño por el Betis, cuyo simpático historial conocía, y espero obtener resultados satisfactorios, aunque considero las dificultades que suponen las competencias oficiales, durísimas por la continuidad de partidos, la longitud de desplazamientos y la característica fogosa el juego español.
- Creo contar con buenos elementos y espero el partido del domingo, frente al Donostia, para poder darme perfecta cuenta de la profundidad del grupo, pues la prueba con un equipo de la categoría del que nos visitará, no deja de ofrecer garantías.
- ¿El mejor elemento? Todos son buenos, pero, sobre todo, el portero
Al llegar aquí, el míster no puede evitar la clásica exclamación y añade: “Tenemos un pogtego, que… ¡oh¡, ¡oh¡”
Nuestra charla con O´Connell ha atraído a no pocos curiosos. El grupo va engrosando y al poco tiempo nos vemos rodeados por la casi totalidad de las personas que hay en el campo del Betis.
Cecilio se abre paso a duras penas y nos arrebata a Mr. O´Connell, de quien apenas tenemos tiempo de despedirnos. El míster adopta una actitud simpáticamente heroica y a los pocos momentos su imagen queda en la cámara oscura y la agradable reunión totalmente disuelta…
Fuente: Oreto en El Liberal 17 de septiembre de 1932