Entrevista Pedro Areso 1934

En los primeros meses de 1934 el semanario deportivo AS realiza una serie de entrevistas entre los jugadores que ostentan la capitanía de diversos clubs de la Primera División.
En esta encuesta se pregunta por el papel que desempeñaban en el fútbol de entonces los capitanes, un papel bastante parecido al que ejercen hoy en día, y que nada tenía que ver con el que desempeñaron hasta la aparición de los entrenadores en los clubs de fútbol, un hecho que se generalizó en los años 20, sobre todo en su segunda mitad, cuando el profesionalismo como tal fue legalizado.
Hasta entonces, la figura del capitán si tenía otras connotaciones, pues él era en muchos casos quien ejercía de entrenador y quien decidía el once que alineaba cada equipo, además de ser una especie de intermediario entre la plantilla de jugadores y la directiva del club.
Como decíamos antes, ese papel desapareció con la figura del entrenador, que desde ese momento tuvo plenos poderes en los planteamientos técnicos del equipo y en la alineación de los once jugadores. Sólo las interferencias de las juntas directivas en algunos casos ponía freno al poder omnímodo del «míster».
En el caso del Betis Balompié fue su defensa Pedro Areso el que respondió a la encuesta en su calidad de capitán del equipo.
Estas son las preguntas que encabezaban la entrevista
Y esta la respuesta que el jugador bético dió a As el 5 de marzo de 1934.
Pedro de Areso, capitán del Betis Balompié, contesta globalmente a nuestras preguntas, sustentando criterios muy personales y atinados.
Cada una de las preguntas formuladas contiene tema harto suficiente para muchas cuartillas. Pero resumiré todo lo que buenamente pueda. Y es una feliz iniciativa la de la revista. Es muy posible que más de uno de los capitanes a quien se haya dirigido discurra por vez primera sobre asuntos tan trascendentales, cuya explicación más amplia persigue.
El capitán de un equipo reduce su gestión a una fórmula: a la simple entrega de ramos, saludos de rigor y sorteo. Y, sin embargo, antes que todo esto, el capitán, como base para su actuación como tal, debe de empaparse de todo lo que puede dar de sí y puede dejar de dar el partido. Cosa muy difícil y que requiere una capacidad muy grande. ¿Qué más puede hacer un capitán antes de iniciarse la lucha?
Una vez puesto en juego, en el campo no se manifiesta el capitán. Es solamente uno de los veintidós que juegan. De vez en vez, o más frecuentemente, según las circunstancias, se oyen gritos de ánimo, o diálogos un tanto menos suaves con el árbitro, que parten del capitán. Pero concebir ante y contra el enemigo este ó el otro un plan de acción directa, el ataque por un flanco determinado ó una defensa más amplia, etc… Para esto, como antes le dije, hay que exigir a la persona del capitán una capacidad tan amplia en materia de fútbol, que son muy contados los que la poseen. Hoy por hoy, en la mayoría de los casos, el capitán no es más que el cumplidor de formulismos. ¡ Cuantas veces, inconscientemente, los mismos jugadores, víctimas de la indebida preparación o educación, se abrogan durante el partido facultades exclusivas del capitán…¡ Si no, ahí están para afirmar esto la mayor parte de las expulsiones, motivadas porque los jugadores se han tomado la justicia por su mano, o por su pié, sin darse cuenta de que están bajo la dirección inmediata de un compañero, capitán, único que debe de tener voz ante el árbitro. Los jugadores no respetan al capitán, pero tampoco al árbitro. Ni lo consideran ni lo respetan. También es para ellos el individuo que les tiende una mano de saludo antes del capitán. Después, durante él, no existe capitán. Y el árbitro se erige, no en juez imparcial, sino en un dictador, que esgrime injustamente su impunidad.
Y uno de los que podía influir mucho en el reconocimiento de la autoridad del capitán es el que elija el jugador para este cargo, haciéndolo en la persona más idónea para ello. Me parece que los clubs no se paran a cumplir este requisito debidamente. La mayor parte buscan quien se haga respetar de los compañeros, y para ello, nadie mejor que uno de los más antiguos del equipo. Desde luego esta observación no reza para mí; me complace hacer esta salvedad. Un capitán de equipo debe de reunir estas cualidades: formal conocimiento del juego, estar íntimamente ligado a sus compañeros, a quienes debe de conocer en su aspecto psicológico, y ser respetado por el público. Pasa eso está el prestigio. En una palabra, debe de ser un director. Faltando por cumplir, en fin, tantos requisitos, puede afirmarse que casi nunca un jugador se diferencia en nada de un jugador capitán.
Y por último, que el capitán no interviene para nada en la formación del equipo; a mi entender, porque no reúne los requisitos primordiales. Pero, aún con esto, actualmente debería intervenir, aunque no sea más que por vía de información. Hay que tener en cuenta que en un club hay lo que se dice un entrenador. Dada su ciencia futbolística, nadie mejor que él, y él solo, para formar un once. Yo nunca he intervenido en ese menester, a pesar de lo que muchos piensan de mí. Ni osaría intervenir, porque me merece una gran admiración el sentido de la psicología y del juego de nuestro míster, muy posiblemente por nadie igualado en toda la Península.
Fuente: AS 5 de marzo de 1934