Entrevista Rafael Gordillo 1983
La entrevista que hoy traemos se publicó en Marca el 18 de diciembre de 1983, tres días antes de que la selección española consiguiera la brillante y aplastante victoria (12-1) que le sirvió para clasificarse para la fase final de la Eurocopa de 1984 en Francia.
Rafael Gordillo, junto a Hipólito Rincón, fueron los dos representantes béticos esa noche en el Villamarín. Es por esa actualidad que parte de la entrevista se centra en ese partido, pero además hay otras claves en ella: la propia trayectoria de Gordillo en la selección, con su queja a Kubala por no haber sido de la partida en el Mundial de Argentina de 1978, o el triste papel en el Mundial de España en 1982.
Y también en verdiblanco Rafael Gordillo repasa su vida y trayectoria, desde que llegó al Betis de la mano de Rafael Cruz, pasando por su etapa juvenil o el debut con el primer equipo de la mano de Rafael Iriondo.
Una interesante entrevista a uno de los futbolistas béticos más importantes de la historia y, sin duda alguna, el estandarte del Betis de los años 80.
“Gordillo es el mejor jugador español”, ha dicho en más de una ocasión Diego Armando Maradona, que de fútbol sabe un rato. Uno no se atrevería a tanto, pero que Rafael Gordillo Vázquez es uno de los mejores futbolistas patrios es una realidad, como lo prueba el hecho de que figura entre los elegidos por Miguel Muñoz, aparte de haber sido internacional con la selección absoluta en cuarenta y dos partidos, el mismo número que José Antonio Camacho, y superado por pocos: Arconada, Iríbar, Gento y no recuerdo si hay algún otro más.
Por el momento las aspiraciones de Gordillo no van muy lejos: “Quiero llegar a los cincuentas partidos con la selección absoluta. Creo que es una bonita cifra. Si es más, mejor”.
Nació en Almendralejo (Badajoz) el 4 de febrero de 1956, pero se considera sevillano a todos los efectos: “No es que reniegue de ser extremeño. Nací allí casualmente, y a los veinticinco días, después de bautizarme, me trajeron a Sevilla. Me considero, por tanto, muy sevillano”.
De no haber sido futbolista no sabe qué hubiera sido en esta vida, aunque por su aspecto físico pueda parecer un bailarín de flamenco o un torero: “Sí. ¿A ti te parece eso? ¡No, qué va¡. Sólo me hacía falta ser bailarín. ¿Torero? ¡Si le tengo mucho miedo a los toros…¡ Me gusta verlos desde la barrera”. Asiste a alguna corrida, y entre preferencias figuran aquellas en cuyos carteles aparecen Curro Romero, Paquirri o Rafael de Paula. Le va el toro del arte. “Curro Romero es el mejor. Sí, un poquillo irregular como el Betis, pero el mejor”.
Desde siempre ha vivido en el polígono de San Pablo, “donde seguiré viviendo mucho tiempo. No tengo intención de marcharme de allí, porque ahí está mi gente, mis amigos. También mi mujer vivió toda su vida en San Pablo, y nos sentimos muy identificados con las personas que residen en él. Mi cuñado tiene un bar, y en él estoy muchas veces, tomando el aperitivo, jugando al tute, charlando”.
Cuando Gordillo rompía zapatos dando patadas al balón con el equipo del barrio, su padre se ganaba el pan en la carretera al volante de un camión: “Era camionero. Trabajaba bastante y por eso en mi casa no lo pasábamos mal. Siempre teníamos para comer y vestir”. Pero la primera profesión de su padre también fue la de futbolista: “Sí, jugó en el Extremadura, España de Tánger, Cádiz… Me ayudó a inclinarme por el fútbol”. Gordillo recuerda lo feliz que se pudo su padre cuando Rafael Cruz, directivo del Betis, fue a su casa para llevarle a los infantiles del Betis: “Pero al principio me aburría porque no me ponían. Además, me costaba adaptarme a la disciplina. En edad juvenil recuerdo que faltaba a muchos partidos; el Betis jugaba en el campo del Cross a las ocho de la mañana y para desplazarme hasta allí tenía que levantarme a las seis. Muchas veces no iba y me harté. Cogí y me puse a trabajar de mecánico en un taller. Pero era mucho trabajo, y a mi padre no le gustaba que saliese tan pronto de casa y regresase muy tarde. Sólo estuve tres días; lo dejé y volví al Betis”.
Pedro Buenaventura fue uno de los que más le ayudaron y comenzó a alinearlo de interior izquierdo. Pasa al primer equipo, pero Szusza le tenía un tanto marginado: “Sólo me convocó para el Trofeo Ciudad de Sevilla y un partido contra el Athletic de Bilbao. Pero no me dio oportunidad”. La llegada de Iriondo le abre todas las puertas: “Iriondo es mi padre futbolístico. Primero me puso de extremo izquierdo, luego me bajó al puesto de lateral”. Recuerdo que debutó en un Betis-Burgos que acabó con victoria (2-1). Sin embargo, su pena fue no haber sido campeón de Copa en la temporada 1976-77, ya que la había disputado con el Betis Deportivo: “No pude jugar, ya que la había disputado con el Betis Deportivo. Nos eliminó el Huesca”.
Habla bien de todos los entrenadores, pero con un cariño especial hacia Iriondo: “He trabajado bien con todos. Lasa, Traid, Carriega y Luis, que nos dejó un buen sabor de boca pese al poco tiempo que estuvo. De todos se aprende algo”. Tampoco quiere que olvidemos a Alzate ni a Esteban Areta: “Este último fue otro de los que me ayudó mucho”.
Su llegada a la selección se produce, en gran parte, por una inoportuna y grave lesión que sufriera Camacho, de quien es muy amigo. “José Antonio es un excelente jugador. Recuerdo que cuando aún no nos conocíamos declaró a la prensa que Gordillo era el futbolista que debía sustituirle. Sin embargo, no fui a Argentina-78. Kubala llevó a De la Cruz”. A él le hubiera gustado ser compañero de equipo de Camacho, pero esto ya no le preocupa tanto: “Tuve oportunidad de fichar por el Real Madrid, pero no me dejaron marchar. Ya no creo que esto se produzca. Aún tengo dos años de contrato con el Betis, y de verdad que aquí estoy muy contento”.
No sabe si será capitán ante Malta: “Le corresponde a Camacho por antigüedad. A mí no me importaría serlo. Ya he desempeñado esas funciones alguna vez en el Betis y no hay que hacer mucho: firmar el acta y hablar más que otro. En el Betis los capitanes son Cardeñosa y luego Esnaola, que sí tienen otras misiones fuera del campo, como hablar con la directiva y demás”.
De los cuarenta y dos partidos internacionales se muestra satisfecho en su conjunto: “¿El mejor? Hay varios, pero quizá el que disputamos contra Luxemburgo (3-0) en Valencia. Hice buenas jugadas”. Pero también tiene recuerdos amargos, aunque asegura que nunca lloró después de un partido: “Sí me he sentido triste en algunos. Por ejemplo, en todos los que disputamos en el Mundial 82”. Afirma también que con Muñoz tiene otro aire la selección, otro ambiente: “Todos nos llevamos muy bien. Yo nunca me he reído tanto como en la etapa actual con las bromas de Pedraza. La pena es que no nos hayan acompañado los resultados, porque pienso que la selección ha dado un tono aceptable”. Lamenta el encuentro de Rotterdam, “ya que no estuvimos a la altura de otros”. Asegura asimismo que la selección, si no brillante, sí ha jugado aceptablemente: “Hoy en día no es fácil ver un partido muy bueno. ¡Hombre¡, ni tan malo como el día de Malta, pero es que en aquel campo no se podía jugar al fútbol”.
Considera una proeza marcarle a Malta nueve o diez goles: “Es muy difícil, desde luego, pero no hay nada imposible. Claro que podemos conseguir el objetivo, pero para ello han de entrar todos los disparos y remates a puerta que hagamos. Pero nueve o diez goles ya son goles. Además, no sabemos los que Malta recibirá el sábado, pero por lo menos tres o cuatro. Irlanda le metió ocho en el último partido…”
Considera injusto que a igualdad de puntos sea Holanda la que se clasifique: “Debería haber un encuentro de desempate. Si nosotros ganamos aquí (1-0) y ellos allí (2-1), eso sería lo lógico”. Y finaliza dándose ánimos: “Vamos a intentar golear a Malta. Lo que hace falta es que entre la pelota”.
Fuente: Pablo Mialdea en Marca 18 de diciembre de 1983