Entrevista Ramón María Calderé 1989

Uno de los grandes fichajes, a priori acertado, para la temporada 1988-89 fue el de Ramón María Calderé, futbolista del FC Barcelona y de la selección española. Se trataba de un jugador todoterreno en el centro del campo, un representante de lo que se entendía por la furia, no exento de calidad técnica y que había destacado en el Barcelona de Terry Venables.
El Betis se hizo con sus servicios a comienzos de septiembre de 1988, en dura competencia con otros equipos, sobre todo el CD Logroñés.
Pero la trayectoria del equipo esa temporada fue muy mala y lo que el año anterior se había salvado en la última jornada agónica en el Insular canario, este año no se enmendó y el equipo dio con sus huesos en la promoción y en la Segunda División. De todos los fichajes de esa temporada el de Ramón María Calderé fue el único que demostró su valía, además de una dignidad profesional sobre el terreno de juego que le valió el reconocimiento de la afición.
Esta entrevista se publicó en febrero de 1989 en Diario 16 Andalucía, a cargo del periodista Franciaco Correal, y en ella Calderé repasa sus inicios en el mundo del fútbol, su trayectoria brillante en el Barcelona y la selección y las circunstancias de cómo llegó al Betis, así como la mala racha que el equipo llevaba.
Ramón María Calderé, treinta años, padre de dos hijos, suegros sevillanos, dieciocho partidos con la selección, campeón de Liga, subcampeón de Europa, rechazó la oferta vinatera de Marcos Eguizábal y prefirió sentar sus reales en Heliópolis. Hoy no jugará, porque tiene secuelas del tirón que sufrió en el primer lance copero frente al Logroñés. No está acostumbrado a temporadas tan raquíticas: seis negativos y un solo gol.
Ramón María Calderé se fue a conquistar Barcelona cuando era todavía un niño, como Onofre Bouvila, el personaje que Eduardo Mendoza situó en el eje de su novela “La ciudad de los prodigios”.
- Tenía trece años, vivía en mi pueblo con mis padres y me dieron el recorte de un periódico en el que venían anunciadas unas pruebas que el Barcelona convocaba para las categorías inferiores
Ha llovido mucho desde entonces. Acaba de cumplir los treinta años y la prematura calvicie que se convirtió en su equívoca sombra juega ahora a su favor, parece el mismo que debutó hace una década en Primera División vistiendo los colores del Valladolid.
- Casi nadie lo sabe, pero fue una etapa bastante sombría de mi carrera, no me adapté y a los trece meses volví a Barcelona. Debuté contra el Sevilla o contra el Almería, no estoy seguro, hazte una idea ¡cuando el Almería estaba en Primera¡
Mario Onaindía, político euskaldún y enamorado del fútbol, dijo un día que el vasco es el único pueblo español en el sentido calderoniano de la palabra. Calderé viene de Cataluña pero es un portaestandarte genuino de la furia española, al menos de esa dimensión étnica que los cronistas balompédicos han reservado para los jugadores de coraje y redaños.
Le quedaban tres años de contrato en el Barcelona, pero prefirió cambiar de aires; de las numerosas ofertas recibidas se quedó con la del Betis. Llegó, vio y se quedó perplejo; una mala campaña, un discreto rendimiento particular, solo un gol en esta Liga—en el Carlos Tartiere frente al Oviedo—y muchas ganas de mejorar y de demostrar que Heliópolis no es un escenario laico para el crepúsculo de los dioses.
Su consagración como internacional y como titular indiscutible del Barcelona—sus dos mejores argumentos—ha coincidido con el primer lustro de sus dos hijas. Estefanía, cinco años, simpatiza con el Barcelona. Miriam es más realista “Yo soy del Betis”. Un corazón, el de su padre, relativamente dividido:
- No quiero ser falso ni engañar a nadie, dieciséis años en el Barcelona pesan mucho, los colores azulgrana los llevaré siempre muy dentro
Esa coincidencia cronológica entre sus éxitos futbolísticos y la formación de su prole, “ahora en Sevilla iremos a por el chavalín”, condensa los dos pilares que motivan a Calderé en esta vida de sobresaltos.
- Fútbol y familia, nada más. Todo lo que no sea eso me sobra. Soy muy casero, me gusta muy poco salir, por eso me quedé con una casa amplia del Aljarafe, estuve unos meses en Sevilla pero quería algo parecido a esto, que tenga jardín, que tenga billar. Hasta aquí suben mis compañeros para jugar buenas partidas, hay uno que me tiene la moral comida, Hierro, no le gano nunca, pero todo se andará
Nació en la localidad tarraconense de Vilarrodona, equidistante de Reus y de Salou. Allí se despertó su afición.
- No es un tópico, yo nací con un balón en la cuna, muchas veces me escapaba del colegio, y conste que no era mal estudiante, para jugar al fútbol; con algunos amigos hacíamos diez y quince kilómetros en bicicleta para retar a los pueblos vecinos
- Vuelve usted del Valladolid, cumple “condena” en el filial, le reclama Menotti y Venables lo hace titular la misma temporada que el Barcelona conquistó su última Liga
- Con Venables debuté la primera jornada en el Santiago Bernabéu. Ganamos cero-tres, marcaron Archibald, Rojo y yo conseguí el tercero. Recuerdo que también debutaba Michel, para mí uno de los tres mejores futbolistas europeos, y nos marcamos mutuamente en aquel partido
- ¿Qué vio Venables en Calderé que no ha visto Cruyff?
- Me imagino que cada entrenador tiene un esquema muy peculiar. En esta vida yo he tenido dos padres futbolísticos, Romero, actual entrenador del Sabadell, y Venables, que depositó en mí toda su confianza
- De aquel bloque británico no quedó ni el intérprete: cayó Venables, cayó Archibald, cayó Hughes. Sólo queda Lineker
- – Y mira el trato que le está dispensando Cruyff, cuando personalmente opino que Gary es el delantero centro más rápido y goleador que existe en el fútbol de hoy. Fue Pichichi del último Mundial, codeándose con los mejores
- ¿Por qué rechazó la suculenta oferta que le realizó Marcos Eguizábal, presidente del Logroñés?
- Es una historia bastante larga. Lo que tienen que quedar muy claro es que a mí no me echan del Barcelona, yo tengo tres años de contrato y decido cambiar de aires porque Cruyff no cuenta conmigo. Decido negociar cualquier oferta que sea económicamente similar a la del Barcelona. Existe interés en cuatro equipos: Logroñés, Atlético de Madrid, Valencia y Betis
- Y finalmente acepta la el Betis…
- Al principio el Logroñés mostró un interés impresionante, llegamos rápidamente a un acuerdo y, en efecto, Eguizábal me dice que cuando me retire llevaré en Cataluña la representación de una de sus marcas de vino. Antes de llegar a un pleno acuerdo, se cruza el Betis, viene Martínez Retamero a Barcelona y, con todos mis respetos para el Logroñés, la oferta del Betis colma mis aspiraciones por el historial del equipo, por su afición y porque los padres de mi mujer son sevillanos
- ¿Sabía usted dónde se metía?
- Yo sabía que el Betis estuvo a punto de descender la temporada pasada y este año estamos en el mismo camino. Hemos jugado mal, pero por el juego realizado deberíamos estar cinco o seis puestos más arriba; no ha sido así por errores propios, por la suerte, aunque yo no creo mucho en la suerte, y por errores arbitrales que nos han perjudicado
Calderé es el típico futbolista que ha llegado tarde a todos sitios, pero ha llegado donde muy pocos lo han hecho: titular indiscutible del Barcelona y de la selección española.
- Debuté en un Gales-España, de la fase previa el Mundial de México. Jugamos en Wrexham, salí en la segunda parte para sustituir a Gallego. Fue el día que Hughes consiguió el gol de su vida, aquella volea impresionante que nadie se esperaba
- En México llevó la batuta del mediocampo español
- En el Mundial jugué todos los partidos menos el primero, contra Brasil. Estuve dos días ingresado en un hospital tras coger una enfermedad típicamente mexicana
- ¿Influyó en su rendimiento dar positivo en el control antidoping?
- Di positivo, pero mi inocencia estaba clara desde el principio. Fui sometido a un tratamiento de Bisolvon, un jarabe que también lo toman los niños
- ¿Qué recuerdos tiene de su Mundial?
- Unos recuerdos inmejorables. Primero por estar allí, segundo por jugar casi todos los partidos y además marqué dos goles, ambos contra Argelia. Estuvimos a punto de llegar a semifinales de convertirnos a una de las cuatro mejores selecciones del mundo
- ¿Recuerda el nombre del portero de Argelia?
- Pues no, lo he olvidado, apunto casi todo en una agenda, pero tenía un nombre muy raro y además no me cayó simpático porque lesionó a Goicoechea
- ¿Tiene envidia de éxito de Víctor en el fútbol italiano, cuando usted pudo ser el primero?
- Me alegro de que le vaya bien. Yo recibí dos ofertas, una de la Sampdoria y otra del Torino. Boskov, que ya entrenaba a los de Génova, quería un jugador de medio campo para su equipo, pero no pusieron mucho empeño. Lo del Torino fue más serio: se presentaron con un talón en Barcelona y estaban interesados por mí y por Hughes. Yo quise aprovechar aquella oferta, en el Barcelona me dijeron que yo debía colgar las botas en mi equipo de siempre y lo que pasó después me dio la razón; en el fútbol puede cambiar todo en pocas semanas
- ¿Tiene pesadillas con el Steaua de Bucarest?
- No jugué aquel partido por acumulación de tarjetas y yo no sé que fue peor. Estuve en Sevilla comentando el partido para Televisión con José Angel De la Casa y me tenía que reprimir, quería chillar pero no podía, una experiencia que no se la deseo a nadie
- ¿Por qué lo amonestaron?
- En el partido de vuelta de semifinales, frente al Goteborg, el árbitro, creo que era Vautrot, me mostró la cartulina. Le empujé porque no señaló un penalti clarísimo que le hicieron a Carrasco
Cosas del destino. Esos dos equipos que por motivos diferentes gafaron el destino de Ramón María Calderé, Goteborg y Steaua de Bucarest, se enfrentan el 1 y el 15 de marzo en los cuartos de final de la Copa de Europa…
- No lo sabía, ahora no estoy muy al corriente porque como el Betis no está en competiciones europeas…
- ¿En alguna ocasión ha estado a punto de dejar la práctica del fútbol?
- Todo jugador ha tenido alguna vez esa tentación, y yo también la tuve. Me rompí la rodilla tres veces, tenía veintidós años y estuve a punto de dejarlo todo. La recuperación fue muy lenta, desesperante, tuve la gran suerte de que mi mujer me ayudó muchísimo. Si hubiera estado solo creo que lo habría dejado, no estaríamos haciendo esta entrevista
- ¿Habría descompuesto su vida esa decisión?
- No lo creo, yo soy payés y no me importa decirlo. Vengo de una familia e campesinos, mis padres trabajan la tierra, el almendro, el olivo, la vid. Igual estaba ahora con el tractor, y de verdad que no se me caerían los anillos
- ¿Se arrepiente a estas alturas y con seis negativos de haber fichado por el Betis?
- Estaba esperando esta pregunta. Estoy muy orgulloso de pertenecer a la plantilla de este equipo. El Betis verdadero se podrá ver el próximo año, cuando empecemos de cero. Creo que se está criticando mucho a Retamero, y lo considero injusto. Ha hecho unos fichajes importantes que todavía no han dado fruto. Como jugador, me molesta mucho lo que ha dicho gente que ha sido algo importante en el Betis, hieren mi orgullo cuando dicen que hemos venido a cumplir un contrato. Estoy deseando coger la forma para que se tengan que tragar esas palabras
- ¿Ha apreciado entre los jugadores de la cantera algún resentimiento hacia los foráneos?
- Todo lo contrario, y además sería injusto. Yo soy tan canterano como Julio, Chano o Recha. Llegué con trece años al Barcelona, no existía todavía La Masía, todos estos problemas los he vivido yo también
- Volviendo a aquellos años de cantera, ¿quiénes eran sus ídolos?
- El primero, por encima de todos los demás, era Cruyff, mira por dónde. Admiraba mucho a símbolo de lo catalán como era Carlos Rexach. Posteriormente mis ídolos han sido López Ufarte, tengo una foto dedicada con él cuando yo era un desconocido, y Gordillo. Me haría una ilusión tremenda jugar con Gordillo en el Betis, un gran jugador y mejor persona. No hay nadie como Gordillo, lo conocí muy bien en el Mundial
- ¿Su futuro lo ve relacionado con el fútbol?
- Eso es seguro. Como secretario técnico, como asesor, como ojeador de jugadores. Tengo un carácter idóneo para estas tareas; como entrenador no encajaría, soy demasiado temperamental. En la sombra, pero dando la cara
- ¿Qué habría sido Calderé si el fútbol no se hubiera cruzado en su vida?
- Mi ilusión ha sido siempre ser administrativo. Saqué el título por lo que pudiera pasar y, bueno, sé escribir a máquina, llevar la contabilidad, tengo nociones de derecho mercantil…
Dos Copas del Rey, la primera y la última, son el alfa y el omega de la singladura de Ramón María Calderé como futbolista del Barcelona. Las dos inolvidables por muy distintas razones.
La hostoria empieza el 25 de junio de 1977, una tarde calurosa en el estadio Vicente Calderón. Calderé tenía dieciocho años. Dos horas antes de que el Betis se proclamase campeón de la primera Copa del Rey, amuleto balompédico de la transición, el de Vilarrodona daba la vuelta al estadio abrazado al trofeo que el Barcelona había conquistado en la final de juveniles.
Presagio verdiblanco, “Me acuerdo sobre todo de Esnaola y de Iribar, los dos imponían”, recuerda el futbolista. “Ganamos cuatro a tres al Zaragoza. Moratalla consiguió un gol, Arcadio, un chico que después dejó el fútbol, marcó dos y yo tuve la fortuna de conseguir el último, el decisivo. Carrasco fue la figura del partido. Nuestro técnico era Waldo Ramos, que ahora entrena al Palamós”.
La segunda copa está mucho más cercana. Primavera de 1988. Si el Barcelona perdía con la Real Sociedad, quedaría por primera vez en su historia fuera de las competiciones europeas; un gol de Alesanco hizo el milagro.
Roberto y Zubizarreta son los únicos supervivientes de aquella final. “Fue un triunfo muy importante, pero así agradeció la directiva del Barcelona la victoria. No nos perdonó que nos rebelásemos después de que nos sintiéramos engañados”.