Entrevista Vlada Stosic 1994
De comienzos de noviembre de 1994 es la entrevista que hoy traemos a Manquepierda. Se publicó en Diario 16 Andalucía y está a cargo del periodista Francisco Correal. Su protagonista el jugador bético Vlada Stosic, quien días atrás había sido el líder de la victoria del Betis 0-2 contra el Atlético de Madrid en el Calderón, con un soberbio partido, dando el pase de gol a Aquino en el primer tanto y marcando el segundo gol a pase de Sabas.
Una interesante entrevista en la que Stosic repasaba su carrera futbolística iniciada en su Yugoslavia natal, campeón de Europa con el Estrella Roja en 1991, y que también tuvo continuación en Australia y España.
29 años. Tres temporadas en el Mallorca y nueve partidos en el Betis. En el Calderón despejó muchas dudas con un gol. Caminero lo frenó con una entrada de tarjeta roja. Hijo del empleado de una fábrica de zapatos. Vlada Stosic llevará el timón de la nave bética frente al Valencia, haciendo honor a su nombre. “Vlada en serbocroata es gobierno”. En su currículum figura un título insólito: mejor futbolista de Australia.
– ¿Le quedan secuelas de la patada de Caminero?
– Segurísimo que le duele más a él. Caminero tiene un nombre, un prestigio; pegar una patada de esa manera y delante de tanta gente para él supone un retroceso, una cosa mala en su carrera deportiva. A mí me han dado tantas patadas en los casi cuatro años que llevo en España que por una más no pasa nada
– Su fútbol, su manera de esconder el balón, ¿”invita” al adversario a buscar su pierna?
– ¿Sabe qué pasa? Muchas veces entro con el balón en la primera línea contraria para abrir espacios, para que el defensa elija entre hacerme falta o dejarme pasar. No lo hacen muchos
– Parece más bien un truco de rugby o de fútbol americano…
– Si se fija bien, eso es lo que hacen jugadores como Hagi o Stoichkov. Es una cosa de ser listo, de saber. También de tener experiencia, porque con veinte años no hacía eso
– El Betis propició el final de Maturana en el Atlético. ¿Estaba “cantado” ese cese?
– En fútbol nunca se sabe. Imagínese que el Betis pierde ese partido y que una semana más tarde el Atlético vence al Real Madrid. Todos dirían que el sistema de Maturana era muy bueno
– ¿Le sorprende que un técnico considerado entre los mejores del mundo fuera el primero en hacer las maletas en el Mundial y también en la Liga española?
– No sé qué pensar. A mí también me ocurren cosas extrañas. Está claro que hay algo o alguien que manda en los designios de este mundo
– Usted jugó y ganó la final de la Copa de Europa el 29 de mayo de 1991. El Estrella Roja, equipo campeón, fue sancionado por la FIFA en cumplimiento del bloqueo de la ONU a Serbia; el Olympique de Marsella, subcampeón entonces, se vio implicado en un caso de soborno y fue sancionado con el descenso a Segunda. ¿También había vibraciones extrañas en el estadio San Nicola de Bari?
– Yo creo en esas cosas. El que hace cosas malas siempre recibe un castigo, aunque casi nunca se vea la mano del que lo castiga. No es normal que el Madrid pierda dos Ligas seguidas en el último partido, o que se le escape un punto contra el Compostela. No es normal, pero igual le vino el castigo porque sentó a Milla en el banquillo para que jugara Ronaldo, y todos decían que Milla había sido el mejor
– ¿Qué recuerdos tiene de aquella final europea?
– Salí cinco minutos antes del final por Savicevic. Estaba previsto que saliera de titular, pero el entrenador decidió reforzar la defensa con Sabanazdovic
– Repasa uno los periódicos y fue la última alegría que recibieron sus compatriotas antes de que Yugoslavia fuera en titulares sinónimo de guerra y de muerte…
– Fue la última alegría. Habíamos conseguido algo para el país que nadie hizo en cincuenta años. Y ganamos la Intercontinental en Tokio
– ¿Cuál es su particular interpretación del conflicto?
– La guerra ya me cogió en Mallorca. No quiero entrar porque es un asunto muy complicado. Ni ellos, los que la propiciaron, saben por qué se están matando. Lo único que sé es que es una tontería y que hay que castigar a los culpables. Todo empezó por una crisis económica muy profunda. Para combatirla, eligieron la solución más dolorosa, la guerra
– ¿El futbolista en su país nace o se hace?
– Para ser un país tan pequeño, y con la guerra mucho más, sorprende el talento que siempre tuvo Yugoslavia en los deportes. No sólo en fútbol, hemos estado entre los mejores en baloncesto, en balonmano, en waterpolo… Desde que empecé a andar, lo primero que tuve en mis brazos fue un balón. Cuando mi padre me encerraba en casa por llegar tarde, no me podía aguantar y me saltaba por la ventana para irme a jugar al fútbol hasta que anochecía. El problema es que tenía éxito estudiando; me atraía muchísimo la carrera de Derecho, pero un día tuve que elegir entre ser abogado o futbolista
– ¿Tuvo más ofertas al margen de la del Betis?
– Del Zaragoza, del Albacete, del Compostela, del Sporting. También tuve dos ofertas de Francia, dos de Bélgica y una de Japón. Pero es difícil encontrar un sitio como España, tan similar a mi tierra y donde la gente esté también loca por el fútbol. En esos países echaría de menos el morbo, la pasión española
– Y su versión sevillana, el derbi…
– Tengo la experiencia de Belgrado y es algo maravilloso. Cuando jugaban Partizán y Estrella Roja, el ambiente llegaba una semana antes. Todo en la ciudad era ese partido, mientras se hablaba, mientras se comía, mientras se paseaba. Estoy deseando conocer eso en Sevilla. Hay que querer algo aparte de tu vida privada, donde te puedas perder un poco, y eso la gente en Sevilla sabe hacerlo muy bien
– Algo parecido ha dicho un pintor llamado Antonio López, que expone en Sevilla, “una de las ciudades más sabias del mundo, un espacio para vivir…”
– Es que la vida muchas veces es aburrida, puede hacerse insoportable y uno tiene que llenarla de cosas. Veo que Sevilla tiene, por gente y por historia, capacidad para querer cosas que no son concretamente suyas
– ¿Está satisfecho de su rendimiento en el Betis?
– Sería de tontos decir que no lo estoy. ¿Cómo no voy a estarlo si el equipo está donde nadie pensaba que podría estar?
– ¿Tampoco usted?
– Pensaba que el Betis podría hacer cosas en esta Liga, pero una cosa es pensarlas y otra muy distinta hacerlas. Creo que la mejor manera de conseguir nuestros objetivos es no pensar en lo que se ha conseguido, sino en que somos un equipo normalito que con mucho sacrificio y mucho compañerismo puede andar por el buen camino. De lo contrario, puede ir por otros caminos que no son buenos
– ¿Lee para perfeccionar el idioma?
– Dicen que los yugoslavos tenemos facilidad para los idiomas. Pero si no pones ganas, con la facilidad no basta. Leo revistas como Diez Minutos, más para divertirme que para aprender. No me atrevo a leer libros en español. Tengo tres o cuatro diccionarios en casa, que los maneja más mi mujer que yo
– ¿Tuvo alguna novia croata?
– No me dio tiempo, porque conocí muy pronto a Vesna, la que ahora es mi mujer. Nos conocimos en Australia
– ¿En Australia?
– Antes de cumplir veinte años me fui a un equipo de Melbourne, con Dragoslav Sekularac, el entrenador al que cesaron en el Marbella, porque no quería estar en el banquillo del Estrella Roja. Fui elegido mejor futbolista de Australia. Pero el fútbol es allí el sexto o séptimo deporte, se ganaba muy poco y estaba muy lejos. Llamaba todas las semanas a mi madre y ella siempre terminaba llorando
– ¿Está más contenta con su hijo en Sevilla?
– Ahora llora, pero menos