Fervorín a los béticos, de Antonio Burgos.

La derrota por 4-0 en el partido de ida de la promoción de descenso en 1989 contra el Tenerife puso las cosas muy difíciles, prácticamente imposibles, de cara al partido de vuelta en el Villamarín el 2 de julio.
Por 5 goles de diferencia tenía que ganar el Betis para darle la vuelta a la eliminatoria y conseguir la permanencia en Primera División. Un resultado muy difícil para un equipo que había tenido una muy mala temporada, luchando por evitar el descenso y que a final de temporada se agarró a una permanencia hipotética que terminó convertida en un ominoso descenso a Segunda División.
No por ello la afición dejó de apoyar al equipo. Un Villamarín lleno a rebosar en una calurosísima noche, y una afición entregada desde el inicio del encuentro, que se fue apagando a medida que la remontada parecía imposible, aunque al final del encuentro estalló en un grito desesperado de Betis, Betis, Betis…
Una muestra de este apoyo al equipo verdiblanco lo tenemos en este artículo de Antonio Burgos publicado en ABC el día anterior al encuentro.
Pues señores béticos: esto es como las obras de la Catedral. Más difícil parecía terminar la Catedral, y ahí la tienen, asombro del mundo, porque los que tenían ante sí tamaña empresa se convencieron y dijeron: “Fagamos una obra tal que los siglos venideros nos tomen por locos”. Hay que hacer mañana, señores, una hazaña tal que los siglos venideros nos tomen por béticos.
Y visto y demostrado que los goles en Heliópolis no sólo se marcan desde los verdes campos del edén, sino desde el arte del cemento, la obra tal para que los siglos venideros nos tomen por locos puede hacerse.
¿Qué es el Tenerife, mis queridos señores béticos? ¿Qué es el Tenerife, os digo, comparado con la inmensidad del océano de arte del Betis? Es nada. Es la nada rodeada de agua por todas partes. Y es más la nada si pensamos que el 4 no existe, porque ya nos ha mentalizado a todos Luis Aragonés, sabio de Grecia venido a la Ciudad de la Gracia para enseñarnos un nuevo ábaco en el que sólo hay un número: el 5. No solamente no hay quinto malo, sino que hay quintos buenísimos, verán ustedes, señores béticos, el quinto gol de mañana tarde, ese quinto va a ir destinado a Canarias. ¿Y por qué no después el sexto para cerrar plaza?
Porque el Betis de nuestra alma y de nuestro Pali, al Betis del romero y del sorteo de la vaquita, al Betis del autobús de Utrera y del transbordador del España de Tánger, le sobra arte para eso y para más. ¿No se ganó en Bailén, no se ganó en Breda, no se ganó en Arapiles, no se ganó en Ceriñola? Batallas más difíciles eran. ¿No se ganó a Malta? Aquí tenemos la mejor malta de España, la braña verde de la yerba heliopolitana, desde donde mañana nos darán suerte las cenizas de los penates béticos, ya convertidos en dioses de la fortuna, como Tenorio o Ventura Castelló. Cierto, señores béticos, que el Betis no es la selección española. No, no es la selección española. Tiene muchísimo más arte que la selección española
- Ole…
Guárdese usted ese ole para el primer regate de mañana, porque hay que ir allí. Mañana todos debemos acudir al templo en peregrinación, que está visto que las medallas de Gregorio Conejo no valen esta vez, que hay que llevar el sobre los pies de toda una cuadrilla de pasopalio, que es esa cuadrilla de los béticos del mundo, la cuadrilla del arte, los ratones de Areso y Aedo.
Claro que se pueden marcar cinco. ¿Por qué sólo cinco? ¿Por qué andamos poniendo límites a la Divina Providencia, señor don Pedro Buenaventura? ¿Cuántos fueron los de Malta? ¿Once? A uno por barba, y que alguien marque el que le correspondería a Pumpido, defensor del pueblo andaluz bético. Ya sé que el Betis no es la selección nacional, es más; y ya sé que el Tenerife no es Malta, es muchísimo menos, es la nada rodeada de agua por todas partes. Saben que vienen a torear a la Maestranza del fútbol y están acollonados. Pocas veces como el domingo saldrá un equipo, como el Tenerife, con corbata en su equipación. El Tenerife viene trayéndolos de corbata. Porque saben que aquí hay arte para dar y repartir. ¿Quién dijo cinco? Hasta pueden ser siete, las siete revueltas del arte verde.
En cuanto a Retamero y otros males del siglo, olvidaos hoy. Hay que mirar al palco, evidentemente. Hay que mirar al palco para ver que allí está Peral con la Copa de España, y para ver que allí están Portu, Vilariño y Cifuentes, y allí está Manuel Ruiz, y para ver que allí está don Santiago Montoto con su bufanda verde, y que allí está Joaquín Romero Murube escribiendo la qasida del surtidor del gol, y que allí está Rogelio y que allí está El Pali driblando goles en forma de papás aliñas…Hay que mirar al palco del orgullo bético, del Ave Fénix que siempre renace de las cenizas
Por eso os digo y os repito, señores béticos, que mañana hay que ser como los canónigos que construyeron la Catedral: “Fagamos una obra tal que los siglos venideros nos tomen por béticos”. Mañana hay que vivir toda la grandeza gozosa que es este sentimiento bético de la vida. Pues tenemos la certeza de que mañana el arte volverá a estar sobre la yerba verde. Mañana estaremos con el Betis en el paraíso de la yerba verde.