Figuras del Fútbol. Javier López
Retomamos hoy una nueva entrega de esta serie destinada a recuperar las biografías de jugadores béticos que publicó el diario deportivo Marca a lo largo de los años 1973 y 1974, y que tienen como principal particularidad el estar escritas en primera persona por los propios protagonistas.
Hoy el jugador bético es Javier López, quien llegó al Betis en diciembre de 1970. La publicación es del 1 de agosto de 1974 por lo que estaba a poco de iniciar su quinta temporada con el conjunto verdiblanco, de las doce en que permaneció en Heliópolis.
Desde sus inicios futbolísticos en el terreno profesional Javier López se vio envuelto sin proponérselo en algún que otro lío, que son desarrollados por él mismo en su relato. Afortunadamente después de estas historias la trayectoria de Javier López en el Betis se estabilizó y dio un magnífico rendimiento a lo largo de esas doce temporadas.
En mi larga vida deportiva me he visto complicado en varios líos de los que he sido más testigo que protagonista. Nací en Laredo y, como todos los niños, mi juego preferido era el fútbol que practicábamos los muchachos en el colegio. Cuando sólo tenía quince años formé con los juveniles del Laredo, y a los 17 años ya pasé a jugar en categoría regional con el equipo de mi pueblo. En el Laredo sólo estuve una temporada. Militaba en Tercera División.
Llegaron entonces las primeras incidencias, a las que he hecho mención al principio. Se interesó por mí la Gimnástica de Torrelavega, pero también el Racing de Santander, entonces en Tercera División, pretendía mis servicios. A causa de las apetencias de ambos clubs, la prensa aireó mucho las disputas por mi ficha. Los presidentes del Racing y de la Gimnástica llegaron casi a las manos. Me decidí por la Gimnástica de Torrelavega ya que el Racing pretendía pagarme a base de letras, mientras que la Gimnástica lo hizo en mano.
En este equipo estuve dos temporadas y media poco más o menos. Empecé a destacar y varios clubs se interesaron por mí. Llegó una oferta muy interesante del Atlético de Madrid para que fichase con el equipo madrileño. Se había llegado a un acuerdo económico entre ambos clubs y yo también estaba de acuerdo en lo que tenía que percibir, cuando se produjo algo de lo que se hizo eco toda la prensa nacional.
Me desplacé a Madrid para ser sometido a reconocimiento médico, única condición pendiente para estampar la firma por los rojiblancos. Pasé una minuciosa revisión médica, al parecer con éxito en todas las pruebas, pero en una de ellas, por lo visto, no alcanzaba el baremo que el cuadro facultativo del club exigía. Entonces el médico, sin decirme que no pudiese jugar al fútbol, me comunicó que no llegaba a lo que estimaban conveniente. Los medios informativos airearon lo ocurrido de mil formas, con afirmaciones para todos los gustos.
Ante esta situación, y sintiéndome perfectamente, acudí a varios médicos para que me examinaran cuidadosamente y saber que qué podía basarse la negativa del Atlético de Madrid. Todos los doctores a los que acudí coincidieron en que podía seguir practicando el fútbol con absoluta tranquilidad y me dieron los correspondientes certificados. Pasé muy malos días porque una negativa como la del club madrileño era una tremenda adversidad para mí, que deseaba seguir jugando. También mi padre sufrió un gran disgusto. Una vez que los doctores que me habían reconocido dijeron que no tuviese miedo a jugar, decidí volver. Al enterarse el Atlético de Madrid que iba a continuar jugando, se interesó otra vez por mí. El presidente del club madrileño llamó al presidente de la Gimnástica para que volviese al Atlético de Madrid, ya que el médico le había dicho que se había equivocado. En aquella situación, debido al disgusto que se había llevado, intervino mi padre, que se negó rotundamente a los deseos de los rojiblancos madrileños, por lo que me quedé momentáneamente en la Gimnástica de Torrelavega a la espera de ver lo que ocurría, y si algún otro club se interesaba por mis servicios después de los aireados acontecimientos.
No había pasado mucho tiempo, concretamente un mes, cuando Santín, un ex jugador vinculado al Sevilla que suele informar sobre valores jóvenes de la cantera cántabra, me habló para que viniera al club blanco hispalense. En ésta como en las anteriores ocasiones las cosas ocurrieron de forma distinta a lo previsto. El Sevilla y la Gimnástica estaban completamente de acuerdo en todo, hasta el punto de que el presidente de la Gimnástica me habló del viaje que haríamos a Sevilla. Teníamos un partido contra el Sestao y al día siguiente debíamos salir de viaje. Jugamos contra el equipo vasco y, efectivamente, iniciamos el viaje en el coche del presidente, pero recibí una gran sorpresa cuando al montar me dijo que marchábamos a Sevilla, aunque mi destino era el Betis. No sé lo que ocurriría. Lo que puedo decir es que me cambiaron en el aire. Yo sabía que José María de la Concha me había observado en varias ocasiones en Torrelavega. Así fue mi fichaje con el Betis. En aquel momento yo no tenía simpatía por ninguno de los dos clubs sevillanos, y estaba muy ilusionado por firmar con el Sevilla que se encontraba en Primera División y había quedado clasificado en el tercer puesto. Eso no quiere decir que ahora no me encuentre bien en mi club y contento de haber fichado por él. Fui sometido a reconocimiento médico y pasé bien todas las pruebas a las que me sometieron.
Al Betis llegué el 15 de diciembre y sólo pude jugar cinco partidos, ya que fui a la mili voluntario. Barrios era el entrenador del Betis y se logró el ascenso a Primera División. Fue una gran alegría, aunque yo no había tomado mucha parte en la consecución. A la temporada siguiente no pude entrenar al principio, estando sin jugar hasta octubre. Barrios seguía de entrenador. La marcha del equipo no era buena y llegamos a estar en el último puesto de la clasificación, y ya nadie pensaba que podríamos evitar el descenso. Se produjo el cambio de entrenador y logramos la permanencia contra todo pronóstico. En esta temporada logré goles decisivos. En Burgos ganamos por uno a cero, y fui el autor del tanto que nos quitaba dos negativos; en La Coruña también marqué el gol que suponía el empate a uno y frente a Las Palmas también conseguí un gol con el que se inició el triunfo. La temporada pasada todo ocurrió al revés. Teníamos posibilidades de permanecer casi hasta el último momento, pero la suerte nos abandonó y descendimos a Segunda División.
Al principio de la pasada temporada tuve otro pequeño lío que, por fortuna, como los anteriores se resolvió favorablemente. Tenía un contrato muy bajo y acudí para que me lo mejorasen. La contestación fue que no era posible, ya que se había descendido. Expliqué que lo que ganaba no me compensaba para estar fuera de casa, y ante la negativa me marché a Laredo con mis padres. Hubo un contacto telefónico posterior y todo quedó solucionado, ya que mis exigencias no eran grandes.
Aunque uno es el que menos puede enjuiciarse, creo que futbolísticamente una de mis virtudes está en las facultades físicas. Empecé como interior en punta y solía hacer goles con cierta facilidad. Recuerdo que un partido de juveniles llegué a marcar ocho tantos en un encuentro. Después, en Torrelavega, me colocaron de centrocampista, demarcación en la que continúo y estimo que va bien con mis características de juego.