Gómez se va con la cabeza muy alta, de Emilio Vara
Francisco Gómez es uno de los hombres importantes de la historia verdiblanca. Llegó al club casi al principio de la temporada 1934-35 procedente del Athletic de Madrid para cubrir el puesto vacante de medio centro del equipo bético que había dejado Enrique Soladrero cuando se marchó al Oviedo. Una baja muy difícil de cubrir y, sin embargo, Gómez cumplió a la perfección, siendo el eje del equipo que consiguió el título de Liga meses después.
En 1941 volvió al club, que había dejado en 1936. Intervino con brillantez en la campaña que sirvió para recuperar la máxima categoría en 1942 y en la siguiente campaña, la 42-43, compaginó el puesto de futbolista, hasta alineándose de portero en un encuentro, con el de entrenador de los que a la vez eran sus compañeros.
En la temporada 1951-52 retornó una vez más a Heliópolis para dirigir de nuevo al Betis, ya como técnico con un bagaje más importante, y de nuevo en la temporada 1953-54 se hizo cargo de la dirección técnica de la primera plantilla verdiblanca. Su éxito en esa temporada fue rotundo logrando, tras siete años en el infierno, sacar al club de la Tercera División. En la campaña siguiente, la 54-55, el reto era aún más ambiciosos: el ascenso a Primera, lo que no se consiguió, pero la campaña del equipo fue buena, estando en el pelotón de cabeza casi toda la temporada.
A finales de abril de 1955 se decidió que había que renovar profundamente la plantilla del ascenso y también la dirección técnica, con lo que Francisco Gómez se despidió del club verdiblanco, al que durante tantos años estuvo vinculado. Los jugadores y aficionados le rindieron diversos homenajes de despedida, y es en este contexto en el que se enmarca esta columna que el periodista Emilio Vara le dedicó en Sevilla en mayo de 1955.
El pasado jueves, al mediodía, se celebró un acto simpático de verdad. Los jugadores del Betis se reunieron con su antiguo entrenador, Gómez, y le ofrecieron un almuerzo.
Merecía Gómez este gesto de sus antiguos jugadores. Lo merecía porque es un hombre sincero, con un corazón tan grande como grande puede ser su genio, que luchó siempre buscando el éxito de sus muchachos y del equipo.
Pero no paran aquí los actos en honor de Gómez. Esta noche sus amigos béticos de verdad van a ofrecerle también una cena de despedida. Y también hay que decir que Gómez merece este homenaje íntimo que van a tributarle sus amigos de siempre, los que han estado a su lado en los momentos buenos y en los difíciles, reconociéndole en todo instante sus méritos, que los tiene. Gómez es digno acreedor de esta cariñosa despedida que se le tributa.
Porque Gómez, señores, se marcha del Betis con la cabeza muy alta. Habrá tenido sus equivocaciones, como todos las tenemos en nuestra vida, pero ha sido siempre un hombre entregado de corazón en su tarea, y ha desempeñado su labor en todo momento con una honradez y una sinceridad que han dado sus frutos.
El Betis le debe mucho. Como jugador, fue uno de los que llevaron al equipo a ser campeón de Liga en 1935 y lo ascendió a Primera División en 1942; como entrenador, sacó al club del pozo de la Tercera División, y este año, primero de la nueva etapa en Segunda, lo ha dejado bien clasificado, con cuatro positivos. ¿No es ésta una brillante hoja de servicios?
Gómez siente al Betis como el primer bético. Él ha vivido en el club verdiblanco días de gloria y momentos amagos, y siempre supo defender sus colores en todos los terrenos, con el afán, el cariño y el amor propio que dignifican la labor de un hombre en cualquier manifestación de su vida. Gómez tiene sus defectos, como todo el mundo, pero también tiene sus virtudes, que son muchas. Yo lo he visto defender al jugador ante la Directiva, cuando ha creído que el juicio de la Junta no era justo. Y ha defendido, posiblemente, al mismo jugador al que, momentos antes, en la caseta o en los entrenamientos, le riñó duramente por algo. Y también lo he visto hablarles a sus muchachos antes de un partido con el corazón en los labios, con honradez y darle al equipo, con sus palabras, el aliento y la moral del triunfo.
La temporada pasada, su presencia al frente del equipo fue decisiva para el ascenso. Este año, las cosas no salieron tan bien en relación con las ilusiones que nos habíamos hecho, pero, así y todo, mantuvo a un conjunto recién ascendido con aspiraciones de otro ascenso hasta las últimas jornadas, para dejarlo al final colocado en el grupo de cabeza con cuatro positivos. Es decir, que Gómez vino al Betis en un momento difícil cuando el equipo estaba hundido en la Tercera División y lo deja bien situado en Segunda.
Por eso al marcharse ahora puede hacerlo con la cabeza muy alta, con la satisfacción de haber conseguido un gran triunfo para su club, y por eso también sus amigos no pueden dejarlo ir sin ofrecerle el homenaje íntimo que esta noche se le va a tributar.