Juan Del Pino, un ariete de lujo, de Manuel Sarmiento
En mayo de 1989 fallecía en Venezuela Juan Del Pino, uno de los grandes delanteros centros de la década de los años 40, que destacó particularmente en la filas del Real Club Celta de Vigo.
Toda una hornada de hasta seis jugadores canarios pobló las filas viguesas en la temporada 1940-41, en unos años en que los equipos de las islas Canarias aún no participaban en la competición liguera, por lo que sus mejores jugadores terminaban integrados en equipos peninsulares.
Juan Del Pino incluso llegó a estar seleccionado para formar parte del equipo español que debía de jugar ante Alemania e Italia en 1942, pero por motivos de «una enfermedad del amor», como se decía en la terminología de la época, no pudo acudir a la convocatoria, debido al bajonazo que le produjo en su condición física.
El periodista Manuel Sarmiento Birba, en la páginas del diario deportivo AS, rememoró en ese mayo de 1989 al jugador canario al que viera jugar en el Celta de su infancia
La noticia pasó casi desapercibida. En Canarias tuvo un lógico eco. En la Península apenas se divulgó. Pero es justo y lógico que hoy tengamos un recuerdo para Juan Del Pino, uno de los mejores delanteros centros que ha existido en nuestro fútbol tras la guerra civil. Es larga la historia, pero tiene detalles más que curiosos y que lo viejos aficionados tendrán que recordar, como nosotros lo hacemos, por las singularidades que se dan teniendo en cuenta que Del Pino era un ariete canario que vino al Celta de Vigo y que puede decirse que armó la revolución en el fútbol de Primera División. Tenemos que volvernos atrás en el tiempo. Yo entonces era un mocito y un loco seguidor del Celta. Y Nolete era el ariete de este equipo. Pero, en la temporada 1940-41, un grupo de jugadores canarios “invaden” Vigo y se enrolan en el Celta. Sus nombres son los siguientes: Victorero, Sabina, Mundo y Del Pino. En el club vigués ya estaban el medio centro, sensacional medio centro, Antonio Fuentes y el formidable extremo Paco Roig. Total, con los cuatro que llegaron, nada menos que media docena de canarios en el club vigués. Un año más tarde también llegaría el portero Antonio Sánchez. Ya eran siete los isleños.
Juan Del Pino era un ariete moreno, de bigote negro, alto y rematador de primerísimo orden. Venía al Celta procedente de un famoso equipo tinerfeño llamado en aquellos tiempos Price. Con él, del mismo equipo, Mundo. Sabina, del Real Unión.
Del Pino suplía al eterno Nolete, que ya tenía demasiados años y demasiado peso en su anatomía. Y recuerdo el equipo del Celta que vapuleó al Español en Balaídos en la segunda jornada liguera de la temporada 1940-41. Siete goles a uno. Del Pino hizo estragos en el marco españolista. Once goles en dos partidos del ataque del Celta, porque en la primera jornada en Vallecas el Celta había perdido con el Atlético Aviación por cinco goles a cuatro. El ataque céltico lo integraron Venancio, Mundo, Del Pino, Agustín y Roig.
Del Pino era un jugador colosal en el remate; estuvo tres años en el Celta y el Sabadell se lo llevó porque pagó mucho por su traspaso. En ese lapsus de tiempo, Del Pino había sido seleccionado por Eduardo Teus para el equipo nacional que debía jugar ante Alemania en Berlín, y en Milán frente a Italia. Pero Del Pino no fue convocado a última hora. Fueron elegidos Mundo, del Valencia, y Martín, del Barcelona. La causa de que Del Pino no fuese llamado fue su aspecto físico. Y todo ello por una enfermedad de moda en aquellos tiempos. Del Pino, que era moreno y con pelo negro, desaparecía un día de la circulación viguesa y tardó quince en reaparecer. Una enfermedad del amor, se decía entonces, le dejó sin pelo, perdió su color moreno y aparecía sin un cabello, totalmente pelado y rubio. Fue una transformación total. Su aspecto exterior, la verdad, no era bueno. Y se quedó sin viaje a Europa.
Era uno de los mejores arietes españoles de aquel entonces. Estuvo en el Sabadell, ya con pelo rubio y piel más albina, y tras sus servicios en el club lanero se fue al Córdoba, con Tinte, Moreno, el portero Martín, el medio centro Guillamón, el interior Muñoz, Ayala, el defensa Medrano, etc. Un día le perdí la pista, aunque me queda la duda si llegó a jugar en Cáceres. Mi memoria no da para tanto. Sé que se fue para Venezuela, donde los canarios tantos lazos de afecto tienen. Y en aquel país sudamericano ha vivido años y años hasta hace unos días en que, a la edad de setenta y dos años, acaba de fallecer.
Creo que el domingo, el Celta, por lo menos, donde tanto jugó y tantos goles marcó en sus años de estancia, debe guardar luto por Del Pino. Es difícil que la jóvenes generaciones comprendan esto que escribo. No se dan cuenta que con esta nota luctuosa sobre Del Pino yo hago no solo un acto de justicia respecto al que fue gran ariete canario, sino que doy noticia a millares de aficionados que gozaron con su juego y que deben saber que ya no existe. Es el agradecimiento del aficionado y es la noticia periodística. Porque Del Pino, por su categoría, bien lo merece. En tierras venezolanas ya descansa para siempre el que fue arquetipo de ariete y el más popular delantero centro español de los primeros años de la década de los 40. Con Mundo, Martín y luego el que ya vendría, Zarra.
Descansa en paz Juan Del Pino, un ariete de lujo.
Fuente: Manuel Sarmiento Birba en AS 15 de mayo de 1989