La cantera. La labor de José María de la Concha y Pepe Valera. 1967
Vimos recientemente aquí como se concedió al Betis en 1967 el Trofeo Amberes, una importante distinción de los periódicos Marca y Arriba que premiaba la labor de cantera que realizaban los clubs a lo largo de toda la temporada.
Con ocasión de esa concesión el 2 de diciembre de 1967 apareció en Marca un reportaje de su corresponsal en Sevilla, Juan Manuel Borbujo de las Heras, en la que detallaba la historia de la cantera verdiblanca desde comienzos de los años 50, y que nos sirve para componer de manera bastante detallada el proceso de reorganización de una importante parcela del club y que sufrió mucho en los peores momentos del club en los años 40.
Es muy destacable en este proceso la labor de dos personas que a lo largo de su vida fueron siempre Betis, como José María de la Concha y Pepe Valera. También del inolvidable Andrés Aranda, quien había fallecido tres años antes. Con ellos se enlaza con el Betis de los años 30 y 40, del que formaron parte. También la visión de directivos como Pascual Aparicio ó Benito Villamarín es resaltada en el texto, que glosa la tradición de cantera que supusieron el Calavera CF, el Juventud Balompié y el Triana Balompié.
José Valera, actual entrenador del Betis, y José María de la Concha, fibra blanquiverde, que hasta hace escaso tiempo integró el equipo técnico del Atlético de Madrid, son los auténticos forjadores de esa cantera, que ha otorgado al club el Trofeo Amberes 1967.
La actual cantera comenzó por la temporada 1950-51, cuando regía los destinos del club sevillano otro bético de pro: don Pascual Aparicio. Pepe Valera y José María de la Concha crearon dos equipos juveniles sostenidos a través de una aportación simbólica del cuerpo social: una peseta por cada asociado. De aquellos dos equipos juveniles blanquiverdes salieron prontamente a la palestra los primeros titulares, tales como Luis Del Sol, Valderas, Eugenio, Ruiz-Mesa, etc.
Transcurrió el tiempo, y aunque De la Concha mantuvo contacto con el Betis, abandonó la actividad directa, ya que se ocupó de la secretaría del Colegio Regional de Entrenadores y fue funcionario de la Federación Andaluza de Fútbol, mientras que Pepe Valera, con el título nacional de preparadores de fútbol en el bolsillo, se dedicaba a tales tareas en distintos clubs: Málaga, Jerez, Jaén, Cádiz CF, aunque, al igual que De la Concha, mantenía relaciones con la sociedad de orígen. Es más, Valera llegó incluso, en una coyuntura difícil, a hacerse cargo de la preparación del titular del Betis, si bien con carácter provisional.
En la campaña 1960-61, bajo la presidencia del inolvidable don Benito Villamarín Prieto, éste resuelve el ingreso como profesional, en calidad de secretario técnico el Betis, de José María de la Concha, inquieto hombre de certera visión y fino olfato, descubridor de promesas futbolísticas, que mucho antes, en sus primeras andaduras en el balompié hizo factibles aquellos conjuntos filiales verdiblancos, como el Calavera Club de Fútbol. Por aquel entonces, años 41 al 44, la verdad es que el Betis no prestaba atención a su filón amateur y que hoy es su auténtica savia y la razón de su existencia, a pesar de que hombres como Andrés Aranda (q.e.p.d.) siempre intentaban mantener el deseo de descubrir valores propios con destino a las plantillas del club.
Al hacerse cargo de la presidencia bética don Benito Villamarín Prieto, decidió que José María de la Concha se constituyera en piedra angular de la cantera verde mediante sistemas directos y fortalecidos por amplia ayuda económica. Y así aquellas inquietudes fueron cristalizando en realidades innegables, hasta llegar a este Trofeo Amberes 1967.
En estas columnas de Marca publicamos el 6 de julio de 1963 una entrevista con José María, en la que éste nos hablaba de la fundación del Triana Balompié como filial del Betis. En esa su primera temporada, el Triana ascendía a Tercera División, donde se mantiene con holgura y, lo que es más importante, proporcionando jugadores que ya pueblan la plantilla profesional. Por aquellas fechas, De la Concha nos confesaba también que la cantera del Betis la integraban 219 jugadores, repartidos o cedidos en clubs nacionales, y los restantes, en los conjuntos aficionados, juveniles e infantiles afectos a la Sociedad de origen: la verdiblanca.
El día 9 de enero de 1964 volvimos a dialogar con De la Concha sobre el mismo tema, con destino a Marca, y nos anunciaba que el ensayo del Triana y de la cantera se había fortalecido, y que alcanzaba el número de 262 jugadores, de los que 17 actuaban en Segunda División, entre ellos Frasco, cedido al Huelva, Jiménez al Algeciras, hoy jugador del Barcelona, mientras que Telechía, Antón, Garrido, Tito e Isidoro eran puntales del Triana, y Quino, Dioni, Demetrio y González lo eran de los equipos juveniles béticos, figurando como titulares en las selecciones de Andalucía y de España.
La visión de Benito Villamarín, merced a los esfuerzos de José María de la Concha, entraba en los apetecidos cauces, y en la campaña 1965-66, al abandonar José María los servicios técnicos del Betis por suscribir compromiso con el Atlético de Madrid, fue Pepe Valera quien se hizo del timón de la organización formativa. Hombre que siempre laboró en pro de esa actividad, como los prueban los «descubrimientos» de Espina, Peñafuerte, Portu, etc, logrados en las filas del Juventud Balompié, versión bética por afinidad de sus rectores, socios y simpatizantes. Al marchar De la Concha a Madrid y hacerse cargo de la organización Valera, la cantera blanquiverde contaba con 294 jugadores, y es Valera quien hace prevalecer, a lo largo de las dos últimas campañas, todos aquellos esfuerzos, todos aquellos trabajos, que acaban de desembocar en la concesión del Trofeo Amberes 1967. De no haber sido por él, a buen seguro que toda la empresa se habría malogrado.
De ahí que el Trofeo Amberes lo haya merecido el Betis merced a la labor de estos dos personajes: José María de la Concha y Pepe Valera. Y es de justicia resaltarlo.