La Copa del 77 (y VII). Recibimiento y celebración
El día siguiente a la final, domingo 26 de Junio, el Betis regresa a Sevilla en avión y cuando llega al mediodía al aeropuerto de San Pablo se produce el primer recibimiento masivo.

Asi lo contaba al día siguiente el diario AS: «Ondeaban hacia el mediodía innumerables pancartas y banderas, entre las que se distinguían algunas ikurriñas y chapelas rojiblancas, intercambiadas por los aficionados béticos con seguidores del conjunto vasco tras esta final de auténticos titanes.
Mientras tanto, en previsión de posibles contingencias, algunos números de la Policía Armada y de la Guardia Civil habían intentado acordonar el acceso a la pista, pero se vieron impotentes para contener aquella avalancha de aficionados que gritaban sin cesar: ¡ Sí, sí, sí, la Copa ya esta aquí¡ y ¡Betis, Betis, Betis¡
Cuando en el horizonte alguién descubrió el Boeing 727 que transportaba a la expedición verdiblanca, las decenas de miles de gargantas comenzaron a corear: ¡Betis, Betis, Betis…¡ , que impresionaba por su uniformidad y potencia, que hacía inaudible el ruido de los motores del aparato, mientras millares de banderas ondeaban al aire.
Los gritos no cesaron ni cuando el avión tomaba tierra ni cuando se retuvo en la cabecera de la pista, imposibilitado de penetrar hasta el párking para los aparatos, porque éste estaba totalmente invadido por los aficionados.
Entonces cuando los béticos vieron que unos autobuses se dirigían al avión para recoger a los pasajeros, tampoco los vehículos que formaban barrera ante ellos fueron suficientes, y miles y miles de béticos pasaron por encima de ellos, sin soltar ni banderas ni pancartas, y llevaron a cabo una carrera rápida y afanosa que les permitió llegar al avión antes de que lo hicieran los autocares.
Allí, a medida que los jugadores iban saliendo, se encontraban lanzados por los aires, vitoreados, abrazados, zarandeados… Fueron unos momentos de auténtica emoción , que llegó a reflejarse en los ojos de algunos de los futbolistas, más brillantes que de costumbre.

El lunes 27 se produce la recepción oficial a los vencedores en el Ayuntamiento. El equipo parte desde el estadio Benito Villamarín a través de la Palmera ante el entusiamo desbordado de miles de aficionados en una marcha que duró casi dos horas. Se hace una parada en la catedral, pues el club ofrece una salve y un ramo de flores a la Virgen de los Reyes.
Al llegar a la Plaza Nueva, donde no cabe un alfiler, gritos ensordecedores, aplausos, cánticos y locura colectiva al aparecer los protagonistas en los balcones del Ayuntamiento. Alocuciones del alcalde y del presidente bético José Núñez Naranjo, quien pronuncia unas palabras cáusticas que siempre se recordarán: «Saludo especialmente a todos los que estuvieron en el campo la noche del Valladolid. Sí, aquella que llovía tanto. Los pocos que allí se encontraron fueron base de este título que ahora celebráis. No en balde me han llamado el presidente de la verdad , y me lo han dicho hoy mismo. Esta es la verdad». También hablaron Esnaola, Cobo, Iriondo, etc

En el interior del Ayuntamiento se fotografían jugadores, directivos, entrenador, cuerpo técnico y componentes de la última corporación municipal del franquismo con el trofeo conquistado.
Entre las declaraciones que encontramos en la prensa local de esos día se encuentran las del ex-jugador sevillista Raimundo Blanco, integrante de la delantera stuka de comienzos de los años 40, quien formaba parte como concjeal de la última corporación municipal del franquismo.

También recoge la prensa deportiva las cuentas definitivas sobre la recaudación y reparto de los ingresos generados por la final. Nos da también un dato que hasta este momento no había aparecido claramente definido: el reparto de entradas para la final. Por esta información sabemos que 21.000 entradas fueron a parar directamente al Athletic Club, 11.000 al Real Betis Balompié, 5.000 a la Federación Vizcaína de Fútbol, 15.000 se pusieron a la venta en las taquillas del Manzanares y 10.000 para la Federación Española de Fútbol. Seis millones de pesetas fueron los beneficios que obtuvo el Betis de la final, y que sirvieron para pagar las primas ofrecidas a los jugadores por alcanzar el título copero, a razón de 275.000 pesetas por jugador.

Y poco más dio de sí la celebración del triunfo bético en Sevilla. Un triunfo que la ciudad no veía desde 1948, año en que el Sevilla FC consiguió su tercer título de Copa. Desde luego que esta celebración desbordó a todo cuanto había conocido hasta ese momento la ciudad, y sin embargo como podemos ver, el programa de celebraciones tampoco fue muy extenso.
Los jugadores cogieron las vacaciones después de una larga temporada y quedaron citados para comenzar una nueva temporada, en la que el equipo tendría que luchar en 3 frentes al participar en la Recopa europea.
Y la prensa ya comenzó a informar en esas mismas fechas de las líneas a reforzar para la próxima temprada.

El equipo no se reforzó en la cantidad suficiente para la dura temporada que se avecinaba, y al final de esa campaña se pagó el sobreesfuerzo realizado.
Pero en el verano del 77 no eramos conscientes de eso, los béticos vivíamos en una maravillosa nube. El Eurobetis era una gloriosa realidad y al comenzar la pretemporada continuaron los éxitos ( Trofeo Ciudad de Palma, Trofeo Ciudad de Sevilla), a lo que siguió la eliminatoria de la Recopa ya en Septiembre contra el Milan.
Días de vino y rosas que para siempre quedaron grabados en la memoria de la infancia de quien esto escribe.