La importancia del Campeonato de Liga, de Oreto
En febrero de 1929 se inició en España el Campeonato de Liga. Un torneo que respondía a la evolución económica y social del fútbol, que ya no era solo un mero deporte y que había entrado ya en la senda del espectáculo de masas.
La plena consolidación del profesionalismo, con su plena regulación desde 1926, supuso la necesidad de contar con más ingresos económicos, que permitieran soportar los crecientes gastos a que se vieron sometidos los clubs profesionales.
Desde 1903 ya existía en España una primera competición de carácter nacional: el Campeonato de España, que es la denominación oficial del torneo de Copa que hoy conocemos. En esta competición, basada en el sistema de eliminatorias, el problema estaba en que nadie podía asegurar unos ingresos fijos, dada la posibilidad de ser eliminados en cualquiera de las rondas previas a la final del torneo copero. Después de algunos intentos fallidos y de múltiples discusiones se consiguió fijar un torneo por el sistema de Liga para la temporada 1928-29, que empezó a disputarse en febrero, una vez disputada la competición de Copa. Era ya un torneo que se jugaba en otros países europeos, y la liga inglesa, en vigor desde el año 1888, era el espejo en que mirarse para la naciente competición.
Los inicios no fueron fáciles, y durante los primeros años el torneo de Copa mantuvo un prestigio muy elevado en relación al nuevo campeonato. Nada que ver con la situación de hoy en día, donde el trofeo liguero ha arrinconado absolutamente al Campeonato de España.
De diciembre de 1929 es este artículo del periodista sevillano Juan Otero «Oreto», quien desde las páginas de El Liberal informaba de la creciente importancia del Campeonato de Liga, cuando se estaba ya disputando la segunda edición.
A medida que avanza el desarrollo del Campeonato de Liga va éste cobrando mayor interés. En realidad esta competición tiene para el aficionado más valor que el Campeonato de España, como lo demuestra el hecho de que cada vez se da más importancia a este torneo, que llegará a imponerse definitivamente.
Se obtiene en el torneo de Liga la más justa y ponderada calificación de los equipos, no ocurriendo lo que en el Campeonato de España, que un tropiezo deja al margen de la lucha eliminatoria a equipos más potentes que otros a quienes la fortuna los ayudó en una tarde desgraciada para el contrario. Por el sistema de liga se imponen al final los equipos mejores, los más potentes y regulares en su actuación, puesto que no siendo eliminatorio ninguno de los encuentros puede un equipo recuperarse a lo largo de la lucha de cualquier tropiezo desafortunado e ilógico.
Hay además otras ventajas. Los partidos de eliminación para el Campeonato de España se jugaban a la desesperada, recurriéndose para ganarlos a toda clase de recursos, algunos reprobables e inmorales, puesto que para los clubs con alta nómina de jugadores constituía una catástrofe económica quedar eliminados en los octavos o cuartos de final.
Por el sistema de liga, todos los equipos juegan el mismo número de partidos, ganen o pierdan, no teniendo necesidad los clubs poderosos de recurrir a ciertas maniobras inconfesables ante un partido de dudoso resultado.
En la temporada de 1927-28, el Madrid FC eliminó al Sevilla, ganándole en Madrid y el desempate en Badajoz de manera anormal y extraña.
Después, cuando pasó el tiempo, pudimos comprobar de modo claro que el Sevilla no hubiera podido ganar aquella eliminatoria…
Para el Madrid perder frente al Sevilla le suponía una pérdida de muchos miles de duros, y había que defenderlos a toda costa, y la cuerda se rompió por lo más endeble, como suele ocurrir siempre.
Ahora los partidos del Campeonato de España ya no tendrán la decisiva importancia económica que cuando sólo se jugaba dicha competición. La Liga proporcionará a los clubs los ingresos suficientes para su sostenimiento, y las eliminatorias del campeonato es posible que se jueguen más justa y deportivamente.
De ahí que, como aficionados, nos alegramos del auge que va tomando la Liga en todas partes, y muy especialmente en Sevilla, donde la afición cada día se muestra más interesada en su desarrollo.