Lopera forma el nuevo gobierno del Betis, pero no lo presidirá.
El artículo que hoy traemos a Manquepierda se publicó en la sección El balón cuadrado de Diario 16 Andalucía a cargo del periodista Manolo Rodríguez el 3 de julio de 1992, un día como hoy de hace ya 30 años.
Sólo habían pasado 3 días de la conversión del club en SAD, tras un sprint final de negociaciones en el Hotel Colón de Sevilla que darían lugar a la toma del control accionarial mayoritario por parte de Manuel Ruiz de Lopera. El contexto en el que entonces se veía el asunto era claro y diáfano: la intervención de Lopera había salvado al club, pues en el caso de no haberse constituido en SAD cubriendo el capital de 1.175 millones de pesetas hubiera sido expulsado del fútbol de categoría profesional, yendo a la Segunda B y con un panorama económico ruinoso.
El paso del tiempo ha matizado en parte esa visión del momento, y el juicio de 2015 dejó claro que Lopera se hizo con el control económico de la sociedad tras una serie de artimañas financieras y sin poner en su totalidad el dinero con que se hizo con la propiedad. Toda una trama financiera que empezó a controlar al club a través de un entramado de sociedades, en las que se confundían los intereses personales del máximo accionista con los de la entidad.
Sí queda claro, como así sucedió, en el artículo la voluntad de Lopera de no presidir el consejo de administración que se iba a constituir. Ese cargo de presidente recaería, hasta abril de 1996 en José León, el fiel escudero de Ruiz de Lopera y el hombre que propició su entrada en la directiva bética en octubre de 1991. Lopera se reservaría el puesto de consejero delegado, mientras que León ejercería las funciones representativas de la presidencia. No obstante, el poder ejecutivo desde ese momento sería desempeñado por Ruiz de Lopera, y su domicilio en la calle Jabugo, como ya se señala en el artículo, se iría confundiendo ya con la sede institucional del club, todo un símbolo de los tiempos que estaban por llegar.
En cuanto a los consejeros que formarían el primer consejo de administración de la SAD se especulaba en el artículo con la presencia de bastantes de ellos, unos ya procedentes de la directiva presidida por Hugo Galera (Juan Luis Aguado, Luis Bellver, José Carlos Campos, Francisco Lucena, Juan Márquez, Angel Martín, Manuel Morales, Fernando Rubiales, Francisco Sánchez, etc) y otros novedosos que llegaban como producto de la nueva situación (Rufino González, Balbino de Bernardo, Antonio Bustos, Luis Salcedo, etc)
Otros, a pesar de su aportación económica en la conversión en SAD, quedaron al margen del nuevo consejo como el propio Hugo Galera, Manuel Domínguez o Manuel Espina. El nuevo mapa accionarial y el reparto del poder en el ámbito del nuevo consejo de administración les dejaba al margen, y pronto comenzarían las campañas de descrédito hacia la gestión de Galera, todo un referente durante la nueva etapa que iba a comenzar.
A la una de la tarde del martes 30 de junio sobrevino la última noticia para que el Betis y Proinsur se pusieran de acuerdo. Ruiz de Lopera, con cara de póker, intentó zanjar en el hotel Colón la interminable negociación que ya duraba tres días y le dijo a González de Caldas: “Les ofrezco doscientos millones por rescindir el crédito. Ustedes cobran, nosotros descansamos, y se acaba todo”.
Pero Proinsur dijo que no, y la situación se puso al borde del precipicio. Lopera, entonces, tiró de cartera. Se sacó del bolsillo más de 780 millones de pesetas—el dinero puesto físicamente y los créditos que le ha gestionado a otros béticos para que pudieran ayudar a la salvación—y llamó a los apoderados del Banco Central Hispano, se fue para su despacho, y terminó firmando una escritura que Hugo Galera entendió como una derrota, ya que el presidente intentó hasta el último momento que Proinsur entrara en la operación. Pero ya no había remedio. El miércoles se puso encima de la mesa qué iba a pasar en el futuro con la inmobiliaria y la unanimidad de la Junta fue rotunda: “Que se pongan en la cola y que comience el pleito”. Un pleito que, según aseguran algunos, podría durar varios años.
Desde entonces, el ciudadano Manuel Ruiz de Lopera reina en el cielo verdiblanco. Es el amo absoluto por la vía de las pesetas, pero no quiere ser el presidente del Consejo de Administración de la SAD. Y no lo será. Anda mortificado porque lo aplauden en las calles y lo vitorean en las peñas, y desde hace unos días tiene decidido que lo suyo es vivir el Betis desde el hinchismo y no desde la tarea ejecutiva. De cualquier modo, a lo que no puede sustraerse es a mandar. Porque, realmente, es el único que manda desde la atalaya de su 60% en cash, y el control que ejerce sobre los 300 millones largos de los socios. Él, por tanto, decidirá quiénes serán los consejeros, quién el presidente, y cuál la orientación de la sociedad.
Y algo tiene ya decidido. En cuanto a los consejeros, cuyo número aún se desconoce (será un número entre siete y veinte), parece claro que se sentarán en la mesa decisoria los béticos que se han distinguido por su notable aportación económica. Es decir, Hugo Galera, Manuel Domínguez, Juan Márquez Medrano, Rufino González, Manuel Morales y, posiblemente, Manuel Espina. Digo probablemente porque no han gustado algunos de los últimos gestos del nazareno, tales como pedir, a través del directivo Francisco Sánchez, que Farusa renunciara a sus derechos políticos en el Consejo, o que se fuera a comer el miércoles a la Venta Ruiz con el citado Francisco Sánchez y con Hugo Galera, que aún sigue lamentándose del enorme fracaso con que se han cerrado todas sus gestiones para resolver la situación con los notables.
Hugo Galera, sin embargo, será consejero si él quiere, que parece que no quiere. De cualquier modo, Lopera pretende que el galeno permanezca en su sillón hasta que se constituya la sociedad, cosa que podría resolverse con buenas maneras, habida cuenta de que Lopera ya se ha responsabilizado ante Galera de liberarlo de todas las deudas que tiene contraídas el mandatario.
Manuel Domínguez, por su parte, aparece como el único notable bien situado. Ha sido capaz de entenderse con Lopera, tiene buenas relaciones en Madrid y en la órbita de la Liga de Fútbol Profesional, conoce el Betis, donde ya ha sido vicepresidente en dos directivas distintas, y, sobre todo, parece no tener prisa, ya que incluso ha renunciado a ser directivo de manera inmediata, “porque deben ser los actuales responsables, en quienes tengo toda mi confianza, los que tomen las decisiones deportivas que sean necesarias”.
Junto a Domínguez, se intuyen como hombres fuertes Manuel Morales, el desconocido Rufino González, Juan Márquez y, sobre todas las cosas, Pepe León, auténtico hombre de confianza de Lopera, peso pesado por su trayectoria y su cercanía al mandatario, y no descartable futuro presidente del Consejo de Administración, aunque todavía pudieran producirse conversaciones que provocaran una determinación más negociada.
El resto del Consejo también lo tiene decidido Lopera, que pretende recompensar el esfuerzo de la Junta Directiva que ha conducido el tránsito hacia la SAD. Según sus planes, tendrán asiento José Carlos Campos, Rafael Moreno, Luis Bellver, Juan Luis Aguado, Fernando Rubiales, Paco Lucena, Antonio Bustos y Angel Martín. En el capítulo de los agradecimientos, desde el entorno de Berlusconi, como ya definen algunos a Lopera, se valora muy positivamente el gesto de otros béticos como Juan Salas, Manuel Romero o Balbino de Bernardo, los cuales han hecho aportaciones más o menos importantes que, en algún caso, podrían incluso verse recompensadas con su presencia en el Consejo.
De cualquier manera, lo que de verdad se valora desde la calle Jabugo, nuevo eje de la historia verdiblanca, es el esfuerzo de la infantería. Esa gente que ahora, pasado el trago, quieren que en Heliópolis se vuelva a hablar de fútbol.