Los béticos optaron por Marlon Brando, de Luis Carlos Peris.

A comienzos de febrero de 1988 la Federación de Peñas Béticas celebró en su sede del Villamarín una reunión de presidentes de peñas en la que se iba a debatir un único punto: «Situación actual de nuestro club en lo deportivo, lo social y lo económico: postura del peñismo al respecto».
El Betis en ese momento atravesaba una delicada situación deportiva, pues después de 20 jornadas acumulaba 7 negativos y se situaba a sólo un punto del descenso de categoría. La oposición al presidente Gerardo Martínez Retamero era especialmente activa desde determinadas posiciones, como la presidencia de la Federación de Peñas que ocupaba Antonio Bustos, quien había sido miembro de la candidatura encabezada por Hugo Galera en febrero de 1987, y que fue derrotada por Retamero.
De las 129 peñas existentes concurrieron 51, y tras una ardua y tensa discusión, se procedió a votar con los resultados de 7 votos a favor de la gestión de la directiva, 19 pidiendo su marcha inmediata y la convocatoria de elecciones, 14 a favor de que siguiese hasta final de temporada para convocar entonces nuevas elecciones, 7 solicitando una asamblea extraordinaria, 3 votos en blanco y 1 abstención.
En las páginas de Diario 16 Andalucía, en la sección Desde mi córner, el periodista Luis Carlos Peris comentaba la pertinencia de acciones como ésta, además de su escas representatividad, en un momento en que el equipo se jugaba la permanencia en los 3 meses de competición que aún quedaban por delante.
La tumultuaria reunión de peñas béticas del pasado martes sólo condujo a que el beticismo sea en estos momentos un insoportable patio de vecindad. Si Retamero tiene que irse, que se vaya, pero si puede asegurarse que no van a conseguirlo reuniones como ésta. Lo único que han logrado sus promotores es que haya más confusión y más dispersión de fuerzas, más caza del hombre odiado que atención a lo que el equipo ha de jugarse en dieciocho tardes agónicas. Ni más ni menos; pues, por lo pronto, de las ciento veintinueve peñas sólo fueron representadas cincuenta y una y, de ésas, únicamente diecinueve mostraron su disconformidad con el presidente.
Es un resultado ridículo si pensamos que el hombre que hizo el llamamiento, que pensamos sería el actual presidente de la eufemística Federación de Peñas, es un bético que vio cómo la candidatura que apoyaba fue derrotada en las urnas por la que encabezaba Retamero. O sea, que ni cuando el equipo está con siete negativos y en peligro cierto de segundazo son capaces de ganarle un pulso a su contrincante. Y es que si poca credibilidad tiene Retamero en la hora que vivimos, fíjense el apoyo que sustenta a sus enemigos de siempre. Retamero no pierde a pesar de la torpeza de haber dotado de cañones de largo alcance a sus rivales; porque no me negará nadie que Retamero tiene la virtud de armar al enemigo cuando deja que la presidencia del peñismo caiga en manos de un desafecto a su causa.
Con la inmensa mayoría de los béticos viendo a Marlon Brando en “El baile de los malditos”, en las entrañas del Villamarín se desarrolló una extraña ceremonia de la confusión para que el Betis sea todavía menos de lo que es en la actualidad. Cuando el equipo se prepara con vistas a una dramática recta liguera, en esa barahúnda se dijeron cosas tremendas contra los que han de vestirse de corto, contra lo que han de sacarle al Betis las castañas de un fuego cada vez más infernal. Se criticó la facilidad de Sánchez Vallés en cosechar tarjetas o la lentitud de José Luis.
No sé qué va a ocurrir, pero cualquiera le dice ahora a Sánchez Vallés que se juegue la pierna en la Nova Creu Alta o que José Luis tome consciencia de lo que se juegan en Sarriá. De esta manera, ¿en qué punto ha colocado la Federación de Peñas Béticas al Betis? Como para que entren sus manijeros cuando Retamero se vaya.