Los futbolistas buenos nunca mueren, de Luis Carlos Peris.

A final de la temporada 1984-85 dos de los jugadores más importantes de la historia del Real Betis Balompié ponían fin a su historia futbolística. José Ramón Esnaola, 39 años y 12 temporadas en el Betis, y Julio Cardeñosa, 36 años y 11 temporadas en el Betis, se retiraban de los terrenos de juego.
Pero no por ello pondrían fin a su relación con el mundo del fútbol y con el Betis. Julio Cardeñosa en la temporada 1985-86 entró a formar parte de la secretaría técnica bética, donde compartiría tarea con Pedro Buenaventura. En esa misma temporada luego pasaría a entrenar a uno de los equipos juveniles de la entidad, iniciando así una carrera en los banquillos que le llevaría en 1990 a dirigir al primer equipo.
José Ramón Esnaola se vinculó algo más tarde al Betis, ya que fue en la temporada 1986-87 cuando empezó a dirigir a otro de los equipos juveniles del club, iniciando una carrera que le vincularía al Betis por más de 20 años.
De todo esto trataba el artículo que en los inicios de agosto de 1985 publicó el periodista Luis Carlos Peris en la sección Desde mi córner, en las páginas de Diario 16 Andalucía, donde se abogaba por mantener la vinculación con el club con futbolistas de tan alto rendimiento tras muchos años de permanencia en las filas verdiblancas.
Gusta Luis Carriega de repetir una frase que a fuer de pronunciarla hasta parece que él mismo la acuñó. Dice el técnico gallego que el fútbol es para listos, y muy poquitos, y que el que despabila a un tonto mata a seis listos.
Son las cosas de un personaje nacido por y para el fútbol, de ahí que no más retomar el timón de la nave verdiblanca echase mano de uno de los hombres más vivos que salieron para el fútbol: Rogelio.
Ahora ha abundado en la cuestión, poniendo entre él y los dirigentes a otro purasangre del balón redondo, Julio Cardeñosa. El vallisoletano está encandilando a los que le ven funcionar en estos sus primeros tiempos de burócrata, por su perspicacia y espartano sentido de la profesionalidad.
Además, impone en esta nueva parcela profesional el mismo respeto que infundía con el diez a la espalda, con lo que el Betis nuevo que quieren Retamero y Carriega ha encontrado un pilar que habrá de ser fundamental en el edificio que andan levantando. Harto, además, de salir en los periódicos durante doce años de futbolista grande, no anida en él el sarampión del afán de notoriedad de todo recién llegado que tanto se prodiga.
Choca, sin embargo, para el que no esté en las interioridades de la cuestión ej que el Betis tenga a dos hombres en esa posición. Por lo menos, a mí me extrañó bastante. No ha lugar a la reticencia porque Buenaventura y Cardeñosa ya tienen sus terrenos perfectamente delimitados. El primero será el que lleve todo el papeleo de la secretaría técnica, mientras que el que fuese mejor pensador del fútbol español de los últimos tiempos, hará una labor puramente técnica.
Esa es la forma de aprovechar a los contados elementos que el fútbol de muy de vez en cuando. El Betis tuvo la suerte de disfrutar de Cardeñosa en la cancha y ahora sabrá sacarle provecho en la cancillería. Sólo resta que la directiva que capitanea Martínez Retamero sepa buscarle una posición idónea a otro monstruo sagrado que se fue. Si Julio Cardeñosa pondrá al servicio del club su seriedad, frialdad y conocimientos ante una mesa y con un teléfono, José Ramón Esnaola ha de ser el Iribar de Villa Heliópolis, para que el Betis no tenga jamás que gastarse la pasta en contratar porteros durante un puñado de años. Y es que los futbolistas buenos, como los viejos rockeros, nunca mueren.