Los modestos futbolistas sevillanos 1933

En el mes de junio de 1933 la revista gráfica Campeón dedicó este curioso e interesante artículo al futbol modesto sevillano, integrado por los equipos que entonces militaban en la Tercera categoría de carácter local.
Venía a contraponer la política que se seguía, basada en los fichajes de relumbrón de jugadores en el ocaso de su carrera, en lugar de prestar atención a los que despuntaban en estas categorías inferiores.
Y nos daba nombres concretos de algunos de esos jugadores que despuntaban y ponía ejemplos de otros que ya estaban en la primera línea del fútbol sevillano, como los béticos Peral ó Gabella, procedentes de estos equipos de categoría inferior.
A la temporada siguiente, ya con la directiva de Moreno Sevillano, el Betis pondría su equipo amateur bajo la batuta de Andrés Aranda.
Nuestros Clubs de fútbol padecen la fiebre de los trasplantes: una enfermedad que sin respeto a las castas ataca en la época, ahora próxima, del descanso canicular.

La existencia del mal se comprueba por los siguientes efectos: los segundones, a quienes subyuga la idea de acelerar el logro de su ansiado ascenso, sacrifican en aras del propósito un dinero, a veces mendigado, con el que adquieren famosos hombres en periodo decadente, pues hasta entonces no se desprenderán de ellos los Clubs poderosos. Por eso casi siempre el sacrificio resulta estéril.
Los privilegiados gastan sus caudales para después ufanarse en la muestra de la mejor colección, que renovarán en los momentos propicios, ya sin esfuerzo, porque la enajenación de ases trasnochados les producirá el dinero suficiente para la compra de los más altos valores nuevos, en una puja sin competencia posible.
Este es el ciclo de la enfermedad, que empieza a preocupar seriamente desde la comprobación de algunos casos mortales. Quizás estas fiebres sean también las determinantes de la depauperación de nuestro fútbol. Tantos y tan repetidos dificultan las revelaciones, cada vez más escasas.
En Sevilla el mal ha producido estragos precisamente en el Club que lleva el nombre de la ciudad.
Aquellos fenómenos que los sevillistas adquirieron en la creencia de que el refuerzo bastaría para la consecución del ascenso, tan próximo en diversas ocasiones, no rindieron cuanto cabía esperar de sus merecimientos.
Y por esta vez no sucedió que se incorporasen a las filas sevillistas después de agostados en las de su procedencia. Fue simplemente un problema de aclimatación. Los ases no llegaron a encariñarse con los colores de su nuevo Club. Sentían, por el contrario, nostalgias que les inmovilizaban sobre el terreno en los momentos decisivos, durante los que se expone todo, cuando para el jugador todo sea el triunfo del emblema bordado sobre la camiseta que viste.

Las comprobaciones antecedentes motivaron una determinación radical: los hombres famosos fueron residenciados y forzados después a la espera de un nuevo trasplante a terreno deportivo propicio, donde aún habrán de producir frutos selectos. La lección ha sido definitiva y, como consecuencia de ella, los ojos se han vuelto hacia los modestos tras la reflexión perogrullesca de que los actuales fenómenos también fueron aprendices.
Es quizá por eso por lo que se trabaja de algún tiempo a esta parte en la reorganización de los Clubs de Tercera, que en la actualidad discuten su campeonato de grupos cada vez más reducidos por sucesivas eliminaciones hasta llegar a la final, este año señalada para el próximo día 29. Ahora pugnan los siguientes vencedores de agrupaciones: el Triaca FC, la A. Recreativa de Triana, el Esperanza FC, el Camas, el Calzada, el Calavera y el Sevilla amateur. La lista de Clubs participantes en las anteriores competiciones parciales es demasiado extensa para transcribirla. Baste saber que entre todas las Sociedades se ha formado un fichero en el que figuran más de un millar de aspirantes a la internacionalidad cuando menos. ¿ Y por qué no, si otros llegaron?

Naturalmente, desde que en la cantera ha empezado el trabajo, se ha conseguido la extracción de algunos bloques que debidamente pulidos podrán ser, en su día, sillares del fútbol andaluz. Carneiro, extremo izquierda del Calavera, es uno. El también exterior izquierda del Triaca, Romero, hermano del centro delantero que fue bético y hoy murcianista, otro. Y Solé, medio centro del Esparta, y Paquirri, magnífico centro delantero del Betis amateur.

De la cantera, que cuidan el competente aficionado señor Carrasco y el gran trianero Navarro, salió también Gabella, que este año ha colaborado en alguna que otra victoria de un Primera División: el Betis. Y Cortón, Ocañita, Alfaro y Caro, quienes, con los defectos de la improvisación, han remediado la ausencia de los ases sevillistas y hasta se han permitido el lujo de contribuir a la eliminación del señor Oviedo, recién elevado a la dignidad suprema.
El bético Peral, jugador de calidad finísima, procede asimismo de esta categoría, que tiene su representante en el actual campeonato de España amateur. Participa en él la hijuela del Sevilla, adiestrada por el veterano Pepe Brand, quien pretende aí la conservación de aquella escuela preciosista, hoy famélica a efecto de haber sufrido durante tanto tiempo la perniciosa fiebre de los trasplantes.
No hay, por tanto, más camino que el iniciado si se quiere conservar la solera del fútbol andaluz. Otra cosa, dislate será. Los traspasos, salvo raras excepciones, mixtifican la escuela y arruinan la economía de los Clubs. Es preciso que los sevillanos se convenzan de la esterilidad de los esfuerzos desproporcionados y busquen las raíces de su esplendor futuro en la propia casa.
Hay donde elegir. Sólo falta encontrar el buen catador de fútbol. Y éste se revelará cuando la fiebre de los trasplantes haya desaparecido.

Fuente: Antonio Olmedo en Campeón 11 de junio de 1933