Madrid-Betis Liga 1936. Un vestuario enfurecido.

El 26 de enero de 1936 el Betis jugó en Chamartín contra el Madrid en partido de la jornada 11 del Campeonato de Liga de Primera División.
A ella se llegaba con una clasificación muy apretada. Tras 10 jornadas de competición el líder era el Athletic Club con 15 puntos, seguido de Madrid con 14, Hércules y Betis con 13 y Oviedo, Barcelona y Racing con 12. Por detrás ya alejados Español con 8, Valencia con 7. Osasuna con 6 y Athletic de Madrid con 5 y Sevilla con 3, ya en posiciones claras de descenso.
El resultado del partido fue contundente: un 5 a 1 favorable a los madridistas. El partido sin embargo en la primera parte estuvo más que igualado, con ocasiones para los dos equipos, aunque el Madrid se fue al descanso con ventaja con un gol marcado por Sañudo en el minuto 40.
En la segunda parte la decoración cambió y el Madrid hizo 4 goles más (Luis Regueiro, Diz y 2 de Sañudo), por uno del Betis de Paquirri.
Sin embargo lo característico de esta segunda parte fue el descarado arbitraje del colegiado, el aragonés Julio Ostalé Gómez, en favor del equipo local, de lo que es ejemplo manifiesto el titular con el que abrimos la entrega de hoy. Corresponde al titular de un periódico madrileño, el Heraldo de Madrid, que también comentaba lo siguiente en su crónica del partido:

Los comentarios periodísticos de los medios capitalinos fueron bastante unánimes de la parcialidad con la que el colegiado Ostalé dirigió el partido, con un penalti favorable al Madrid que nadie vio, otro favorable al Betis que no pitó y una expulsión al jugador bético Peral cuando protestaba el penalti decretado contra el equipo verdiblanco.

Al finalizar el partido el enfado de los jugadores béticos era manifiesto. Como muestra esta pequeña crónica de los protagonistas del equipo verdiblanco publicada en un diario madrileño tras el partido, y que nos muestra de qué pasta estaban hechos los jugadores béticos de entonces:
Los paisanos de Oselito
Uno a uno van entrando en el vestuario con visible malhumor. Los hay que llevan la procesión por dentro y no dicen nada. Pero también los hay que no ocultan su contrariedad. Uno de ellos es Unamuno. Quizá ha oído algo inconveniente y dice:
- ¡Ya irá el Madrid por Sevilla¡
Aedo, antes de guarecerse en la caseta dice una frase bastante fea, que no nos atrevemos a reproducir.
No tardan mucho en despojarse de las vestiduras. La ducha espera. El agua tonifica los nervios, algo alterados. El primero que sale de ducharse es Gómez, el ex madridista Gómez.
- ¡Hola, Gómez¡ ¿Qué dices del partido?
- ¡Ah¡ Un partido muy bonito, una verdadera preciosidad
Observamos que hay su miaja de guasa viva…
- En serio, Gómez…
- ¿En serio dices? Pues ahí va. Nosotros hemos jugado un partido correcto, y ellos han sido los sucios. No sé por qué tenemos fama de que damos patadas a troche y moche. Y no es verdad. Somos los que mejor jugamos de la Primera División. No se te olvide y dilo en el periódico, dilo, dilo…
A su lado estaba Larrinoa, que interviene:
- ¿El árbitro? No he visto en mi vida un hombre más cabezón. No se puede discutir con él. Dice negro, pues negro. No se aviene a razones de ninguna clase. En San Mamés nos hizo igual. Yo no digo que no nos gane el Madrid; pero lo cierto es que con sus caprichos ha estropeado el partido…
Gómez vuelve a la carga:
- ¿Qué ha hecho Peral para echarlo del campo, vamos a ver? Nada en absoluto. Dice el árbitro que le llamó flamenco. ¿Y por qué el penalty? El Madrid ha jugado más, sí, pero no para esa diferencia de cuatro tantos. Nos ha perjudicado todo lo que ha podido.
Larrinoa nos enseña sus rodillas sangrantes:
- Mire, mire. Esto es una caricia de Eugenio…
Preguntamos a Peral:
- ¿Por qué lo echaron del campo?
- Todavía no lo sé. Dice el árbitro que porque le llamé flamenco.
Unamuno, lleno de indignación, suelta:
- El día que yo pueda pillar a…
Aedo, a su vera, masculla una frase de muy mal gusto.
Nos dirigimos a Urquiaga:
- ¿Cómo fue el penalty?
- Sañudo me estaba molestando para que yo no blocara el balón. Me estaba haciendo “fault”. Caballero, entonces, se acercó a Sañudo y le tiró de la camiseta.
- Bueno, Gómez. ¿Cuál fue el mejor del Madrid?
- Lecue, pero no del Madrid, sino de lo veintidós.
Al abandonar la caseta observamos que la puerta está averiada. Nos dicen que fue Aedo el que hizo el agujero.
- Pero ¿es verdad? Qué fuerza tiene este chicarrón.
