Murió «Añoño» Villarín
En diciembre de 1976 falleció Antonio Fernández Villarín a la edad de 55 años. Jugador bético de los tiempos de la Tercera su vida transcurrió de una forma muy particular, como particular fue siempre su forma de ser.
Procedente de la Puerta Real, se crió en un ambiente flamenco y festero que le marcó para toda su vida. Típico jugador de gran clase pero escaso rendimiento, para el que el fútbol sólo fue una forma más de ganarse la vida.
A su retirada, después de deambular por varias zonas de la geografía futbolística española, se colocó como empleado en la casa comercial de la familia Picchi, como otros jugadores béticos de la época.
A los pocos días de su muerte, el 28 de diciembre de 1976, en ABC se publicó este artículo de homenaje a Villarín y a toda una forma de entender la vida.
Fue más personaje popular que futbolista. Acaso por ser de familia que llenó la Puerta Real de trascendencias futboleras o por ser vástago de una familia que llenó aquella Mari Pepa imperecedera que abría su casa breve y su puchero grande al que quisiera saber y supiera estar en la gracia singular de una fiesta especialmente rumbosa en patio de vecinos. Manolete, Arruza, la Bacall, Lola Flores, Caracol, la Gardner, la Bosé… La Puerta Real de los flamencos. Mari Pepa, reina sin trono de una dinastía de artistas. Allí, la gracia, la chispa, el dale que te pego de la madrugada sin cansancios, porque lo anecdótico en el recuerdo tenía un esencial poder de captación para que los cárdenos de los amaneceres se acercaran con prisas. No se sabe si lo dinástico parte de “Pitolo”, de “ Añoño”, de Rafael, entrenador de fútbol, de Carlitos Fernández, rey de las castañuelas, de Carmela, de Eduarda, de Dora, de Ana, de Pepa…
Pero era o fue Añoño el que jugó a la pelota. El que fue “zurda de oro”… Tuvo el nervio corto y la astucia viva; se tomó el juego del fútbol como puro divertimento. El tinto en su momento, la amistad a toda hora y el entrene sin demasiados sudores, por aquello de que al cuerpo no había que darle excesivos sufrimientos. “Añoño “ Villarín se fue quemando en sus candelas de conocer excesivamente tarde todo lo que llevó dentro su zurda de oro, cuando tiempos más tarde la gente pelotera se forra de millones por eso mismo de coincidir con el tiempo.
“Añoño” Villarín fue más figura popular que futbolista. Y tuvo en la pierna izquierda un cheque en blanco.. Cosa de los tiempos, o del genio, o de sentir de una manera singular.
De allí, de la Puerta Real, surgió un Andrés Aranda para el Betis que fue lo serio, lo rigurosamente fijo. También Rafael Villarín, que dio su tiempo y su trabajo modelando a la gente del Triana. Carlos es número “doce” fidelísimo. Juan Manuel, bailaor excepcional, sostiene la herencia dinástica cada noche en “El Arenal” de Curro Vélez…
“Añoño” Villarín fue un jugador que creó escuela, que dejó sello, que tiene una historia pequeña pero entrañable en los aficionados que supieron comprender no sólo lo que fue en el Betis, sino todo lo que pudo ser. Su mundo de La Perlita, su fidelidad proletaria con los Picchi, su tiempo último de salud quebrantada y un pasado relativamente reciente de contratos miserables le pudieron alterar el “que te cuides”…
Una pierna izquierda fabulosa. Un tiempo ido. “Añoño” Villarín se quedó dormido en el mismo umbral de la Nochebuena.