Nace el Empire Stadium. El héroe del caballo blanco, de Alfredo Relaño
El Empire Stadium (Estadio Imperial) fue construido para la Exposición Imperial Británica de 1924 e inaugurado un 28 de abril de 1923, hoy hace 96 años, para la final de la Copa inglesa que tenían que disputar el Bolton Wanderers y el West Ham.
Ese día una masa de mas de 200 mil personas accedió al campo con capacidad para algo más de 125 mil espectadores, invadiendo el terreno de juego e imposibilitando que e iniciase el partido. La policía no pudo impedir tamaña invasión y tampoco podía desalojar a la multitud sin poner en riesgo la seguridad de miles de personas.
En este artículo publicado por el periodista deportivo Alfredo Relaño nos relata cómo se consiguió desalojar a los que invadían el terreno de juego y disputar el partido, en el que el Bolton Wanderers se impuso 2-0, consiguiendo por primera vez alzarse con el torneo.
La fama del caballo blanco que consiguió el desalojo perdura aún en el tiempo, de forma que cuando se construyó e inauguró el nuevo estadio de Wembley en 2005 una encuesta popular otorgó al nuevo puente de acceso peatonal al estadio el nombre de White Horse Bridge.
Para los años veinte, el fútbol ya se está convirtiendo en un formidable espectáculo de masas. En España, gracias a la plata conseguida en los Juegos Olímpicos de Amberes, empiezan a crecer los viejos estadios, o a aparecer alguno nuevo, como el Stadium, popularmente conocido como el Metropolitano, con 35 000 espectadores, inaugurado en 1923. Pero nada que ver con Inglaterra, donde ese mismo año se inaugura, con ocasión de la final de la FA Cup (la Copa inglesa, para entendernos), el formidable Empire Stadium, en el barrio de Wembley, que siempre será conocido por este nombre: Wembley. Su capacidad el día del estreno era de 126 047 espectadores. Aquella inauguración fue uno de los días más sonados en la historia del fútbol.
Ganó el Bolton, dos a cero, y el rey Jorge entregó la Copa. Pero al día siguiente nadie habló del ganador, ni su foto ocupó la portada de los periódicos. El héroe del día había sido George Scorey, a lomos de su corcel blanco, de nombre Billy. Ellos habían salvado la inauguración.