Paquirri, ídolo de la afición.
La aparición fulgurante de Francisco González «Paquirri» fue la gran revolución de la plantilla bética en la temporada 1935-36.
Paquirri fue la sensación para la hinchada bética como se ve claramente en la imagen con la que encabezamos la entrada de hoy. En el campo del Patronato, al final de un entrenamiento, Paquirri está sentado contra una de las vallas que delimitaban el terreno de juego y es rodeado por una multitud de admiradores entre los que sobresalen niños ataviados de prendas de invierno, pues la imagen corresponde a los primeros días de diciembre de 1935.
La marcha de Areso al Barcelona y de Lecue al Real Madrid tras haber ganado el título de Liga en abril de 1935, devaluó la plantilla bética, a lo que se unió que el entrenador que había llevado al Betis a ese triunfo, el irlandés Patrick O´Connell, fichase también por el FC Barcelona.
Esa temporada 1935-36 sin lugar a dudas fue la de la eclosión definitiva de Paquirri, un joven de 22 años que había llegado al club en 1932 procedente del Sparta, el club radicado en la Alameda y que era uno de los más potentes de la local sevillana.
Durante esos 3 años entre 1932 y 1935 Paquirri había participado ya en algunos partidos con el primer equipo, tanto amistosos como oficiales, en Liga, Copa y Campeonato Regional, pero siguió formando parte del conjunto amateur y no de la plantilla profesional del primer equipo.
La llegada al banquillo de Andrés Aranda, quien había sido su técnico en el equipo amateur del Betis, revalorizó a Paquirri como una seria alternativa para el eje de la delantera bética, llegando a desbancar nada más y nada menos que a Victorio Unamuno, el delantero vasco titular del equipo que había ganado la Liga meses antes, y que había sido el máximo goleador bético de la temporada con 25 tantos entre las 3 competiciones oficiales disputadas.
La aparición de Paquirri fue fulgurante, destacando pronto por su agilidad, técnica, desborde y facilidad goleadora. Hasta tal punto que en la jornada tercera de la Liga encabezaba ya la lista de los goleadores de la Primera División, tras hacer 3 goles al Osasuna y otros 3 al Oviedo.
Incluso se le veía ya como un más que seguro componente de la selección española cuando ésta tuviera que jugar a comienzos del año siguiente si seguía manteniendo esa facilidad goleadora.
Sin embargo pronto se torcieron las cosas para el joven delantero sevillano que el 22 de diciembre sufrió una lesión en Mestalla, que lo dejó fuera de los terrenos de juego por espacio de un mes.
Reapareció el 26 de enero en Chamartín frente al Madrid, siendo el autor del tanto bético en ese encuentro, pero a la semana siguiente en San Juan frente al Osasuna se tuvo que volver a retirar lesionado en la primera parte del partido frente al cuadro rojillo.
El 1 de marzo reapareció en Bardin frente al Hércules y el domingo posterior en el Patronato marcó frente al Espanyol. Pero el 15 marzo en el Metropolitano frente al Athletic de Madrid sufrió una rotura de la clavícula izquierda que lo dejaría ya fuera de combate para el resto de Liga, volviendo sólo para jugar el 24 de mayo contra Osasuna en la Copa, en el último partido jugado en el Patronato por el Betis en la historia.