Portu, el único que viajó con el Betis de Tercera a Primera, de Manolo Rodríguez
José Besteiro Fariña «Portu» está entre los seis jugadores béticos que jugaron con el primer equipo verdiblanco en las tres categorías en que ha militado: Primera, Segunda y Tercera División. Pero es el único que hizo el camino desde la Tercera a Primera a lo largo de 8 temporadas continuadas: 2 en Tercera División ( 1952-53 y 1953-54), 4 en Segunda División (1954-55, 1955-56, 1956-57 y 1957-58) y 2 en Primera División (1958-59 y 1959-60).
A su experiencia en ese Betis de comienzos de los 50, al que llegó desde el filial Juventud Balompié, y cómo fue evolucionando el club en esa década le dedicó este artículo el periodista sevillano Manolo Rodríguez en el diario ABC del 4 de octubre de 1987.
José Besteiro Fariña, un hijo de gallegos al que la gracia sevillana bautizó con el sobrenombre de Portu, puede presumir de haber conocido todos los puertos de la más épica travesía del Betis. La travesía agónica del desierto. Esa larga peregrinación hacia la gloria que se inició en la década de los cuarenta, y que culminó felizmente en el 58. En esa franja de años legionarios, Portu conoció de todo. Supo de los infernales sótanos de la Tercera, vivió la transición esperanzada de la Segunda y, por fin, pudo ver las camisetas verdiblancas en Primera División. Cerca de dos décadas jornaleras en las que el Betis fue más Betis que nunca. Y entonces, en esos años, siempre estuvo presente Portu.
Por eso, Portu no olvida aquellos años que lo marcaron a fuego. Aquel tiempo remoto en el que los dioses parecían haberse alejado de Heliópolis. Llegó a la entidad cuando los cuarenta empezaban a irse y conoció un Betis “en el que la mayoría de los jugadores tenían sus casas debajo de las tribunas”. Al frente de la nave estaba Pascual Aparicio, y entre peleas de vecindario y cobros atrasados, Portu recuerda que “aquellos hombres, don Pascual, Jaramillo, y muchos otros, pasaban auténticos sufrimientos para poder pagarnos. Incluso muchas veces comimos los futbolistas en casa del padre de Antonio Picchi. Aquellos eran grandes béticos…”
Sí que lo eran. Como lo era en su conjunto la afición que, a pesar de los pesares, siempre estuvo al pie del cañón. “Una afición que ni siquiera abandonó al equipo en Tercera División. Había muchos que nos seguían en los desplazamientos, que vivían el Betis con intensidad, y que se preocupaban por todo lo que le ocurría a los futbolistas. Quizá entonces fue cuando se demostró que el Betis estaba por encima de la clasificación, que era otra cosa”.
Pero alguna vez tenía que llegar la redención, y ésta empezó a escribirse en el 54. “Era presidente Manuel Ruiz, y lo primero que hizo fue reforzar el equipo con ocho o diez jugadores vascos. Gente fuerte que pudiera ganar en los campos donde nos breaban a patadas. Allí había buenas personas. Mucho compañerismo, y algunos futbolistas excelentes como Peñafuerte, Marcos Martín, etc…, y por fin subimos en Valdepeñas”.
Eso fue, según dice la historia, el 30 de mayo del 54. El Betis volvía a Segunda por la carretera de Madrid. En Sevilla, mientras tanto, se desataba la apoteosis: “Aquello fue el no va más. Desde Carmona hasta el centro tardamos diez horas, y la fiesta duró un día entero”. Una fiesta que llegó a emocionar a un tipo duro como Gómez, el entrenador del Betis del ascenso, y aquel medio centro que con Peral y Larrinoa ganara la Liga del 35. Gómez, según publicaron los periódicos de la época, era buen fumador de puros, y por eso la afición le premió meses más tarde arrojándole habanos desde el graderío. “Fue graciosísimo ver a aquel hombre con un canastillo recogiendo todos los puros que le tiraban. No se le escapó ni uno”.
Desde aquel día, y ya para siempre, Gómez fue, en la leyenda popular, “Gómez el de los puros”. Un viejo mito en la conciencia colectiva verdiblanca.
En el 55 aparecen en la vida de Portu dos nombres que marcarán el tiempo venidero. Benito Villamarín se sienta en el palco heliopolitano, y en la yerba empieza a comerse el mundo un futbolista llamado Luis Del Sol. Del primero, del presidente, confiesa Portu que “fue el que cambió el Betis. Su llegada supuso un cambio radical, ya que resolvió los problemas económicos, ordenó el club, y fue el creador del Betis moderno”. Del segundo, de su íntimo amigo Luis Del Sol, dice pocas cosas. Sólo las justas: “Como futbolista ha sido el más grande que se ha puesto la camiseta del Betis, y como amigo ha sido insuperable. En la caseta éramos dos polvorillas, y nos gustaba darle bromas a la gente… hasta el punto de que, a veces, Pepe Cabrera, que era muy nervioso, se enfadaba con nosotros y decía que no teníamos seriedad”.
Con don Benito en el despacho, y con Del Sol en el terreno, Portu y el Betis viven sus mejores años. A pesar de todo, comienza a escribirse otra historia que cuentan mucho los viejos narradores de las aventuras verdiblancas.
- ¿Es cierto eso, Portu, de que cada año le traían un lateral para que le quitara el puesto?
- Sí, es cierto. Trajeron a Suñer, Oliet, Seguer y Grau. Hasta el punto de que ya, en broma, me decía don Benito: “Ahí te traigo a otro”. Y yo le respondía: “Hombre, no fiche usted a nadie, y me da a mí el dinero”.
Y Portu siguió jugando. Estuvo en aquel Betis que ascendió a Primera en el s8, y apenas tres meses más tarde de aquel estallido, vio con sus propios ojos cómo terminaba el pasado al ganar en Nervión. Fue el 21 de septiembre del 58, el día que se inauguró el coloso sevillista, y recibió por ello 27.000 pesetas. “Pero lo de menos fue el dinero. Aquello fue grande porque nunca vi a los béticos más felices”. Allí, en el Sánchez Pizjuán, Portu jugó el primer tiempo como lateral izquierdo, y en el segundo pasó al costado derecho marcando a Szalay. Quizá como su propio sino verdiblanco. Estar siempre, sin importar mucho dónde.
Dos años más tarde, y por mor de que Daucick le puso los puntos, Portu agotó una carrera que sin ser grandiosa sí fue honesta y cumplidora. Una vida en verdiblanco, en la que tuvo la satisfacción de haber marcado a Pelé, “el Santos nos empató a dos en Heliópolis sólo unos días después de haberle ganado al Madrid por 5-0”, y en la que aportó siempre lo mejor que tuvo.
Como un día le dijera a don Manuel Simó, “me cabe el honor de haber sido el único futbolista que jugó con el equipo viniendo de Tercera, en Segunda y en Primera, porque Saro también jugó en las tres categorías, pero de arriba abajo”. Y eso para Portu parece que es bastante. El haber sido un niño de 1.10 que consiguió ponerse la camiseta de sus sueños. El haber sido futbolista del Betis en los años en que ser bético era una apuesta contra la lógica.
Fuente: Manolo Rodríguez en ABC 4 de octubre de 1987