¡ Que viene Aedo ¡
El 17 de febrero de 1935 Betis y Madrid se enfrentan en el Patronato en un partido crucial para la lucha por el título de Liga. El partido despierta una extraordinaria expectación, asistiendo público de toda Andalucía y también de Madrid acuden numerosos aficionados, que tienen que ver cómo el poderoso equipo blanco, que ya entonces destacaba por sus inversiones económicas en jugadores afamados, dobla la rodilla ante el gol que Timimi le hizo a Ricardo Zamora.
Esta publicación que aparece en AS una semana después nos cuenta el típico cachondeo que recorrió las calles sevillanas después del partido.
No cabe duda de que los andaluces están siempre predispuestos a la broma y al chiste, sobre todo cuando la chufla redunda en algo que a ellos les satisface íntimamente.
Parece ser que el domingo que se jugó en Serva la Bari el partido entre el Betis y el Madrid se produjeron escenas pintorescas, dignas de haber sido recogidas por la pluma quinteriana ó el lápiz ágil y saleroso de Martínez de León.
Apenas un grupo de aficionados madrileños entraba en la noche que siguió a la tarde del partido en un colmado o freiduría, no faltaba el entusiasta que lanzase un “viva er Beti” con su poquito de “tomate”, que decimos por aquí, o un poquito de “recá”, que dicen por allá. Pero de todos los “entusiastas”, el que más se destacó fue uno que era poseedor de una clase de “tajá” como para hacer varios ranchos extraordinarios.
El entusiasta en cuestión parece que en cuanto divisaba un grupo de turistas madrileños se les acercaba mucho y les decía con una voz de bajo cantante: “Vamos, niños, a acostarse, ¡que viene Aedo¡ ¿Pero es que ustedes no tenéis miedo a que venga Aedo?”.
Alguien le dijo:
– Pero oiga usted, distinguido beodo, ¿es que Aedo se come a los niños crudos?
– No, señó, pero lo que “jase” Aedo es “dá” unas patas en “losojos” y en “lasoreha” que “é” un “doló”, de manera que ya lo sabéis nenes, ¡que viene Aedo¡
Y con esta tarabita, muy propia del “elemento” que aquel entusiasta llevaba dentro, se perdió por las calles típicas de la incomparable capital andaluza. “ ¡ Que viene Aedo¡ “.
Seguramente que fue él el primero que aquella noche soñó con Aedo, y digo el primero, porque a lo mejor, no fue el único que tuvo semejante pesadilla…
Fuente: AS 25 de febrero de 1965