San Bilardo. Paz y amor, de Jose Antonio Martín «Petón»
En abril de 1995 los siempre peligrosos hooligans del Chelsea visitaron La Romareda para enfentarse al Real Zaragoza en partido de semifinales de la Recopa.
Como es habitual la liaron.
José Antonio Martín «Petón» nos relata lo que sucedió con un tono humorístico que refleja lo que narró la cadena televisisva Eurosport en su versión inglesa.
San Bilardo. Paz y amor
El Chelsea había dejado la eliminatoria casi cerrada en Stamford Bridge. Tres a uno le había endosado al Zaragoza en la ida de la semifinal de la Recopa. Casi nada lo de los azules que miraban a París. Y eso que los del barrio pijo aún no sabían que Abramovich era algo distinto al apellido de un rabino moscovita. Tres como tres castañazos que tenían al Zaragoza pasando los sudores del adiós. Menos al presidente Solans, don Alfonso, “que amaba a esta afición”, como canta el gran Joaquín Carbonell. A Alfonso Solans no le arredraba nada, cómo iba a asustarle la tropa británica al tipo que había vacilado al mismísimo Rey de España tuteándole, con acento baturro, entre el jolgorio del personal, monarca incluido.
No, hombre, no, se les gana tres a cero en La Romareda y se acabó. Declaraciones inmediatas del presidente del Real Zaragoza a toda alcachofa que le pusieron delante nada más terminar el primer partido. Si era con cámaras, aún más alto. Y se quedó tan pancho, el hombre. Tres a cero a un equipo que te acaba de pasar por encima. Pues nada, tres a cero, que lo dice don Alfonso.
El seis de abril de 1995, el Chelsea visitó La Romareda acompañado de cinco mil seguidores de lo que se sospechaba la condición de hooligans, aunque después de la tragedia de Heysel habían apartado a los equipos ingleses de las competiciones europeas por varios años. Lo de su presumible ira cervecera, en todo caso, sería difícil verla si el Zaragoza no empataba la eliminatoria. Pero lo hizo. Uno tras otro fueron cayendo los goles de una briosa escuadra zaragocista en la puerta londinense. Amagado en el Gol Sur de La Romareda, se revolvían los fanáticos del Chelsea crecientemente molestos, como se podía suponer.
Y como supuso la Policía Nacional que ocupaba en arco, con sus fuerzas especiales, toda la zona de posible conflicto encajonando a la masa azul y a un despistado de Loporzano, que bajó desde Huesca y pilló cacho en la reventa. Aclaremos que vivió para contarlo. Porque allí, señores y señoras, se estaba preparando una tremenda. Al hacer el tercero Esnáider, voló la primera silla, pa qué queremos más. A estos nada de cuartelillo, que como se apoderen del lugar estamos listos de papeles. En menos de lo que saca un córner, andaban las cámaras de televisión de toda Europa dando en primerísimo primer plano las imágenes de la Policía intentando contener y, para ser justos, conteniendo a los desatados súbditos de Su Graciosa Majestad que, ahora sí, llevaban en la boca, hasta que fuera necesario utilizarla para morder, el carnet de hooligan pata negra.
Se usaba mucho por entonces, y aún quedan restos del hallazgo, un grito coral nacido del profundo Salvador Bilardo una noche en Coruña. El entrenador se lió a gritos con Domingo, su masajista y de la selección nacional, por atender a Albístegui, futbolista del rival que sangraba profusamente, que es como se sangra en las crónicas deportivas. Bilardo sacó de su vena hinchada (¡cuánto le debemos a las retransmisiones del Plus ¡ honor para siempre a Víctor Santamaría) lo mejor de su escuela pincharrata (pincha rata ¿van entendiendo?) que llevó a la excelsitud el equipo de Zubeldía con el que fueron, también con Bilardo, campeones del mundo. No se conoce que ninguno de los componentes de aquel Estudiantes de La Plata esté ahora camino de los altares. Para qué, dirá Bilardo si lee esto. Y tendrá razón. Por esa forma de entender este deporte lo que dijo a su fisio fue: ¡A los colorados, a los nuestros; a ese no, a ese písalo, písalo¡”.
Desde que a un gracioso se le ocurrió apropiarse del písalo para corearlo con la peña cada vez que se caía un jugador del equipo contrario, no hubo campo que no prohijara la gracieta. Así que aquella noche en La Romareda, ya desatado el vendaval de palos, de la zona de Los Ligallos en el Gol Norte nació el previsible rugido: “Písalo, písalo, písalo”. En otra como en es no se habían visto las Fuerzas de Seguridad del estado, jaleadas por primera y última vez en la historia del fútbol español a la hora de cumplir con lo suyo. Convenientemente estimuladas se dieron a la tarea con singular interés. Dando muestras de incondicional apoyo al Gol Norte se sumó la Genera, siempre partidaria de corear las consignas cuando el motivo lo merece y, sorprendetemente también la tribuna, que es poco dada a esos excesos de apoyo. Con lo cual quedaba cumplido el sueño de los ultras: todo el estadio. Todo el estadio era “`písalo, písalo, písalo”.
Fue ese momento el de mayor altura sónica. Fue entonces. Fue esa noche y allí. Fue tras el tercero. Fue en plena batalla. La única verdad es que de repente el muy alcohólico ardor guerrero de los forofos ingleses pareció remitir. La sola explicación de es desistimiento, de ese inexplicable abandono de las armas, no estuvo en la pericia contraguerrillera de nuestra policía, que sin duda también, pues no faltaba más. Pero la razón mayor fue otra. La encontró el locutor británico de Eurosport que transmitía para el Reino Unido y todos los países de habla inglesa conectados a la cadena internacional. Dijo aquel sagaz narrador: “Señores, acabamos de vivir una de las escenas más emocionantes de las que nos ha sido dado asistir en tantos años de profesión. En lo peor de la pelea que una vez más protagonizaban hinchas ingleses, duramente respondida por los policías españoles, surgió de uno de los fondos del estadio una voz que luego fue un clamor respondido por todos, y que ojalá nos acompañe de ahora en adelante como lección cada vez que un atisbo de violencia encienda un campo de fútbol. El grito que quizá hayan podido escuchar ustedes, si el sonido ambiente ha llegado hasta sus televisores, y que emocionadamente ha cantado el estadio lleno del Zaragoza era, queridos amigos, Peace and Love, Peace and Love, Peace and Love”.
Paz y amor. Peace and Love. Písalo.
Peton, Gracias por la Comparacion que hiciste en la retransmision del partido comparando a la aficion de Irlanda con la de mi Betis..