Si éste va a ser el Betis de la Liga…, de Manuel Fernández de Córdoba
Entre los mejores partidos que el Betis ha jugado en los últimos veinte años está la exhibición que los verdiblancos realizaron en Riazor el domingo 1 de septiembre de 2002.
Ese día, en la jornada con la que se inaguraba el Campeonato de Liga de la temporada 2002-03, el Betis se impuso 2-4 con un auténtico derroche de juego ambicioso y efectivo. Era el debut oficial de Víctor Fernández en el banquillo bético y no podía entrar con mejor pie.
Prats; Varela, Juanito, Rivas, Luis Fernández; Arzu, Assunçao: Joaquín, Capi, Denilson; Alfonso fueron los once elegidos inicialmente, entrando a lo largo del partido Cañas, Fernando y Filipescu. Assunçao, Alfonso, Arzu y Joaquín marcaron para los verdiblancos, ese día con camiseta verde y calzón negro.
Dos días después, en las páginas de ABC, el periodista Manuel Fernández de Córdoba glosaba la épica victoria y especulaba con las posibilidades del equipo en la temporada que se iniciaba si siguiera manteniendo ese nivel de juego, lo que desgraciadamente no sucedió.
Hay veces en que se sueña el fútbol como si fuera realidad y otras en que la realidad no necesita soñarse aunque parezca un sueño. Riazor, primera jornada de Liga. El Dépor, metido entre los grandes hace años, acaba de ganar la Supercopa al campeón de Liga y se presenta ante su gente. Enfrente, el Betis. El sueño hecho realidad comenzó a los pocos minutos y la realidad que invitaba a soñar duró los noventa de juego. El marcador, largo, sonoro, de pelotazo, se quedó pequeño para tantas oportunidades, tantos largueros, tantas ocasiones que hubiesen acabado con los números. Y el juego. El juego del Betis…
Dice Víctor Fernández que éste va a ser el Betis de la Liga. Si éste va a ser el Betis de la Liga, la Liga será del Betis. No puede ser; no puede jugarse así. Y mucho menos un puñado de partidos. Porque no se soñó sino que se vivió. Y ahí están las videotecas para repasarlo y ya, sin agobios que se temían en verdiblanco aunque no llegaran nunca, paladearlo unas cuántas veces y, sin meterse en comparaciones que serían odiosas, buscar por la historia un partido así, un arranque liguero con este empaque y esa sensación inigualable de ver fútbol-fútbol de cabo a rabo, de principio a fin.
Reciten la alineación y vayan rebobinando en los recuerdos cómo jugaron todos, o uno por uno en ese uno para todos y todos para uno que formó tal alboroto que es, ahora mismo, el asombro de la España futbolera.
Repetir un recital así es difícil hacerlo hasta soñando. Pero si es verdad eso de que quien hace un cesto, hace cientos… Ojú.