Vallas metálicas en Wembley, de Manuel Sarmiento Birba
Desde mediados de los años 60 es palpable cómo cambió el fútbol en cuanto al comportamiento de los espectadores. Fue en las Islas Británicas donde se pasó de un comportamiento «civilizado» a otra clase de actitud por parte de los aficionados.
Así a partir de esos años irán produciéndose numerosos incidentes en las gradas, y también fuera de ellas, pasando en muchos casos a ser ya un problema de orden social y no meramente deportivo.
En los años 70 ya está plenamente instalado el entonces denominado «gamberrismo deportivo». En la final de Copa de Inglaterra en 1975 en Wembley entre el West Ham y el Fulham el público invade el terreno de juego, y ello lleva a la determinación por parte de las autoridades de instalar vallas metálicas en Wembley de cara al siguiente partido de finales de mes que debía enfrentar en ese escenario a las selecciones nacionales de Inglaterra y Escocia.
La insólita decisión motivó este artículo en el diario deportivo AS por parte del periodista Manuel Sarmiento Birba.
La noticia ha llegado por los teletipos con una frialdad y con un laconismo que nos ha sorprendido. El estadio de Wembley, la “catedral” del fútbol inglés, va a ser dotado de vallas metálicas protectoras.
El estreno de la innovación tendrá lugar el sábado 24 de mayo con motivo del partido correspondiente al Campeonato Británico, entre las selecciones nacionales de Inglaterra y Escocia. Las autoridades que dirigen el estadio de Wembley han tomado esta medida como consecuencia de la invasión de campo por parte de los seguidores del West Ham United, en la final disputada el sábado pasado frente al Fulham. Durante veinte minutos, estos “gamberros deportivos” impidieron a los jugadores del equipo vencedor, el West Ham United, el dar la vuelta de honor al terreno de juego y el ser recibidos por las autoridades deportivas y el duque de Kent, que debía entregarles la Copa de la Football Association.
La noticia nos duele por lo que supone. Todo un estadio como el de Wembley, donde puede decirse que se han escrito las más bellas páginas del fútbol de Inglaterra, tiene que ser provisto, como un estadio cualquiera, de vallas protectoras. Toda una ciudad como Londres da un lamentable ejemplo de convivencia, de cultura, de falta de los más elementales signos de educación, para caer en esa medida tan absurda y tan demostrativa de falta de ciudadanía y respeto por los demás, como es el establecimiento de una barrera metálica. Ni Londres, esa ciudad tan civilizada, ni Wembley podían llegar a menos.
El estadio de Wembley fue inaugurado en el año de 1923, con motivo de la final de Copa entre el Bolton Wanderers y el West Ham United. El partido lo presidió el príncipe de Gales y fue un verdadero problema el contener a la gran cantidad de aficionados que asistieron al mismo, invadiendo, incluso, el césped y provocando con su actitud el retraso en la disputa del encuentro. Venció el Bolton por dos a cero, y es curioso que la primera invasión seria, cosas de la inauguración y de la falta de hábito de los porteros y acomodadores, y la última la hayan protagonizado seguidores del West Ham United. ¡ Menos mal que el West Ham no ha ganado más que dos finales en toda su historia¡
Conocemos el estadio de Wembley. Hemos visto el gran respeto que se tuvo siempre desde las gradas hacia protagonistas y autoridades. Sus amplias pistas servían casi como frontera entre los actores de la manifestación deportiva y los ruidosos seguidores que se apiñan en las gradas. Un respeto que se dio incluso en la final del Mundial de 1966, cuando el triunfo de Inglaterra sobre Alemania bien podía haber roto todos los cordones de protección oficial y todo el protocolo por la significación de aquella gran victoria.
Es cierto y evidente que la UEFA exige vallas protectoras en los escenarios donde se disputen finales organizadas por la citada Unión Europea de Fútbol, pero hasta la fecha era en España y en muchos campos de Inglaterra donde la educación, la urbanidad y las buenas costumbres prevalecían de forma clara y contundente si lo comparamos con otros estadios continentales. Wembley no ha resistido a la ola de gamberrismo que ya es habitual en la mayoría de los escenarios deportivos del Reino Unido.
Nada importa que sólo a cinco kilómetros de Wembley se encuentre la famosa Malborough School, fundada en 1571. Esa famosísima Escuela de Harrow creada para los estudios de la nobleza. A sólo cinco kilómetros del lugar donde se educaron entre otros Lord Byron, Sir Robert Peel o Lord Palmerston, la juventud inglesa de hoy se saltó a la torera todo el protocolo que requieren Wembley y una final inglesa, e impidieron que la copa fuese entregada y que el duque de Kent esperase madia hora larga a que los “fans” del West Ham, plenos de melenas, algún que otro mugre y cantidades masivas de cerveza en sus estómagos, calmasen sus ímpetus y su alegría. Una alegría que, por ser justificada y lógica, en modo alguno debe estar reñida con la educación, la urbanidad y ese “fair play” de que tanto presumen los deportistas británicos.
Wembley, desde el próximo día 24, tendrá vallas metálicas de protección. Lo que se dice una verdadera pena.
Fuente: Manuel Sarmiento Birba en AS 8 de mayo de 1975